Epílogo
-¡William!- Lo llamó su padre al ver como se acercaba al borde de aquel saliente, el niño de cinco años paró en seco su avance y miró hacia atrás, observando el semblante serio de su padre- No quiero que te acerques tanto.
-¡Pero se ha ido por ahí!- Señaló justo ante él- ¡Se nos va a escapar!
-No te preocupes- Le dijo con calma, caminando hasta él, para después arrodillarse a su lado, quedando a su altura- ¿De verdad querías que cazara ese urogallo?
-Pues yo... ¡Por supuesto! ¡Para eso hemos venido!- Dijo el niño con nerviosismo- ¿Por qué no lo cazas?
-Por qué sé que a ti no te haría gracia que lo hiciera- Le sonrió, revolviendo sus cabellos- ¿O vas a negarme que no eres capaz de cazar ni a un conejillo indefenso?
-¡Claro que puedo! ¡Soy un gran cazador! ¡Como tú!- Sus ojos se pusieron llorosos, y se giró, dándole la espalda a su padre, frustrado por verse descubierto, y enfadado, pensando que quizá su padre se enfadara con él.
-William, tú no eres cazador, y no hay nada de malo en ello- Le aseguró, colocando su mano sobre el hombro de su hijo.
-Pero tengo que serlo.
-¿Por qué habrías de ser algo que no quieres?- Preguntó su padre, girándolo y obligándolo a mirarlo a los ojos- Dime la verdad, ¿quieres ser cazador?- El niño intentó aguantar las lágrimas, pero no pudo, y viéndose derrotado, negó con pesar, dejando salir todo el llanto que intentaba disimular- ¿Y entonces por qué me mientes?- El niño bajo el rostro avergonzado- ¿Crees que no sé que te encantan los animales y que no soportas verlos sufrir?
-El señor Jefferson me dijo que eso no era propio de los hombres, y que tú solo estarías orgulloso de llamarme hijo si dejaba a un lado esa actitud tan compasiva y me endurecía.
-¿Eso te dijo?- Preguntó con enfado- Mañana tendré unas palabras con tu tutor sobre este tema, te lo aseguro- Le indicó al pequeño, para después levantarle el rostro con el dedo índice, obligándole a mirarlo a los ojos- Yo estoy muy orgulloso de ti, ¿me oyes?- El niño no pudo responder, aun avergonzado- Eres un niño muy dulce, cariñoso, compasivo, que no soporta el dolor ajeno, y que adora a los animales, y no podría estar más orgulloso de ser tu padre.
-¿No estás decepcionado? ¿No me desprecias? El señor Jefferson dijo que si mostraba mi debilidad solo me rechazarías.
-¡El señor Jefferson va a tener que darme muchas explicaciones por esos comentarios!- Exclamó furioso, para después relajar el rostro y sonreír al pequeño- Jamás te rechazaré porque seas tu mismo- Lo abrazó- Te quiero tal cual eres, eso que no se te olvide nunca- El niño correspondió el abrazo y empezó a cesar en su llanto- Además, en eso te pareces mucho a tu madre, y yo adoro todas esas cosas de tu madre.
-¿Me parezco a mamá?
-Desde luego- Sonrió mientras se separaba de él- Físicamente eres más parecido a mí, pero en el carácter, eres igual a ella, muy inteligente, cabezón y tenaz en tus decisiones- Le dijo, sacando una sonrisa del pequeño- A mamá tampoco le gusta la caza, aprecia demasiado a los animales, por eso no suele acompañarnos- El pequeño se emocionó al escuchar a su padre hablar de ellos dos- Tu madre prefiere salir a caminar por los jardines durante horas o quedarse en casa leyendo.
-¿Aun disfruta de salir a caminar?
-Por supuesto, es lo que más le agrada además de pasar tiempo con nosotros- Le aseguró, sorprendido de aquella pregunta- ¿Por qué lo preguntas?
-Porque me he dado cuenta de que mamá ya no sale casi de casa- Le explicó- Últimamente se pasa el tiempo recostada.
-Es cierto, últimamente apenas sale de la casa- Le respondió sonriente, levantándose y tendiéndole la mano, que el niño tomó en el acto y comenzando su camino hacia los caballos- Pero no porque ella no quiera salir, de hecho, más de una vez me he tenido que enfadar con ella por intentar caminar por los jardines ella sola.
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Matrimonio de Conveniencia
FanfictionTras la muerte de la señora Bennet, el señor Bennet había perdido casi todo el capital que poseía, y al descubrir que morirá pronto y que va a dejar a sus cinco hijas en la calle, cuando el señor Darcy aparece dispuesto a comprar Longbourn, el señ...