CAPÍTULO 37 (UN MUNDO SIN ÉL)

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Recostado boca arriba sobre su cama solo podía pensar en lo que ocurriría en unos cuantos días, miró hacía abajo un poco para ver a la rubia profundamente dormida en su pecho, totalmente inocente de los pensamientos que a él lo agobiaban, era cruel lo que Anna hacía para separarlos, no paraba de pensar en como esto afectaría a Elsa, él bien pudo decirle a la menor de las hermanas que ese maldito trato podría destruir a la reina, pero definitivamente ella no le creería y se lo había ganado, cualquier cosa que él le dijera a la pelirroja para evitar ser separado de Elsa, era imposible que ella lo creyera, pensaría que era una más de sus artimañas para manipularla, él  no le inspiraba nada de confianza, ¿Y por que ella le creería algo así? Si ella conoce a la perfección a su hermana mayor, sintió dolor en el corazón al pensar en lo que ocurriría después. Las ultimas tres semanas habían sido fatales para él, Elsa había regresado a sus labores reales, el verano había finalizado y ahora se mantenía nuevamente ocupada, era muy poco el tiempo que pasaban juntos, una que otra noche… Así como esa, ella se escabullía a la habitación del joven a pasar tiempo a solas con él, la noche se prestaba para que hicieran lo que quisieran juntos, se demostraban su amor de una forma dulce y a veces salvaje, hablaban un poco de muchas cosas antes de empezar a hacer el amor… Eso lo mataba por dentro, seguirle el juego a ella sabiendo lo que iba a ocurrir, pero era esos únicos momentos en los que podía disfrutar de ella, los únicos momentos en los que él podía fingir estar bien, como si nada pasara… Solo podía pensar en eso, miraba el toldillo de la cama fijamente mientras sus tortuosos pensamientos cruzaban por su cabeza, sin notarlo sintió una lágrima bajar pos su cien, abrazó mas fuerte ese cuerpo desnudo que reposaba en su pecho, se sintió impotente de no poder hacer algo al respecto, solo abrazarla y grabar en su memoria su aroma, y ese momento.
Un par de días habían transcurrido y Elsa se encontraba como siempre en su despacho trabajando, completamente aislada de todos las ultimas semanas habían sido algo pesadas, ya que el príncipe Jean Paul se ausentó temporalmente del palacio pero no de Arendelle, era un poco más difícil revisar ese tratado más a fondo sin él estar ahí, la rubia había pedido a sus consejeros ayuda para eso, sin embargo era complicado por que Jean Paul se negaba por completo a regresar al palacio.
-¡Hola! –Dijo Anna entrando alegremente al despacho-
-Anna… ¿Qué haces de pie? Cielos… Te puedes lastimar, ve a tu habitación por favor. –Dijo Elsa sin muchas ganas- No quiero que le pase nada a mi sobrino… O sobrina. Ve a descansar por favor.
Anna se quedó observando a su hermana quien la había casi regañado…
-¿Pasa algo? ¿Estas molesta? Sé que no debo entrar sin tocar antes, pero…
-Suspiró- Lo siento… Estoy algo estresada, no es culpa tuya. –Dijo tiernamente-
-Perdón…
-No… No pasa nada. –Dijo poniéndose de pie- Solo quiero que estés bien. Y el estar caminando por todo el palacio es riesgoso.-Dijo mientras se acercaba a ella para finalmente abrazarla- No quiero que le pase nada a este bebé hermoso.
-Te vez cansada… Y no me sorprende… Últimamente creo que no duermes bien.
-Bueno… Tengo muchas ocupaciones, el verano terminó y todo el papeleo y tratados con otros reinos me mantienen bastante ocupada.
-Sabes que no me refiero a eso…
-Ah ¿no?
-No… Te estas escabullendo al cuarto de Hans en las noches, y hasta mi habitación se oye todo lo que hacen.
Elsa se quedó en shock al oír lo que su hermana le decía…
-Lo lamento mucho, no pensé… -Pudo decir con las mejillas sonrojadas-
-Tienes buenos pulmones, sería lindo que dejaras de gemir tan fuerte… Es incomodo escucharte hasta altas horas de la noche.
-Anna en verdad lo lamento mucho, no es mi intensión molestarte…
-No parece… A veces siento que lo haces con intensión.
-¡Anna! No… No digas eso, yo no sabía que…
-Deberías dejar de revolcarte con él así…
-¡Ya! –La regañó- ¡DEJA DE FALTARME AL RESPETO! Estas insoportable… Entiendo que estés incomoda por tu embarazo, y que todo te cause molestia, pero no te voy a permitir que me faltes al respeto de esa manera.
-¡Bien!, si decirte que dejes de revolcarte con Hans es…
-¡SUFICIENTE! Fuera de aquí… -Le dijo caminando hacía la puerta para abrirla- No te voy a permitir que me ofendas de esa manera. Fuera…
Anna se quedó observando a su hermana, se veía bastante molesta, sus mejillas estaban rojas de la ira que sentía. Sin decirle nada salió del lugar, mientras Elsa solo azotó la puerta con mucha rabia.
-Es una atrevida-Pensó-
Las semanas anteriores Anna había mostrado un comportamiento que no era normal en ella, todo le molestaba, todo le causaba fastidio, estaba bastante altanera y mal humorada, todos en el palacio habían al menos tenido que soportar una de sus pataletas de embarazada, en una de sus pataletas fue grosera con Gerda delante de Elsa y eso le había causado mucha molestia a la rubia, que no tuvo más remedio que regañarla en frente de todos y hacerla pedir disculpas por su comportamiento.
- No voy a permitir que le faltes al respeto a Gerda y a nadie en el palacio. Todos trabajan arduamente para ayudarnos a las dos, para servirnos, lo mínimo  que merecen de nuestra parte es agradecimiento y respeto. Ahora por favor discúlpate con Gerda.
- Perdón Gerda, lamento haber sido grosera.
-No te preocupes mi niña, yo entiendo.
-En verdad estoy muy apenada.
Recordó Elsa el incomodo momento, sin embargo esta vez había excedido el limite, no pensó que le fuera a decir todo lo que le dijo y menos de esa manera, ella se sintió avergonzada y se sintió bastante herida. Trató de seguir con sus deberes para evitar olvidar el mal rato que Anna le hizo pasar, se acomodó en su trono frente al enorme escritorio y tomo de nuevo los documentos que había dejado cuando llegó Anna, y empezó a revisarlos de nuevo, mientras leía fue distrayéndose de lo que había ocurrido estaba muy concentrada y sin darse cuenta la pelirroja entró de nuevo en su despacho.
-¿Elsa?
Al escuchar la voz de ella, miró de reojo para confirmar que no había sido una voz en su cabeza, pero prefirió seguir leyendo e ignorar por completo a su hermana.
-Lo lamento mucho- Dijo entre sollozos- No quería ofenderte, es solo que… No sé que me pasa.
-…
-No quiero que me ignores, en verdad estoy muy apenada por haberte dicho eso.
-…
-Elsa… Por favor.
La rubia cerró los ojos, tomo aire profundamente y lo dejó escapar de sus pulmones lentamente, necesitaba tranquilizarse para hablar.
-Estas… Insoportable, ninguno de nosotros tiene por que aguantar esas actitudes Anna, y lo que yo haga en mi intimidad con Hans no… No es asunto tuyo. –Dijo tranquilamente- Pudiste haberme dicho eso de otra manera, y si… Seré un poco más discreta y más cuidadosa.
-No quiero que estés molesta con migo, sé que no te lo dije de la mejor manera.
-Déjame trabajar por favor.
-No quiero estar sola… Nadie quiere tenerme cerca.
-¿Te haz preguntado por que?
-Lo sé…
-Bien, ve a descansar por favor. No deberías estar de pie.
Escuchó a su hermana llorar y se giró para verla, se veía apenada por lo que le había dicho, sintió algo de compasión por ella, así que se puso de pie para acercarse a ella… Se sentó en una de las sillas que estaban frente al escritorio junto a ella para tranquilizarla.
-No llores más. –Dijo la rubia- Estas muy sensible.
-Perdón, discúlpame por haberte dicho eso.
-No quiero que vuelvas a reclamarme de esa manera algo tan delicado, hay mejores formas de decir las cosas.
-Perdón.
.No importa –Dijo mientras la abrazaba- También deja de decir que me estoy revolcando por que no soy ningún animal, somos dos personas que se aman y se demuestran amor, eso es todo. Es de muy mal gusto que digas eso.
-Lo siento… Aún no me acostumbro.
-Lo sé, pero debes entender que al igual que tú también me enamoré… Y que al igual que tú, yo también… Uhmm en fin.
-¿Me perdonas? A veces lo hago sin querer, mis hormonas me hacen decir cosas que no diría a nadie normalmente.
-Lo sé, tú no eres así… Solo sé un poco más respetuosa con todos por favor. –Dijo antes de dejarle un beso en la cabeza- Debes tratar de controlar todo lo que te esta pasando ahora… Solo… Mantente tranquila, y piensa que falta poco.
-Solo faltan unos días…
-Solo faltan unos días… Y todo acabará, pronto tendrás a tu bebé en tus brazos y volverás a ser la misma de antes.
-Uhmjum. –Respondió la princesa mientras secaba sus lágrimas-
-Bien… Ve a tu habitación, sabes que debes estar recostada y tranquila.
-No quiero estar sola… ¿Puedo estar aquí contigo?
-Uhmm estoy algo ocupada, te vas a aburrir mucho. Y te diría que hablemos mientras trabajo, pero tengo muchas cosas que leer, no te prestaría mucha atención.
-Puedo quedarme aquí quieta y callada.
-Rió-¿Puedes? Suena demasiado para ti.
-Jajaja si, si puedo… Es que odio estar sola.
-Bien… si quieres, termino de leer algunas cosas y para que no te aburras en un rato podremos salir a caminar, no muy lejos por que no quiero que te esfuerces mucho iremos a los jardines del palacio, caminaremos un poco y de vuelta, ¿Esta bien?
-Si…
-Bien, quédate aquí, iré a pedirle a Gerda que te traiga algo de comer mientras me esperas.
Elsa se puso de pie y salió del despacho rumbo a la cocina para pedirle a Gerda algo de comer para Anna, mientras la pelirroja se quedó sentada en el lugar en el que su hermana la había dejado, cuando de repente entró Hans y al verla frenó en seco.
-Mi hermana no está…
-Uhmm ¿sabes si tarda?
-No… Oye… Ya falta poco para que mi hijito nazca. –Dijo acariciando su pancita-
-Ya lo sé…
-Bien… Me alegra mucho que lo tengas presente.
-Solo espero que… Esto no lastime a Elsa, en verdad espero que tu hijo nazca bien y que lo que estas haciendo no valla a terminar mal.
-No tendría por que… Espera, ¿Es eso una amenaza?
-No… Solo creo que, no te haz detenido a pensar en ella.
-Ella va a estar bien. No te necesita… No cuando va a tener amor de verdad.
-Bien… Solo en verdad espero que esto no termine mal para ella.
Anna se quedó observándolo fijamente mientras el también le sostenía la mirada, sin que ninguno de los dos se diera cuenta Elsa estaba llegando a la puerta y al ver a Hans ahí con Anna se sorprendió.
-Hola… ¿Qué haces aquí? –Preguntó la rubia al joven.
-Venía a buscarte, quería comentarte algo.
-Uhmm bueno, estoy algo ocupada… ¿Puede ser luego?
-Si… No… No es tan importante.
-Bien… Te veré –Se acercó a él y en un susurro le dijo- En la noche.
-Si… -Solo se quedó observándola- Te veré en la noche.
La rubia entró al despacho de nuevo y caminó hacía su escritorio mientras el joven se retiraba para acomodarse y trabajar de nuevo.
-En un momento viene Gerda con algo para ti.
-Si…
Anna se quedó esperando por un momento, hasta que Gerda entró en el lugar y le dejó una charola con algo de Té y de comida para que disfrutara mientras su hermana terminaba de trabajar. Elsa vio como la pelirroja degustaba lo que había en la charola, se veía tan tierna y feliz, continuó trabajando hasta que finalizó parte de lo que debía hacer.
-Bien… Termine… Vamos. –Dijo dirigiéndose a su hermana-
-Si.
Ambas salieron del palacio caminando despacio, llegaron hasta el jardín y tomaron un poco de sol.
-No me quiero ir aún, quiero estar aquí afuera… No pude disfrutar el verano por estar encerrada.
-Lo sé, pero no es sano que estés afuera, puede ser peligroso. A demás ya caminamos mucho.
-Caminamos del palacio a los jardines del palacio. No es mucho…
-Jaja lo sé… Pero no quiero que le pase nada a este bebé hermoso.-Dijo acariciando la barriguita de su hermana.- No quiero que nazca antes de tiempo.
-No va a pasar… Aún faltan unos días.
-Bien… vamos… Debemos volver.  –Dijo la rubia-
-Nooo por favor. Otro ratito… No quiero estar más encerrada.
-Yo entiendo, pero me da miedo que camines mucho y el bebé salga antes.
-No… A demás, es bueno caminar en mi estado primero por que no me voy a aburrir y segundo por que es un ejercicio suave para que mi espalada no me duela.
-Uhm bien, pero un poco no más…
-¡Si! Vamos…
-¿A dónde? No… Quedémonos aquí sentadas.
-No… Yo quiero caminar, estoy cansada de estar sentada. Vamos hacia allá. –Dijo señalando las caballerizas-
-¿A las caballerizas? No,  hay animales allá y puede ser perjudicial para el bebé.
-Aay por favor Elsa, no me va a pasar nada… En serio quiero moverme un poco, tanta quietud me tiene aburrida. Solo un poco ¿si?
La rubia se quedó mirándola un momento, para después con mala gana y dudándolo mucho acceder.
-Esta bien… Pero solo un poco.
-¡Si!
-Vamos caminando despacio.
Ambas se dirigieron con cuidado hacia las caballerizas en realidad no fue muy buena idea por que al llegar ambas tuvieron que presenciar algo que no se esperaban, se encontraban Hans y Kristoff discutiendo.
-Deberías hacer tu trabajo.
-Pues eso hago, pero no es culpa mía que a ti no te agrade mi forma de arreglar el lugar.
-No es a mi a quien no le agrada, es a Sven…
-Claro, y yo vivo para preguntarle a tu reno que es lo que quiere en su cubículo. Yo no hablo con los animales.
Elsa interrumpió la discusión.
-Oigan ¿que está pasando?
Ambos se quedaron en silencio al oír la voz de la reina.
-Elsa… Uhmm lo que ocurre es que siempre...
-Siempre Hans deja el lugar de Sven como no debería.
-Bien ¿Cómo debo hacerlo entonces?
Ambas solo se quedaron mirando la discusión por un momento.
-Pues como se debe, por que Sven es un reno, no un caballo, no come cereal ni frutas, el come zanahorias.
-Bien, pues que alguien me diga donde están las zanahorias de tú reno por que de hecho solo se donde esta la comida de los caballos. Creo que proporcionarle sus alimentos es responsabilidad tuya, es tu mascota.
-Sven no es mi mascota, es mi amigo.
-Como sea es responsabilidad del dueño del animal, y hasta donde yo sé ese animal es tuyo.
Elsa solo se quedó viendo la discusión, esperó un momento para dejarlos desahogarse.
-Y no limpiaste el lugar donde Sven duerme.
-Si lo limpié hice un aseo general.
-No parece.
-¡SUFICIENTE! –Dijo Elsa soltando la mano de Anna para interponerse entre los dos jóvenes- Creo que es un poco innecesario pelear por esto. Kristoff debes hacerte cargo de las cosas de Sven, Hans en realidad no tendría ni siquiera por que seguir haciendo esto, pero el lo hace por que quiere sentirse útil.
-No le veo la utilidad en ningún lado. –Dijo el rubio-
-¡HEY! –Dijo Hans-
-¡Ya! Por favor. No creo que sea correcto quejarse del trabajo que hace Hans.
-¡Elsa! –Interfirió Anna- Si el va a hacer algo al menos que lo haga bien.
-Él hace su trabajo correctamente, lo lamento mucho Kristoff pero si deseas que a Sven se le proporcione su comida adecuadamente debes hacerlo tu mismo. Hans esta aquí desde muy temprano y se encarga de los caballos, tanto del mío como el de Anna y los de mi guardia real, pero no es obligación de él hacer algo especial o especifico para Sven, de eso te debes encargar tú, tú eres su dueño.
Mientras Elsa hablaba con los dos, Anna se alejó un poco de ellos, sintió un dolor bajo algo fuerte y seguido de eso sintió un liquido bajar por sus piernas, tomo su barriguita entre ambas manos y vigilando que nadie la viera se hizo a un lado. Elsa seguía hablando con los dos jóvenes que no paraban de discutir, se giró un poco hacia Anna para preguntarle algo y notó que ella estaba a un lado de donde estaba anteriormente, la miró y vio que estaba asustada y con las mejillas rojas.
-Anna.
La pelirroja la miró y sintió mucha vergüenza, pensó que se había orinado, pero el dolor en su parte baja le afirmaba que no era pipi, ya era hora. Elsa miró el pequeño charquito de agua que estaba debajo de su hermana y de inmediato la miró a los ojos.
-¿Te hiciste pipi? –Le preguntó en voz baja acercándose un poco a ella, mientras los otros dos jóvenes no dejaban de discutir-
-No… No es pipi- Dijo con la voz hecha un susurro-
Elsa no supo que hacer, estaba asustada por que Anna no se movía de donde estaba y empezaba a respirar aceleradamente.
-Oigan. –Dijo Elsa a los dos jóvenes, quienes no dejaban de discutir.- Oigan… ¡OIGAAAN!
Ambos se quedaron en silencio y la miraron de inmediato.
-Anna- Dijo señalando a su hermana-
Ambos jóvenes miraron a la pelirroja y al notar el charco de agua quedaron igual que Elsa, sin saber que hacer.
-Anna… -Dijo Kristoff-
La pelirroja sentía un horrible dolor y vergüenza, pues todos la estaban mirando sin saber que hacer.
-Me duele.- Pudo decir finalmente, con los ojos llenos de lágrimas-
Los cuatro se miraron entre si y como todos unos inexpertos lo único que hicieron los cuatro al tiempo fue gritar del susto.
-¡AAAAAAAAAAAAAAAAAHHHH! –Gritaron los cuatro llenos de pánico y de angustia-
-¡¡Ayudenmeeeeeee!!-Gritó Anna del dolor tan fuerte que sentía.
-¡Ok, tranquilos todos!- Dijo Elsa- Debemos tranquilizarnos, ammm Anna respira. Debemos llevarla de vuelta al castillo. –Les dijo a los dos jóvenes-
-¿Cómo? No la podemos hacer caminar.
-¡¡ME DUELE!!
-Shhh respira, vamos concéntrate en mi y respira… -Dijo Elsa tomándola de la mano-Respira, respira. Inhala, exhala… Inhala, exhala. –Dijo imitando la acción, seguida de Anna que hacia lo mismo.- ¡No se queden ahí parados, hagan algo! –Reprendió a los dos jóvenes la reina-
-¿Qué? – Dijeron los dos al unísono-
-No sé… Debemos llevarla de vuelta al…
-¡¡Aaaaaaaaahhhhh!!! ¡¡Ayudenmeeeeeeee!! Ya no puedo más. –Suplicó la pelirroja- ¡Ya viene!
-Ok, Ok… Tranquila Anna. Amm Hans, Kristoff tómense ambos de las manos, tendremos que hacer una especie de silla para que la lleven cargada entre los dos hasta el palacio.
-¿Qué? – Dijeron los otros tres-
-No quiero que Hans me toque. –Dijo Anna mientras lloraba del dolor-
-Por Dios Anna, eso es lo de menos… Tenemos que llevarte de vuelta al palacio.
-No, no quiero que se me acerque.
-¡ANNA! – La regañó- No seas terca. Hagan rápido lo que les digo, no creo que pueda aguantar más.
Ambos jóvenes se tomaron de las manos para con sus brazos llevar a la pelirroja cargada entre los dos de vuelta al castillo, Elsa ayudó a su hermana con mucho cuidado a sentarse en los brazos de ellos, no soltaba su mano por nada del mundo.
-Esta saliendo… Puedo sentirlo… -Lloró Anna mientras la cargaban-
-Vamos, vamos, vamos.
Todos se dirigieron de vuelta hacia el palacio, el camino no se les había hecho nunca así de largo.
-¿Por qué siento húmedo? –Preguntó Hans-
Elsa lo miró con una mirada inquisitiva por la pregunta que hacía.
-Cállate Hans, Aaaaaaaahhh, más rápido… Ya no puedo más, quiero pujar.
-¡NO!-Dijeron los tres al mismo tiempo.
-Bien, pues entonces muévanse por que ya no puedo aguantar máaaaaaaas. Aaaaaaahhh no, ya no. –Lloraba del dolor-
-Tranquila mi amor, ya falta poco.
Al entrar al palacio Elsa soltó la mano de la pelirroja para ir por Gerda y por ayuda.
-¡No! No me dejes sola… No te vallas.
-Prometo que no me tardaré, iré por ayuda.
-No, no, no.
-Anna, yo no sé como recibir a un bebé.
La pelirroja cayó en cuenta de que su hermana no tenía ni la más remota idea de como hacer algo así ya que a ella no le permitieron sus padres saber algo como eso, y la soltó para dejarla ir por ayuda. Gracias al cielo no tuvo que ir muy lejos pues uno de los guardias los había visto llegar con la princesa cargada y alertó a Gerda y al resto de las doncellas para que la ayudaran, así que cuando Elsa se dirigía a buscar ayuda, la mujer y las demás empleadas ya estaban listas para dirigirse a ellas y auxiliarlas.
-Alteza… Respire profundo- Dijo una de ellas-
-Llévenla a su habitación, dará a luz en ese lugar. –Dijo Gerda-
Hans y Kristoff obedecieron a Gerda y lo más rápido que pudieron se dirigieron con Anna hacía sus aposentos.
-Ya no puedo máaaas.
-Falta poco, ya casi llegamos.
Elsa estaba muy nerviosa, sabía que no había sido buena idea ir tan lejos a caminar, solo esperaba que el bebé naciera bien.
Al llegar a la habitación de Anna, Hans y Kristoff entraron con ella y la sentaron en la cama.
-Salgan, salgan.
-Me quiero quedar – Dijo Kristoff-
-No, no, no esto es algo que las mujeres debemos hacer, los hombres nos esperan afuera- Dijo Gerda sacando con pequeños empujones a Kristoff-
-Quiero que mi hermana se quede… -Dijo Anna- La necesito aquí conmigo-
Elsa no pensó que Anna le pidiera eso y se dispuso a entrar a la habitación, no sin antes ser detenida por Hans.
-Elsa…
La rubia lo volteo a mirar.
-Te amo, no lo olvides por favor.
Ella se quedó mirándolo extrañada, pero debía entrar de inmediato su hermana no aguantaba más.
-Yo también te amo. Te veo en un momento… -Dijo antes de entrar, inocente de que no lo vería de nuevo.-
Hans sabía lo que debía hacer ahora, se quedó viéndola como se alejaba mientras alguien cerraba la puerta de la habitación de la princesa, era momento de irse… No pensó que fuera tan pronto, pensó que aún tendría unos días más para estar junto a ella, disfrutar un poco más de su compañía… Se alejó de la puerta y si decir nada solo se dirigió a su habitación para recoger sus cosas, limpiarse un poco y salir de Arendelle para nunca jamás regresar. No sin antes dejar una carta sobre la cama, una carta que había escrito para Elsa días atrás.
En la habitación de la princesa todo era un caos, Anna no dejaba de llorar del dolor, sus gritos estaban poniendo nerviosas a todas las ayudantes.
-Tranquila mi niña, vamos a ayudarte.
-Quiero que salga ¡ya!... No puedo más, me duele mucho.
-Tranquila, vamos ponte de pie, debemos quitarte la ropa –Dijo Gerda-
Elsa estaba en un rincón sin saber que hacer, estaba muy asustada y nerviosa. Solo podía ver como las demás mujeres en la habitación corrían de un lado a otro cada una alistando diferentes cosas para ayudar a su hermana, solo podía ver como Anna gritaba y lloraba del dolor.
-Elsa… Ven. –La llamó Anna. –Quiero que salga ya.
La rubia se acercó a su hermana menor y la tomó de la mano.
-Tranquila, ya casi… Ya en un momento tendrás a tú bebé contigo.
-Si… No quiero que me dejes sola.
-No, yo estaré aquí para ti. No me iré… Estoy algo nerviosa pero no te quiero dejar sola.
Anna la abrazó, la rubia correspondió el abrazo. Gerda  se acercó a las dos hermanas para vestir con un camisón blanco a la pelirroja. La desnudó con ayuda de Elsa y puso el camisón.
-Quiero que salga ya… Ya no puedo en serio ya no.
-Tranquila, recuéstate y abre las piernas mi niña. –Le dijo Gerda-
Anna obedeció y se acostó en la cama con las piernas abiertas, la nana de las monarcas tocó la intimidad de la pelirroja para saber si ya estaba lista para empezar a pujar.
-Creo que ya mi niña.
-Quiero que salga rápido, no quiero aguantar más, no quiero que se tarde por que en verdad me duele y siento que el cuerpo me va a explotar.- Dijo llorando.-
-La única forma en la que el bebé puede salir rápido es que empieces a pujar de pie, aun que es incomodo.
-No importa, quiero que salga ya.
-Bien, ven ponte de pie, Majestad… ¿Podría ayudarme a sostener a la princesa? Ella va a necesitar que alguien la sostenga mientras puja.
-Claro… si, yo… Yo lo haré. –Dijo nerviosa Elsa, dudaba de lo que iba a hacer, ella nunca había presenciado un parto y menos ayudado.-
-Solo sosténgala con su cuerpo, abrásela y alguna de ustedes ayude a la reina Elsa a sostenerla, esto es un trabajo para dos.
Una de las doncellas se acercó a la princesa y a la reina para ayudar, la mujer abrazó a Anna junto con Elsa y ambas la sostuvieron.
-Abre las piernas mi niña y empieza a pujar con todas tus fuerzas.
-¿Quién va a sostener a mi sobrino cuando nazca?
- No se preocupe Alteza, yo estaré aquí para recibir al príncipe o a la princesa cuando salga.
Elsa asintió mientras Anna empezaba a pujar, lloraba y gritaba demasiado, estaba asustando a todas en la habitación.
-Un poco más, ya casi… Solo puja cuando sientas contracción mi niña.
-Estoy exhausta. –Dijo mientras trataba de recuperarse del último empujón-
-Un poco más Anna, falta poco. –Dijo Elsa-
-Aaaaaaaaaah, uhmmm noooooo Aaaaahhh. –Gritó Anna con todas sus fuerzas mientras pujaba.-
-Veo la cabecita del bebé un poco más mi niña, ya casi.
La princesa obedeció y pujó una vez más… Hasta que escuchó el llanto de su bebé.
-Dios mio… Ya, otra vez, un par de veces más mi niña para sacar el cuerpo de tu bebé.
-Ya no más… Ya no. –Dijo estresada y cansada mientras lloraba del dolor-
-Anna, escúchame… Solo un poco más, esto acabará pronto, tendrás a tu bebé y te darás cuenta que valió la pena todo. Solo un poco más.
-Ya no puedo más Elsa… No tengo fuerza.
-Anna… -Le dio un beso en la mejilla a su hermana menor- Confía en mi, solo será una ultima vez y será todo, queremos que nazca bien ¿Verdad? Ayúdalo. Solo una vez más…
-Uhmmm no puedo…
-Anna, si puedes.
La pelirroja hizo un último esfuerzo mientras apretaba con fuerza la mano de su hermana mayor.
-AAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHH AAAHHHHHHHHH NOOOOO AAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHH.
-¡Ya!- Gritó Gerda emocionada mientras halaba del útero de la pelirroja al pequeño bulto.
Anna y Elsa miraron hacia abajo y vieron al pequeño bebé lleno de sangre y agua, quien era sostenido por Gerda.
-¡ES UNA NIÑA! ES UNA BEBITA.
Las dos hermanas sonrieron emocionadas…
-Una bebé… Tengo una bebé. –Dijo débilmente la pelirroja-
-Si, es una bebé es… ¡ES UNA NIÑA! –Dijo la rubia emocionada y con lágrimas de alegría en los ojos-
Las doncellas colocaron una silla detrás de Anna para que con cuidado Elsa y la otra mujer que la sostenía la sentaran, al sentar a la princesa Elsa sintió que se quitó un enorme peso de encima. Acarició a su hermana mientras secaba el sudor y las lagrimas con un paño blanco.
-Ya… Ya terminó… Por fin. –Le dijo a la menor-
-Ya no voy a sufrir más.
-No, ya no… Todo va a estar bien.
Gerda se acercó a las dos hermanas mientras cargaba a la pequeña nueva princesa de Arendelle.
-Majestades… Les presento a la nueva princesa.
Anna y Elsa miraron a la bebé, enternecidas por la pequeñita quien aún estaba algo mugrosita de sangre y liquido amniótico, ambas sonrieron.
-Anda mi niña, tómala… Con cuidado.
Anna obedeció y tomo con el mayor cuidado del mundo a su bebé, la miró y rompió en llanto.
-Es hermosa… -Dijo Elsa- Hola bebé.-Saludó con ternura a la princesita-
-Es… Es mía… No… Es mía. –Dijo Anna emocionada, mientras lloraba y sollozaba-
-Es tuya… Es muy hermosa. –Dijo la rubia-
-No puedo creer que sea mía, ella es mía.
-Si… -Susurró Elsa- Mamá estaría orgullosa de ti. Lo harás muy bien. –Dijo con lágrimas de emoción en los ojos-
-Espero hacerlo bien.
-Lo harás… Yo lo sé… Va a ser tan inquieta como tú.
-O tan quieta y tranquila como tú.
Ambas rieron…
-¿Quieres cargarla? –Preguntó la pelirroja-
-Amm es… Me da miedo, es muy pequeñita. No sé cargar a un bebé.
Anna ayudó a su hermana mayor a sostener a la bebé, le entregó el pequeño bulto con mucho cuidado, mientras algo nerviosa la rubia sostuvo a la princesa. Cuando finalmente la pudo acomodar en sus brazos la rubia se enderezó para sostenerla ella sola por su cuenta, la miró detalladamente, revisó y contó tus pequeños deditos de ambas manos. Detalló con cuidado y precisión sus ojos que aun estaban cerrados, su pequeña cabecita la examinó minuciosamente, notó su pelo rubio, como el de su padre. Sonrió al ver por completo y de cerca a su sobrina… Esa pequeña niña quien muy seguramente sería la heredera, la única después de ella destinada a llevar la corona y gobernar Arendelle cuando ella ya no este…
-Eres muy hermosa mi bebé, mi pequeña princesa te amo. –Dijo la rubia a la bebé, para después besar su frente.
Anna sonrió al ver el gesto que su hermana tuvo con la niña, definitivamente esa bebé iba a hacer la adoración de la reina.
-Yo te voy a proteger de tu mamá cuando no te quiera hacer caso… Ella es algo necia, espero que tú no seas igual.
-Jajaja no… Creo que es muy tranquila… Será como tú. –Dijo Anna-
-Si mal no recuerdo…-Dijo Gerda- Cuando la princesa Anna nació, levantó el palacio a gritos y llanto. En cambio la princesa Elsa solo lloró un poco cuando nació, y después se quedó dormida, así como ella. Como la pequeña… ¿Cómo llamaran a la princesa?
Las tres se miraron…
-Se llamará Idunna. Como mamá –Dijo Elsa-
Anna la miró sorprendida.
-¿De verdad? –Dijo Anna- Me cedes el nombre de mamá…
-Si… Yo… No tendré hijos… Así que… Puedes tomar el nombre de mamá, no lo usaré… A demás, la heredera ya esta aquí. –Dijo mirando a la bebé que dormía en sus brazos. Ella es la próxima heredera.
-Aún puedes reconsiderarlo Elsa…
-No… Ya es una decisión tomada hace mucho tiempo.
Anna y Gerda se quedaron en silencio y se miraron las dos.
-¿Verdad Idunna? Ya no hay vuelta atrás. –Dijo sonriéndole a la bebé-
-No sé que decirte…
-No debes decirme nada… Solo promete cuidar a la próxima reina de Arendelle. Oye… Kristoff debería entrar.
-Si. – Dijo Anna- Él debería estar aquí.
-Iré por él… -Dijo Elsa devolviendo a la bebé no sin antes darle un beso en la frente-
Elsa se dirigió a la puerta, la abrió y solo vió a Kristoff quien esperaba ancioso…
-¡ELSA! – Se acercó a ella-
-Felicidades… Tienen una bebé hermosa.
-¿UNA NIÑA? –Preguntó emocionado-
Elsa solo asintió mientras sonreía…
-Santo cielo… ¡UNA NIÑA!, ¡SOY PADRE DE UNA NIÑA!
-Si… Y es muy bella… Anda, ve a verla.
Kristoff abrazó a Elsa más que feliz, se separó dispuesto a entrar a la habitación de Anna… Sin embargo la rubia lo detuvo.
-Espera… ¿Dónde esta Hans?- Preguntó ella.
-No lo sé… Solo se fue a su habitación… Creo, lo vi alejarse en cuanto cerraron la puerta.
-Esta bien… Iré a darle la noticia.
Elsa caminó en dirección a la habitación del joven, estaba tan feliz y emocionada, quería contarle que ella sería la tía de una hermosa bebé, al llegar a la habitación toco la puerta… No hubo respuesta, tocó de nuevo pero nadie abrió, se quedó mirando la puerta por un momento hasta que decidió abrir, al entrar en la habitación, observó el lugar minuciosamente… No estaban las cosas de Hans, ni su ropa, ni sus implementos de aseo, solo en la cama había un sobre con su nombre escrito. Se acercó despacio a la cama y tomó el sobre en sus manos, abrió el sobre y se dispuso a leer…
Ya iba bastante lejos de Arendelle, hace unas horas había zarpado… Iba con un solo pensamiento en su cabeza… Elsa. Se encontraba solo en medio del mar, los fiordos de Arendelle los había dejado hace mucho, desde que la vio alejarse hasta ahora ella seguía en su mente… Nunca en su vida se había sentido tan derrotado, tan lleno de rabia y tristeza, había llorado al irse de ahí, pero recordó lo que su padre le había dicho.-“Los hombres no lloran”- Pero al parecer ningún hombre había perdido a la mujer que más ama de esa manera tan injusta, a ninguno tal vez le habían arrebatado al único ser que vio algo bueno en él y a pesar de todo amó sin importarle nada. No… A ningún hombre que amara antes como él amaba a Elsa le habían quitado lo único que lo mantenía vivo… Ahora se encontraba en medio de la nada, solo… Con pocas provisiones y lo peor de todo sin saber como estaba ella… ¿Qué sería de ella después de que él se fuera? – Espero que ella sea fuerte y valiente.- Pensó, el ya no tenía nada más que perder, se había mentalizado a morir solo en altamar, como ella lo había evitado, lloró una vez más mientras le pedía al cielo una salida rápida, no quería vivir si no la tenía a ella cerca. Esperaba que fuera rápida y sin más dolor que ese… Se hizo un ovillo en le pequeño y rustico camarote del barco que lo llevó a Arendelle para pagar su condena… Una condena dulce y gentil que solo la más fría de las reinas pudo ofrecerle, él esperaba morir al llegar a Arendelle, pero se encontró con la bondad de la reina, se encontró con un noble y dulce corazón que lo salvó de morir a merced del mar… Pero no sirvió de nada, con las pocas provisiones no duraría mucho tiempo, tres semanas a lo zumo… Solo quería morir en paz, pero ni eso podía, por que había lastimado a la única mujer que amó, ahora solo le quedaba pedirle al cielo que a ella la llenara de fortaleza y de valentía para poder superar todo esto.

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