Capitulo 2 (Sentimiento de Culpa)

1K 59 14
                                    

A la mañana siguiente, la menor de las hermanas se había levantado antes con la intensión de preparar algo especial para su hermana mayor, pues era consiente de que había cometido un enorme error al insistirle a su hermana sobre un tema tan delicado para ella, causándole dolor e ira. Sentía que había herido a su hermana profundamente y quería compensarlo con algo delicioso… Sabía que su desayuno favorito era  chocolate caliente, algo de fruta y un pastelito cubierto de chocolate.

Mientras la reina a penas pudo descansar… Al despertarse recordó la discusión con su hermana menor y se sintió desolada. Quería llorar, pero sentía que ya no tenia lagrimas, se sentía agotada y agobiada, solo quería seguir durmiendo. Sin embargo se puso de pie, se dirigió a su baño privado, se despojó de su camisón de satén el cual era de un color azul claro como su vestido favorito.  Se introdujo en la ducha, el agua estaba helada… Tal y como a ella le gustaba, sentía la cara caliente de haber llorado tanto y el agua helada la hacia sentirse mejor. No tenia intensión de abandonar la ducha rápido, se tomo su tiempo este día para de alguna manera quitar el estrés del día anterior.

Anna en la cocina con ayuda de Gerda tenia listo el desayuno de su hermana mayor. Se dirigió a los aposentos de su hermana, abrió la puerta despacio y noto que Elsa no estaba, escucho la ducha en el baño se acerco a la cama y dejó la charola en la mesita de noche junto a la cama. Se quedó esperando a que su hermana saliera del baño para darle la sorpresa mientras notaba que la habitación tenia una temperatura baja comparada con el resto del castillo, que las sabanas estaban intactas, la cama hecha como si nadie hubiese dormido ahí la noche anterior e incluso estaban algo húmedas y frías, pensó en su hermana… Si habría pasado una noche tranquila o al menos habría podido descansar. Observó con atención cada indicio de que su hermana mayor había congelado todo la noche anterior, cada objeto de la habitación tenía al menos una ligera capa de hielo que lo rodeaba, se sintió fatal… Cuando de repente escucho la puerta del baño abrirse se quedo muy alerta para saludar a su hermana.

Elsa al abrir la puerta vio a su hermana menor, solo la miró, frunció en seño y siguió como si nada, ignorando a la pelirroja para finalmente decir…

-¿Qué haces en mi habitación? Sal de aquí, me voy a vestir.
-Elsa, quiero disculparme contigo. No debí presionarte para que aceptaras alguna de las cartas o para que me dijeras lo que sentías, no quiero que te sientas así.
-…
-No me ignores, mira te traje el desayuno.

La rubia miro la charola de reojo, y siguió hacia su tocador para colocarse algo de crema en la piel. Sin siquiera voltear a ver a su hermana menor.

-Me quiero vestir, necesito privacidad para eso.
-Nada que no haya visto antes.
-Anna!
- Ok (levantando las manos) me salgo, pero te voy a estar esperando afuera, sentada en el piso frio e incomodo y no vas a salir de aquí hasta que me escuches o hasta que aceptes mis disculpas. No quiero pelear contigo Elsa.
-Debiste pensar en eso antes de haberme hecho enojar ayer  ¿no crees?
-Lo sé, pero…
-Quiero vestirme, tengo frio.  (Dijo sarcásticamente)
-Si, te espero afuera.

La pelirroja salió y se sentó en el piso al frente de la puerta de Elsa, la misma puerta que había tocado una y otra vez de niña pidiéndole a su hermana hacer un muñeco de nieve. Cuando de repente se le ocurrió empezar a cantar en frente de la puerta…

-“¿Y si hacemos un muñeco?”
-…
-“No tiene que ser un muñeco”
-…
-“El piso esta muy frio, es incomodo y yo solo quiero hablaaaaar” “ofrecerte mis disculpas… Se que te hice enojar”
-…
-“Se que me escuchaaaas… Solo perdóname, no volverá a pasaaaar” “Tu eres lo que tengo, solo me preocupo y ya” “No te quiero volver a perdeeeer”
-…
-“¿Y si hacemos un muñeco?”

La pelirroja vio como la puerta después de un largo rato se abría y desde adentro escucho a su hermana mayor decir.

-Pasa…

Anna se puso de pie inmediatamente y entro a la habitación de la reina.

-Elsa, perdo…

La rubia la interrumpió

-Anna, no debes sentarte en el piso helado y menos si es el piso que esta fuera de mi habitación, anoche congelé todo de nuevo. Te hará daño mi frio, y no quiero que te vuelva a pasar algo por mi culpa.
-Elsa, en realidad lamento mucho haberte hecho enojar, no pensé que fuera todo de esa forma, no pensé que te sintieras tan… Así, se me partió el corazón ayer al oírte decir todo eso y no pensé que te sintieras de esa forma. Es claro que no hemos tenido el mismo tipo de vida aun estando en este castillo encerradas.
-Bien… Ya lo sabes.
-Si, y no te volveré a mencionar el tema si no te sientes cómoda hablando de esto, no es mi intensión hacerte sentir mal.
-Entiendes que no es un tema del cual quiera hablar, es algo muy privado y no me siento muy normal hablando de eso.
-Si, no va a volver a pasar, quiero ofrecerte disculpas.
-Disculpas aceptadas…  Pero aun quiero que me ayudes con las cartas, estoy muy saturada de trabajo y esas cartas hay que responderlas de hoy a mañana.
-Si, iré contigo a tu despacho si tú quieres.
-…- Si, sin embargo sigo molesta.
-Lo sé, tu cara no ha cambiado y la temperatura… Perdón.
-Ya sé, no ah subido y no creo que valla a subir en un rato. (Aún tenia cara de pocos amigos)
-Esta bien, me adelantaré y te espero allá.

La rubia solo se quedó sentada junto a la cama, mirando la charola que su hermanita le había dejado sobre su mesa de noche, comió algunas de las frutas que estaban en la charola, bebió todo el chocolate caliente y mordisqueo un poco el pastelito de chocolate que estaba junto al chocolate caliente. Solo podía pensar en todo lo que había dicho en un momento de exasperación, se asombró de ella haber dejado salir todo lo que pensaba y lo que sentía en un momento de ira. Sin embargo sintió pena por su hermana menor, sabia que se sentía mal por haberla hecho enojar y el haber perdido el control de la situación la había hecho sentirse peor consigo misma pues era la mayor y por más desesperante que fuera Anna, por más impulsiva, por más parlanchina que fuera, tenia que tenerle paciencia la vida de ellas había sido muy distinta a pesar de haber crecido en el mismo castillo. Solo pudo suspirar, y tratar de controlar su enojo, se tomo un momento más para descongelar su habitación, dejar todo relativamente normal y dirigirse a su despacho, pues era consiente de que había mucho por hacer, era consiente de que las gran mayoría de cartas que la esperaban estaban hechas agua e iba a ser más difícil aún leerlas.

De camino a su despacho se encontró con su pequeño amigo Olaf…

-Elsa!!
- Olaf! (Se alegró bastante de verlo)
-¿Estas mejor?
-Eh emmm si, ya me siento mas tranquila.
-¡Que bueno! Anoche todos sentimos frio, aun que yo siempre siento frio… En fin sentimos frio, pero Anna no dejó que nadie hablara contigo por que nos contó lo que ocurrió y nos pidió que te dejáramos sola, pues estabas alterada y muy probablemente no querías compañía.
-Si, necesitaba pensar y estar sola.
-¿Y llorar?

La rubia solo se quedó mirando al pequeño muñeco de nieve…

-Esta bien llorar, yo nunca eh llorado. Pero mucha gente me ah dicho que ayuda a sacar todo lo que te hace sentirte triste y te sientes mas aliviado.
-Si, me siento mejor.

Notó ligeramente que no estuvo tan mal lo que su hermana había hecho, pues de alguna forma la había ayudado a sacar esa tristeza que trataba de ignorar, y se sentía un poco mas ligera de cargas.

Olaf la abrazo y se despidió de ella, mientras le decía que iría con Kristoff y Svent a dar un paseo, tenían pensado ir cerca al castillo de Hielo que Elsa había creado para revisar que Malvavisco estuviera bien y de paso recolectar un poco de hielo de esa zona para poderlo vender.

La rubia entró en su despacho, al ver a su hermana sentada en una de las sillas que estaba frente al enorme escritorio, esperándola con las manos sobre las piernas quieta y callada, se enterneció. Se acercó a ella y la abrazó por detrás, le dio un beso en la mejilla y se sentó junto a ella.

-¿Te sientes mejor?
-Si… ya estoy más tranquila. Lamento haberte tratado de esa forma, es solo que…
-No tienes que darme explicaciones de nada.
-Lo sé sin embargo quiero pedirte disculpas, y agradecerte el haberme hecho decir todo eso. En parte me liberaste esa carga que trato de ignorar y que me duele. Yo sé que no es la mejor forma, pero… Siento que me quitaste un peso de encima, es difícil para mí hablarlo pues, desde niña papá no paraba de repetirme. “No haz de abrir tu corazón” y crecí con esa… Insana idea de guardar todo lo que siento para mi misma, no me es fácil abrirme con otras personas.

La pelirroja solo podía escuchar con atención lo que su hermana le decía, sin dejar de pensar que tan dura era su vida, vivir encerrada, aislada, con miedo y lo peor sin poder decir lo que siente por que le inculcaron que no era correcto. Tantos años aisladas la una de la otra, sin poderle decir a nadie lo que siente, como se siente y que tanto daño le hace… Solo lo podía decir al señor jorgenborgen, ese pequeño pingüino tejido, el cual era excelente escuchándola, pero no podía darle una palabra de consuelo, un consejo, no podía decirle algo que la hiciera sentir mejor.

-En realidad me siento mejor, y te lo agradezco.
-No te calles lo que sientes hermana… Si quieres hablar sobre algo, o quieres decir algo… Sin importar que sea, voy a estar dispuesta a escucharte. No te voy a pedir que lo hagas YA, hazlo cuando te sientas lista.

La rubia miró a su hermanita con ternura y la abrazó.

Elsa se sentía mejor, y extendió la invitación a Anna de quedarse con ella en el despacho para ayudarle con las cartas que no quería ni tenía tiempo de leer. Le explicó el procedimiento de que debía hacer con cada carta, debía leerla con atención, pensar en cada propuesta y ver que tan conveniente podría ser cada una de ellas para su reino, cada carta era importante diplomáticamente hablando, sin embargo tenía que tener en cuenta que estas cartas no la comprometían financieramente o la aliaran económicamente con algún reino vecino, sino que la comprometían “sentimentalmente” con otro monarca y eso era lo que no se podía permitir.

-¿Qué tal esta? Dice…

“Querida Reina Elsa de Arendelle, la presente es para mostrar mi interés en tomar su delicada y perfecta mano en matrimonio, debido a que usted es una Reina realmente hermosa y me llama la atención tal perfección. Es la mujer ideal, es una dama refinada, inteligente, estudiada, gobernante de su propio reino y muy especial. Aquellos rumores que han llegado a mis oídos sobre su… Peculiaridad, no son de temer. Es usted una mujer maravillosa solo por poseer tal magia, y eso me atrae mucho en una dama. Sin mas que mencionar, espero con ansias su positiva respuesta a mi propuesta de matrimonio, con admiración y agrado: Principe Hugh Boldegarth de Las islas del Noroeste”

La pelirroja solo podía pensar que el era perfecto para su hermana, era caballeroso, atento y sincero. Pero Elsa, no estaba de acuerdo.

-Es solo un adulador Anna. Un hombre que describe tantas cualidades de una mujer que no ah visto nunca, que no conoce en persona ni ah tratado con ella, es solo eso. Un adulador.

Anna solo se quedó observando a su hermana, ¿como podía ser tan calculadora e implacable con cada uno de ellos?

-¿Quieres que la conteste?
-No, yo la contestaré.

La reina dejó lo una de las cartas húmedas sobre la mesa para poder tomar la carta que su hermana acababa de leer y contestarla.

“Querido Principe Hugh Boldegarth de Las islas del Noroeste: El motivo de la presente carta es en respuesta a su petición de mi mano en matrimonio, agradezco su interés por mi y por considerarme para ser su esposa, pero lamento informarle que no me encuentro interesada en aceptar su proposición en estos momentos, me siento alagada pero en realidad deseo ocuparme de mi reino ya que es para mi de suma importancia recuperar relaciones financieras con reinos aledaños a Arendelle, espero entienda mi posición en este momento la cual es  crucial para mi reino. Sin más que decir me despido y deseo prosperidad para su reino, con aprecio: Reina Elsa de Arendelle”

Anna solo leyó la carta de reojo, no podía creer lo diplomática y cortes que podía ser su hermana con un hombre al cual ella misma había llamado adulador.

Así pasaron gran parte de la mañana las dos hermanas leyendo y contestando entre las dos esa gran pila de cartas de pretendientes las cuales eran tediosas para la reina, era una tarea un poco inútil por que finalmente las cartas ya contestadas regresaban con una declaración más abierta por parte del remitente, el cual mostraba más su interés por ella. Es como si el rechazo de ella fuera más atractivo para ellos. Cuando finalmente estaban por terminar ambas filas de trabajo, tanto las cartas con propuestas de matrimonio y las cartas diplomáticas las dos hermanas empezaron a relajarse un poco, ya no hablaban tanto de trabajo, sino de cosas más importantes para cada una. Anna le comentaba a su hermana que estaba muy enamorada de Kristoff, el era un hombre especial con ella, que la quería, la cuidaba y la respetaba no solo por ser la princesa de Arendelle, sino por lo que ella realmente era.

-Es un hombre maravilloso, es trabajador, es honesto. Esta un poco loco, pero esa locura y forma de ser de el me encanta.
-Que bueno Anna, me alegra que estés tan feliz junto a el. (Decía mientras contestaba una última carta)
-Si! En realidad espero con ansias que me proponga matrimonio, no veo la hora de casarme con el, y tener hijos.

Elsa solo podía escucharla, y pedirle al cielo que sacara esas apresuradas ideas de su cabeza, pues consideraba que su hermana era muy joven para pensar en comprometerse tan pronto y aún peor, en tener hijos.

-¿Tu crees que podríamos vivir aquí? ¿No te molestaría?
-¿Donde más vivirías? Este también es tu reino, y para serte sincera no me gustaría vivir sola en este castillo tan grande.
-¡Perfecto! Tendrías más compañía, sobrinos corriendo y jugando por todos los pasillos, gritando y riendo.
-¿Sobrinos?
-¡Si! Todos jugarían con Olaf y será muy divertido.
-¿No crees que es un poco apresurado pensar en hijos? No creo que sea tan fácil como decirlo y ya, todo lo que dices tiene una responsabilidad, una enorme responsabilidad.
-Lo sé pero es bueno pensar a futuro, solo imagina. Tú con un par de bebés a tu cargo que sean solo tuyos, bueno y de tu esposo, esos pequeños pedacitos de alegría por todo el castillo.

Anna no paraba de hablar, mientras la pobre Elsa solo pensaba en que en realidad para ella seria muy difícil tener hijos o siquiera pensar en tenerlos.

-Bueno, yo no puedo hablar de esa forma Anna.
-Oh! Si. Discúlpame.

La pelirroja había caído en cuenta de que su hermana no podía concebir la idea si quiera de casarse, y se sintió mal por el comentario que hizo.

-Sin embargo… Me alegra que tú pienses a futuro. Eso es bueno. (Dijo la rubia dejando de lado la pluma con la cual había escrito todo el día)
-Elsa…
-Dime.
- ¿En realidad nunca haz pensado en… Casarte y tener una familia?

La reina solo pudo quedar en silencio por un momento, antes de contestar…

Espero de todo corazón que les agrade mi historia, tal vez es un poco aburrida,pero si lo vemos del lado psicologíco de Elsa,ella suele ser así... Comenten y voten.

FROZEN EVER AFTER Where stories live. Discover now