CAPÍTULO 34 (INDIFERENCIA)

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Habían pasado ya tres días desde el cumpleaños de Anna, la pelirroja no mostraba mejoría, su vida y la del pequeño que crecía dentro de ella seguía en riesgo, las noches siguientes al inconveniente fueron noches terribles para todos en el palacio, noches en las que los gritos de dolor de la menor de las hermanas no dejaban descansar a nadie, Elsa había pedido a los habitantes de Arendelle pedir al cielo por la salud de su hermana, pero al parecer nadie escuchaba las suplicas de todos los habitantes incluidas las de ella, sin embargo las actividades por el solsticio de verano seguían en marcha poco o nada la rubia se había presentado a una que otra actividad, lo hacía por protocolo y por no despreciar la llegada del príncipe Jean Paul quien trataba de entender por todo lo que la monarca y su familia pasaban, Hans había decidido alejarse y darle un poco de espacio a Elsa por todo lo que ocurría, al igual que ella… Ambos se evitaban sabían que ya nada sería como antes, la platinada estaba más que ofendida y dolida por la forma en la que el ex príncipe dudaba de ella, había tomado la decisión de simplemente evitarlo, ya tenía más que suficiente con la angustia que tenía, tenía más que suficiente con ver a Anna sufrir y llorar de dolor, el no saber si su sobrino o sobrina sobreviviría y el simple hecho de no saber si su hermana menor iba a estar bien, el poco descanso que tenía la reina de Arendelle en esos días lo había ocupado en leer y buscar una forma de ayudar a su hermana, el medico real no les daba esperanzas de nada pero ella no se iba a quedar de brazos cruzados viendo como su hermana perdía más las esperanzas y la salud.
Se encontraba leyendo en el despacho, lucía cansada, estresada y agobiada, no iba a permitir que algo le pasara a la pelirroja y a su sobrino, leía con atención un libro en runas antiguas que hablaba sobre como evitar que el parto se adelantara, hasta que alguien llamó a la puerta.
-Adelante.- Dijo con pocas ganas.
Escuchó la puerta abrirse sin embargo no quería dejar de lado el libro que sostenía en sus manos, y con poco interés miró hacia la puerta para encontrarse con el pelirrojo quien entraba en silencio.
-¿Podemos hablar?
Quitó esa mirada de decepción y de poca emoción de él, continuó con su lectura para finalmente decirle con pocas ganas y mucho desinterés.
-No tengo nada que decirle Hans.  Por favor ¿podría dejarme sola?
-No, No me iré de aquí sin hablar contigo.
-…
-Sé que no es el momento y en verdad lamento mucho todo lo que esta ocurriendo, pero necesitamos hablar.
-…
-Elsa… Por favor.
-…
El joven se acercó lentamente a la rubia quien no paraba de leer, a medida de que se iba acercando la veía más cansada, más agobiada y con un semblante decaído.
-Luces cansada, sé que no haz podido descansar las ultimas noches.
-… -Suspiró-
-Por favor, solo te pido que me escuches un momento.
-No quiero. –Dijo con palabras débiles-
Hans se acercó un poco más a ella y sin pensarlo dos veces le quitó delicadamente el libro de las manos, haciendo que ella lo mirara.
-Debes descansar, te ves muy enferma y agotada. –Dijo mientras la dirigía a una silla-
-…
-No quiero que te enfermes al igual que Anna.
-Yo no estoy embarazada.
-Lo sé, pero si quieres ayudar a tu hermana debes estar bien tú.
La rubia caminó hacia su trono, pues se encontraba de pie junto a la ventana leyendo, caminaba dirigida por el pelirrojo para finalmente caer sentada.
-Te ves en verdad muy agotada, deberías descansar un poco.
-No puedo, debo ayudar a Anna y al bebé.
-Entiendo… Sin embargo si caes enferma tú también no habrá quien la ayude.
-¿Qué es lo que quiere Hans? –Preguntó molesta-
-Por ahora que descanses, sin embargo… Te debo una disculpa, por lo que te dije.
-…
-Sé que lo que te dije no esta bien, y en verdad…
-No importa…-Interrumpió- ¿Podría por favor dejarme sola?
-No.
-No siento ánimos, ni ganas de hablar ahora.
-Elsa, por favor.
-¿Qué? ¿Quiere que le diga que no me hirió? ¿Quiere que le de la razón? Hans… La confianza se rompió, si usted no puede confiar en mí… Yo no puedo hacer nada, no me corresponde a mí arreglar algo que usted rompió. Ahora por favor, déjeme sola. 
-Sé que cometí un error y te pido que me perdones por eso.
-Hans, no es el momento. En realidad todo esto pasó a un segundo plano, lo único que quiero ahora es que Anna y el bebé estén bien, la verdad no me interesa nada más.
Hans se quedó solo observándola, se veía cansada, estresada y muy agobiada. Simplemente se alejó de ella para finalmente salir del despacho.
Pasaron al menos seis semanas y Anna empezaba a mostrar mejoría estaba en su sexto mes de embarazo, poco a poco su salud se había ido recuperando, notaba que el dolor que la invadió semanas atrás la abandonaba a ella y a su bebé de a pocos.
-¿Como te sientes? –Preguntó la rubia-
-Uhm, bueno… Al menos seguimos vivos los dos. –Dijo acariciando su pancita-
-Gracias al cielo… Me alegra mucho que te sientas mejor. –Dijo acariciando a su hermana-
-Si… Siento algo de dolor pero, el medico dice que estaremos bien.
-Sé que será así. Pronto el dolor se irá y podremos salir juntas a pasear por los jardines del palacio.
-Me gustaría, siento que el calor del verano me sofoca estando aquí encerrada… La ventana abierta no hace mucho por evitarlo. –Rió-
-Jajaja bueno… Solo debemos esperar un poco más, sé que te mueres de ganas por salir a disfrutar el verano pero debes pensar en este precioso bebé- Dijo acariciando el vientre de su hermana- que en unos meses estará con nosotros.
-Si… -Suspiró-
-Bien… Te dejaré un momento sola, debo hacer algunas cosas en mi despacho. ¿Quieres que le pida a Gerda que te traiga algo?
-No… Estoy bien, solo algo adolorida. Mi pequeño es algo inquieto y no deja de moverse… Aun que en verdad me alivia sentir que se mueve. Tuve mucho miedo los días que no lo sentía.
-Lo sé, todos tuvimos miedo, odiaba oírte gritar y llorar de dolor y no poder hacer nada…
-Lamento haberlos preocupado a todos, en especial a ti. Sé que no podías estar tranquila, sé que no dormías muy bien, incluso pensé que tu también te enfermarías.
-Bueno… Si, no importa, yo lo único que quería era que estuvieran bien, no quiero volver a perderte, ni a ti ni a mi sobrino.
-O sobrina…
-O sobrina… ¿Qué crees que sea?
-No lo sé…
-¿Qué quieres que sea?
-Jajaj no lo sé, solo quiero que nazca bien. Aun que me encantaría que fuera una niña…
-Una niña… Sería tan inquieta como tú Jajajaja
-O tan quieta como tú.
-Bueno… No estaría nada mal ya es suficiente con una Anna.
Ambas rieron ante el comentario de la rubia.
-Bien, te dejaré descansar. Te veré más tarde.
-Esta bien… Me aburro un poco estando aquí sola, Kristoff no volverá hoy en la noche.
-Lo sé, perdón pero es verano, y el sol es abrazador, hace bastante calor afuera, todos los habitantes de Arendelle necesitan hielo, así que le pedí que por favor fuera a la montaña del norte a buscar más, yo en verdad traté de hacerlo por mi misma para evitar que se fuera y no dejarte sola pero… Es difícil mantener a todos frescos sin que termine congelando todo Arendelle… De nuevo.
-¿Por qué? ¿Ocurre algo?
Elsa había evitado a Hans por semanas, aún estaba dolida por lo que él le había dicho, quiso perdonarlo, pero no podía… No podía dejar que destrozara su honor de esa forma y solo salirse con la suya.
-No…
-Cuéntame… ¿Pasa algo verdad? Tú ya puedes controlar tus poderes… No es normal que digas eso.
-Suspiró- No pasa nada… Solo, hay cosas que a veces nos lastiman.
Anna se quedó observando a su hermana, se veía triste pero prefirió no decirle nada… Sabía que esa tristeza y su forma de hablar en ese momento tenían nombre propio.
-Te veré después… -Dijo la rubia, para después besar la frente de su hermana menor- Descansa.
-Si…
Sin decir nada más la rubia salió de la habitación de su hermana y se dirigió al despacho, evitaba pensar en Hans, habían sido semanas difíciles, sentía que lo extrañaba pero odiaba que él pensara que ella y Jean Paul tenían algo, no había una razón para eso… Más que el beso que se dieron esa vez en la que el joven príncipe de Wesselton la sorprendió, ella sentía aprecio por él pero no era nada comparado con lo que sentía por Hans… Sintió tristeza al recordar lo que el pelirrojo le había dicho… Al llegar a su despacho notó la presencia de Jean Paul.
-Elsa…
-Jean Paul… ¿Necesitas algo?
-No… Bueno, si yo… Quería pedirte que me acompañaras, sé que la princesa Anna ya se siente mejor y pensé en que sería buena idea en que te distrajeras un poco. Entiendo que fueron semanas difíciles para ti…
-Ah jaja si… Pero… Uhmm esta bien.-Dijo dudosa- ¿A dónde iremos?
-¿Qué te parece ir a montar?
-¿Montar?
-Si… No conozco todo Arendelle aún y me gustaría que tú me mostraras tu reino.
-Claro… Si, seguro. –Respondió algo nerviosa- Yo… Solo terminaré unas cosas aquí y te buscaré en un rato, ¿Te parece?
-Esta bien… Te esperare entonces. –Dijo el joven, antes de acercarse a ella-
Jean Paul se quedó observando a la rubia un poco más de cerca, era tan perfecta… Detalló cada una de sus facciones y cada una de sus expresiones, notó algo particular en los ojos de ella.
-Elsa… ¿Ocurre algo?
-¿Qué?
Se acercó un poco más a ella, casi quedando frente a frente.
-Pasa algo ¿Verdad?
-Amm no… -Dijo en voz baja, y algo dudosa-
-Si… Lo veo en tus ojos. Hay algo que te tiene triste.
Elsa sintió un nudo en la garganta, no esperaba que Jean Paul le dijera algo así, se había esforzado en ocultar que Hans la había herido, pasó semanas haciendo como si nada pasara y simplemente evitándolo para no caer de nuevo en su tierna forma de quererla, y en su horrible forma de celarla, él había dudado de ella, de ella que sin pensarlo dos veces como solía hacerlo le había dado la oportunidad que nunca nadie había tenido de acercarse a ella, ella que a pesar de que el cometiera el error de querer deshacerse de ella y de Anna confió en él, de ella que había descartado toda clase de contacto con un hombre, le había permitido a él ser el primero y quería que fuera el único, sin embargo al parecer para Hans no era suficiente.
-No… Todo esta bien.
-¿Segura? –Preguntó mirándola a los ojos-
-Si… -Respondió ella evitando la mirada del joven-
-Bien… Te veré en un rato, dejaré que termines de hacer lo que debes hacer, te espero.
-Si… Gracias.
Sin decir más el príncipe de Wesselton salió del despacho dejando completamente sola a la reina, quien al salir el joven dejó escapar un par de lágrimas de sus ojos, sentía ganas de perdonar a Hans, pero ella no podía permitir que esas cosas pasaran en su relación.
Pasado un rato y ya después de haber terminado sus deberes como reina de Arendelle salió en busca de Jean Paul para aceptar la invitación que el príncipe le había hecho, al encontrarse con él, caminaron juntos hacia las caballerizas para poder salir a montar un poco, Elsa tenía idea de los lugares a los que podía llevar al príncipe para que conociera Arendelle de la mejor manera, hablaban y reían juntos mientras se acercaban al lugar, todo entre ellos dos era simple… Desde una risa hasta un  comentario sencillo hacia que ambos sintieran que hablaban como si fuesen amigos desde siempre, el momento se vio interrumpido por la presencia de Hans en las caballerizas, era un momento más que incomodo para Elsa y para él, Jean Paul pasó por alto la presencia del pelirrojo, simplemente se dedicó a prestar toda su atención en Elsa. La rubia se acercó al lugar donde se encontraba SnowFlake.
-Mira Jean Paul, esta es mi yegua… Su nombre es SnowFlake.
-Oh… jajaja entiendo, SnowFlake… Que original, es usted demasiado particular reina Elsa. –Dijo en tono burlón-
-Bueno, no tanto como usted príncipe Jean Paul… Usted me gana por mucho.
Los dos bromeaban sarcásticamente, esa era su forma de comunicarse, era una forma de tener cierta camarería sin perder sus ademanes de realeza, a ambos les encantaba bromear de esa manera, era como su lenguaje secreto, una forma especial de entenderse el uno al otro y dejar las formalidades a un lado, para ser simplemente dos jóvenes bromeando.
-Pensé que no sabías montar, cuando llegaste a Weeselton llegaste al palacio en un caballo con uno de tus dignatarios.
-Lo sé… Aprendí no hace mucho. –Dijo mirando de reojo a Hans quien no estaba muy lejos de ellos aseando a uno de los caballos del ejército de Arendelle-
-Aprendes rápido… Como esa noche en la que te enseñé a bailar… ¿Lo recuerdas?
-Jajaja como olvidarlo… Tuviste mucha paciencia.
-No fue difícil, eres bastante inteligente y hábil.
- Bueno, tu eres un excelente maestro… No esperaba aprender en una noche.
Ambos se quedaron mirándose fijamente, la mirada del otro decía más que mil palabras y sus mentes recorrían paso a paso el detalle de aquella noche, desde la comida que había sido esencial para salvar Wesselton, hasta el beso que se desprendió por parte y parte, ambos se sintieron felices y no pudieron evitar sonreír como torpes. Hans por su parte al escucharlos y ver de reojo lo que ocurría sentía que la sangre le hervía, sentía que en verdad estaba perdiendo a Elsa… Ambos escondían algo y el lo sabía, sabía que el silencio de ellos y la sonrisas que se dedicaban era por algo que ellos y solo ellos sabían. Su corazón se estrujó por un par de segundos hasta que escucho la voz de Elsa dirigirse con tranquilidad a él.
-Hans… ¿Podría por favor colocar los accesorios y la silla para montar a Snow?… Saldremos a montar, y por favor ¿podría alistar un ejemplar para el príncipe Jean Paul?. –Pregunto en un tono neutral y firme-
-Si alteza.- Dijo serio y cortante-
Esas dos palabras habían hecho que el corazón de la rubia se estrujara, no había marcha atrás… Él ya no la quería, ya no sentía nada por ella, ni siquiera la había volteado a mirar para responderle, le daba un trago de su propia medicina a la rubia.
-¿Qué tipo de ejemplar desea para… El príncipe?
-Cualquiera esta bien…
-¿Un sangre pura le parece bien reina Elsa? –Pregunto frio y sin siquiera mirarla-
-Si… Esta bien. –Dijo evitando que el nudo en su garganta y sus ganas de llorar ante tal frialdad la derrotaran en frente de Hans-
El pelirrojo se alejó de ella para ir en busca del ejemplar que ella pedía para Jean Paul, mientras el joven príncipe se acercaba a ella de nuevo.
-Eres bastante noble y buena… Permitir que él este aquí en tu reino, y que se encargue de las cabellerizas con tal de que no muera en altamar. Eres un ángel…
-Tú… ¿Cómo sabes eso? –preguntó-
-Bueno, es lo que se dice entre varios monarcas… Mi padre habló con el padre de Hans, no se si no recuerdas pero el rey Andrew estaba el día del baile que ofrecimos en tu honor, no es difícil no saber lo que ocurre entre reinos.
-Ya…
No era difícil saber lo que ocurría entre reinos, esas cosas siempre pasaban… Lo que los demás reinos no sabían era que Elsa no solo había ayudado a Hans a no morir, sino que a demás de eso habían iniciado una relación en secreto, habían pasado de ser verdugo y victima a ser más de lo que después de ese incidente estaría permitido entre ellos. Elsa sentía que el corazón le daba un vuelco, sería una situación extraña y demasiado peligrosa si Jean Paul se enterara de que ella y Hans habían tenido algo, sería terrible si supiera que ella le había permitido más que vivir en Arendelle para evitar que muriera, sería fatal para su reputación si alguien a parte de Anna supiera que se habían entregado el uno al otro, sería juzgada por su actuar, sus dignatarios estarían más que escandalizados al saber que primero ella ya no era virgen y segundo que su virtud se la había entregado a el hombre que intentó asesinarla… Era una situación caótica, sin embargo al ver al pelirrojo acercarse a ellos de vuelta mientras dirigía uno de los caballos para el príncipe Jean Paul, sintió algo que había ignorado por semanas… Esas sensaciones que el pelirrojo provocaba en ella con tan solo mirarlo, esa dulzura en él que ella ya había probado, había demostrado que el era bueno, no tenía duda de esa bondad, él era solo un hombre que estaba hecho de muchos pedazos rotos exactamente igual que ella.
-Aquí esta el ejemplar pura sangre que me pidió reina Elsa.- Dijo con un tono frio-
Jean Paul se acercó al caballo para mirarlo y examinarlo con cuidado…
-Es un hermoso ejemplar Elsa, tu reino tiene los caballos más hermosos que eh visto.
-Gracias…
-Este ejemplar es pura sangre… Solo tenemos uno en mi reino. –Dijo Jean Paul-
-Bueno, a mi padre le encantaban… Tenemos varios de hecho… -Dijo ella con una voz suave y melancólica-
Hans soltó al caballo para acercarse a Snow y colocar los arneses y la silla al dejarla lista se dirigió a Elsa.
-Alteza su yegua esta lista. –Afirmó cortante-
-Gracias… -Dijo ella con tristeza-
Jean Paul ayudó a Elsa a subirse en Snow y acto seguido se subió al caballo que anterior mente Hans le había entregado. Notó la forma particular en la que Elsa se sentaba sobre el animal, no era igual a la forma en la que llegó sentada al castillo en Weeselton, le causó curiosidad verla así, con cada pierna a los lados de su yegua.
-Bien… ¿A donde iremos?
-Bueno, no conoces todo mi reino así que te llevaré a un lugar especial… Bueno en mi reino hay muchos lugares especiales. Y si tú gustas podemos ir a la villa, hay muchas cosas que ver ahí.
-Te sigo…
Elsa azotó suavemente a Snow tal y como Hans le había enseñado, miró de reojo al pelirrojo que evitaba a toda cosa mirar la escena para finalmente avanzar a toda velocidad…
-Debes alcanzarme si quieres conocer todo Arendelle… Dijo un poco más animada.
Haciendo que Jean Paul acelerara para ir tras ella, mientras Hans solo veía como ella se alejaba divertida con el príncipe.

Holaaaa!!
Chicas, lo prometido es deuda.
Aquí el siguiente capítulo, espero que les guste, que no me odien y que comenten mucho, no olviden votar en invitar a más gente a que lea está historia ya que todo eso me motiva mucho... Falta poco para el final recuerden que solo serán 40 capítulos y si gustan y tiene acogida subiría una segunda parte que solo será #HELSA 
Un abrazo a todas y nos vemos en la próxima actualización byee
👋😁❄


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