3º Cambios

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3º Cambios

Durante los días siguientes, Lizzy pudo observar las atenciones que su esposo tenía, no solo con ella, sino también con el resto de sus hermanas, y con ella tenía detalles a cada instante. No eran grandes muestras de cariño, no sabía si porque él no quería darlas o por miedo a que ella las rechazara, pero para Elizabeth eran muestras muy grandes. Mientras estuvo convaleciente la ayudaba a comer y beber, le acomodaba las almohadas, le leía para entretenerla, y le acariciaba la mano cuando creía que ella dormía.

Por las tardes, ayudada por el señor Bingley, Jane iba a verla. Jane parecía más restablecida que nunca. No la recordaba tan animada y saludable desde hacía mucho tiempo. Durante esas visitas, su hermana le contaba las noticias que llegaban, como Longbourn, y como tanto el señor Bingley como el señor Darcy se habían volcado en ayudar a todos los habitantes de la casa y a cuidar de ellas.

También le contó como había podido observar a Darcy y conversar con él, y tras llegar a la conclusión de que realmente era un buen hombre, le pidió que le diera una segunda oportunidad y hablara con él, pues le debían mucho.

A media tarde, Jane siempre se marchaba para que ella pudiera descansar, pues además de sus heridas, también estaba su fatiga y mareos, que no habían sido curados, ni habían desaparecido.

Una tarde, tras despertar de una pequeña siesta, se vio sola en la habitación, necesitando ver al resto de sus hermanas, que apenas habían pisado sus aposentos desde que habían llegado, se puso en pie y caminó a la puerta, saliendo al pasillo.

Cada movimiento que hacía era acompañado de un dolor agudo, pero necesitando de verdad ver a las pequeñas, tapó su boca con la mano para evitar chillar, y con lágrimas en los ojos comenzó a caminar de nuevo.

Al salir pudo percibir un leve gimoteo en la habitación contigua a la suya. Lentamente y apoyándose en la pared, se acercó y escuchó la voz llorosa de Lydia. Con cautela, se acercó a la puerta, que se encontraba medio abierta y desde ahí pudo observar como el señor Darcy estaba sentado en un sillón junto a la venta, con Lydia en brazos llorando y Kitty a su lado asustada, intentaba calmarlas.

-No debéis preocuparos, vuestra hermana se encuentra mucho mejor.

-¿Y por qué no nos permite ir a verla?- Preguntó Lydia llorosa y preocupada.

-Porque aunque está mejor, aun está muy delicada- Intentó explicarles- Sus heridas tardarán un tiempo en sanar, pero con tiempo, calma y cariño se restablecerá.

-¿Y no podemos ayudar? Queremos cuidar de ella- Imploró Kitty, enterneciendo al hombre.

-Si os comportáis como debéis y descansáis ahora un rato, después os llevaré verla.

-Todo esto es culpa mía, señor Darcy- Se desmoronó la pequeña, aferrándose al cuello del caballero con fuerza mientras lloraba- Lizzy se encuentra mal por mi culpa, si yo no me hubiera empeñado en ir a por mis muñecas cuando comenzó el incendio, ella no hubiera ido a buscarnos, y nada de esto habría ocurrido.

-Eso no es cierto pequeña, ninguna de vosotras es culpable de lo sucedido- Intentó calmarla- Tú no eras consciente del peligro que corríais las dos al subir a por las muñecas, todo ha sido un desgraciado accidente, y estoy seguro de que tu hermana piensa igual que yo.

-Lamento tanto todo lo ocurrido- Bajó la mirada un poco más calmada- No me refiero a lo del incendio, me refiero a todo, he sido una mala hermana, me he comportado fatal con todas ellas, y en especial con Lizzy- Se restregó la mano contra los ojos para borrar sus lágrimas- Quiero que sepa cuanto lo siento, quiero decírselo, que sepa cuanto la quiero.

Matrimonio de ConvenienciaWhere stories live. Discover now