CAPÍTULO 4 (DESTIERRO)

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-¿Qué esta haciendo usted aquí?
La monarca preguntó sumamente molesta.
-Majestad, pídales a sus hombres que por favor bajen sus armas.
-Usted no esta en condiciones de pedir nada.
Todos los soldados apuntaban a la cabeza del individuo, estaban listos y atentos a cualquier señal de la reina para atacar.
-Por favor majestad, sea razonable… Le suplico que…
La rubia estaba sumamente alterada y no dudo en interrumpirlo.
-¿Razonable? ¿Quiere que yo sea razonable con usted? Esto es el colmo del descaro. No quiero que se baje de su embarcación manténgase ahí, no le permitiré pisar mi reino.
-Majestad, tranquilícese.
-¡No me diga que tengo que hacer! No le permito que se baje de su embarcación.
Elsa estaba a punto de ella misma cerrar la compuerta y enviar de nuevo el barco por donde había llegado, sin embargo tenía la leve sensación de haber olvidado algo. De un momento a otro y de una forma sutil y delicada se acercó su consejero Kai, pues el si había recordado algo que tenia que ver con el individuo.
-Majestad… Disculpe.
Sin embargo fue interrumpido.
-Creo que no le llegó la carta de mi Padre.
-¿Carta? (Sabia que había olvidado algo) ¿De que carta me esta hablando?
-Mi padre El rey Andrew Westergaard de las Islas del sur le envió una carta, dándole a conocer su decisión de enviarme a Arendelle para desempeñar los trabajos forzados que usted crea convenientes para pagar mi deuda por mi comportamiento anteriormente.
Elsa solo pudo quedarse en silencio y tratar de recordar donde había puesto la carta, sabia que Kai le había informado de la desagradable correspondencia que había llegado de las Islas del sur, pero no recordaba haber leído esa carta en algún momento. No recuerda haber visto a Anna leer esa carta. La platinada solo pudo voltear a mirar al hombre regordete que estaba junto a ella, tratando de recordar que había pasado con esa carta.
-Su majestad, recuerda la carta. (Le dijo en voz baja)
-Si, pero no recuerdo haberla leído (Contestó en voz baja)
Al no recordar haber leído esa carta, lo único que pudo hacer fue decir una blanca mentira.
-Pues como sea… No la conteste es por que no me interesa tenerlo en mi reino, ni siquiera para limpiar los desechos de los caballos.
-Pero…
-Pero nada. ¡Atención a todos! Devuelvan a este… Joven por donde llegó, lo quiero lejos de mí y de mi hermana menor, lo quiero lejos de mi reino.
-Majestad, por favor permítame quedarme… Si regreso a las islas del sur mi padre me desterrará. Dice el que por Honor debo servirles a ustedes y a Arendelle debo realizar todos y cada uno de los trabajos que usted como afectada crea convenientes para pagar mi deuda… Incluso dice que será por el tiempo que usted desee. Por favor, permítame quedarme, de lo contrario quedaré a la deriva en este barco, no puedo regresar a las Islas del sur, hasta que usted le haya enviado una respuesta a mi padre de que no me necesita más aquí. Por favor, no quiero estar solo en altamar, podría morir.
La reina al escuchar eso, recordó que sus padres murieron de esa forma… Era una muerte horrible, llena de angustia y desesperación. Pensó en los últimos momentos de sus padres, muy seguramente asustados por morir en altamar, de la forma más cruel y triste… Ahogados. Por más que Hans fuera un patán, un imbécil, y un farsante… No merecía una muerte así. Ella lo que menos quería era causar la muerte de alguien, pues era consiente del dolor de perder a alguien que amas. Solo pudo detenerse a pensar y reconsiderar la oferta que le estaban haciendo.
-Majestad, por favor no deje que muera. No tengo puerto ni lugar a donde llegar.
Después de un largo momento de pensarlo, suspiró y al verse acorralada solo pudo de muy mala gana aceptar que Hans se quedara en Arendelle.
-Esta bien… Pero… Antes de bajar de su embarcación tendrá que ser esposado. No le permitiré caminar libremente ni tan tranquilo por mi reino. Llegara caminando acompañado de mis guardias al castillo, y de ahí será encerrado en uno de los calabozos mientras decido que hacer con usted. Es todo.
La rubia subió a uno de los caballos auxiliada por uno de los guardias, el cual cabalgo el caballo con la monarca y la llevó al castillo, Kai se encargo de acompañar al joven en el trayecto del muelle al castillo, supervisando que las esposas estuvieran correctamente colocadas en sus manos y asegurándose de que fuera llevado a uno de los calabozos mientras la reina decidía que hacer con el.
Llegando al castillo Elsa trataba de recordar en donde había dejado esa carta, pues sabía de su existencia pero no recordaba siquiera haberla tomado en sus manos. Ya en el castillo, corrió desde la puerta hacia su despacho a buscar la correspondencia, tenia que leer el mandato del rey Andrew Westergaard para saber que hacer con su hijo. Al pasar corriendo junto a la habitación de Anna y debido al ruido que hacían sus tacones al correr, la menor salió de su encierro pues había escuchado el tlaqueteo de los zapatos de su hermana.
-¡ELSA! (Salió de sorpresa)
-Aaaah ¡Anna! Casi me haces caer (La regañó)
-¿Que esta ocurriendo? ¿Estas bien?
-¡Si! Solo algo apurada, pero por favor no salgas de tu cuarto hasta que yo vuelva por ti.
-¿Estamos en peligro?
-No lo sé aún, pero por tu seguridad no salgas. Yo me encargo de todo, debo buscar un documento importante en mi despacho, en cuanto tenga todo solucionado regresaré y te contaré que ocurre.
-Cuéntame ahora mismo. No me puedo quedar solo aquí esperando a que tú me digas algo. Me mata la preocupación y la angustia de saber que tú estas afuera corriendo peligro.
- No te puedo decir nada ahora, al menos hasta que haya controlado un poco la situación. Entiéndeme por favor.
Sin decir nada más y de forma muy apresurada siguió su camino hacia el despacho, abrió la puerta estrepitosamente y empezó a buscar la dichosa carta, busco en cada cajón de su escritorio, en cada uno de los libros, debajo de el mismo escritorio, busco en la pequeña cesta de basura que estaba al rincón de la habitación. No podía hallar el papel por ningún lado. Se sentó en su silla, respiró profundo y empezó a recordar las pocas cartas que estaban sin leer, pues estaban mojadas después del día que por cuenta de su hermana había congelado todo el despacho y humedeciendo cada papel que estaba sobre su escritorio, recordó que muchas cartas estaban congeladas. Habían quedado hechas hielo, pero no habían sido desechadas del todo, recordó que Kai las había dejado en un lugar en específico, recordó el lugar así revisando cada una de esas cartas húmedas. Finalmente encontró lo que buscaba, tomo la carta en sus manos y con cuidado de no romper el contenido interno abrió el sobre. La carta en si estaba fría y húmeda alrededor en los bordes del papel, la carta decía:

Querida Reina Elsa de Arendelle: La siguiente carta es para manifestar mi vergüenza  y mi enorme dolor al enterarme de el terrible, reprochable y bajo comportamiento de mi hijo en su reino. En realidad no alcanza a entender la vergüenza y el deshonor que siento en estos momentos, no habrá disculpa por parte mía y de mi esposa que valga a tan terrible y penosa deshonra que nuestro hijo a causado, desde lo mas profundo de mi corazón y con mi honor por delante le pido que acepte una disculpa por parte nuestra, sé que esto no compensará la angustia, el dolor y sufrimiento provocado por mi hijo menor el cual les causó a ustedes dos, tan finas y respetables damas. No puedo expresar de otra forma mi decepción pero puedo compensar este terrible hecho el cual puso sus vidas en peligro.
Deseo manifestarle que mi hijo ah sido reprendido con trabajos forzados en mi reino, es un castigo que yo le impuse para que se diera cuenta del error tan terrible que cometió lleva mas de un año realizando labores forzosas en nuestro reino, desde limpiar pisos, lavar la ropa de sus hermanos y de la servidumbre, hasta limpiar los desechos de nuestros corceles. Sin embargo pienso que la deuda y el agravio lo debe pagar en servicio de ustedes, usted y su hermana menor, debe pagarlo con creces y le pido que por favor no sea blanda con el, haga lo que crea que debe hacer para pagar por sus crímenes, si el desea recuperar su honor y su titulo de príncipe de las islas del sur es algo que eh decidido dejar a su cargo. Su titulo honorario de príncipe fue revocado, pues ese comportamiento no es digno de un príncipe y menos de un rey. La única que podrá devolver tal titulo y tal honor será usted, en el momento que su majestad lo sienta conveniente… Debo aclararle que no aceptaré un NO como respuesta, pues el debe pagar por lo que hizo, de lo contrario usted misma tendrá que desviar su embarcación de vuelta, pero aquí ya no será bien recibido por lo cual quedara a la deriva y a merced del mar. Lamento que mi hijo tenga que acercarse si quiera a sus fiordos, pero ah perdido el honor y si quiere recuperarlo debe ser a servicio y merced suya. Nuevamente le pido que acepte una disculpa y en su misericordia real no juzgue las acciones de mi familia y mi reino por las terribles acciones de mi hijo. Sin más que agregar, espero prosperidad, paz y un fuerte castigo para mi hijo. Con todo mi honor destrozado y con enorme aprecio a su reino, a sus difuntos padres y su familia me despido. Rey Andrew Westergaard de las islas del sur”

No había otra salida, el rey había sido muy claro en la carta si Elsa no quería a Hans en su reino podía devolverlo al mar y que la naturaleza o la gracia divina le hiciera pagar lo que hizo, sin embargo sabia que el ex príncipe moriría y eso es algo que ella no quería cargar en su conciencia.

-Dios… ¿Que haré ahora yo con este hombre aquí?

Se preguntó en voz alta, no sabia que tipo de trabajos forzosos ponerlo a hacer. No sabía como hacerle pagar el daño que les causo a ella y a su hermana. No era una mujer vengativa, sentía rencor por haber dejado que su hermana se congelara después de haberle negado el beso de amor verdadero, era un desalmado por permitir que su hermana sufriera y por engañarla. Sentía rabia e impotencia por tener al que fuese su verdugo en su propio reino, pues el no dudo en empuñar una espada para lastimarla a ella. Ahora tenia que albergarlo y darle comida al hombre que estuvo dispuesto a matarla para ocupar su lugar en el reino. Era una situación estresante y eso que aún no le había mencionado nada a Anna. Estaba tan inmersa en sus pensamientos que no notó que Kai estaba en la puerta llamando su atención…

-¿Majestad? 
-…
- Uhmm Uhmm, majestad.
-Kai… Perdón estaba distraída.
-Disculpe por incomodarla, pero… ¿Qué haremos con el Príncipe Hans de las Islas del sur?
- El ya no es un príncipe, ese honor le fue revocado en su reino… Y no sé, yo nunca eh reprendido a nadie. No se como hacerlo, no se que trabajo forzoso imponerle.
-¿Reprendido?
La monarca extendió la mano entregándole la carta al hombre que no sabia de que le estaba hablando.
-Léela por favor, yo no sé que hacer ante esto.
El hombre solo tomo la carta y basto unos minutos para leer su contenido, el al igual que la reina estaba desconcertado.
-Entonces el Princi… El joven no mentía fue desterrado de Las islas del sur.
-Si, y si yo no lo quiero aquí puedo devolverlo en su embarcación al mar. Pero podría morir y no quiero cargar con una muerte en mi conciencia.
-La entiendo majestad…
La chica lo único que pudo hacer fue poner su cabeza sobre sus manos en el escritorio y quedarse pensando por un momento… Hasta que finalmente preguntó.
-¿Donde esta en estos momentos?
-En uno de los calabozos majestad, esta encadenado.
-…
-Solamente es que usted de la orden de que trabajo le pondrá y no tendrá que mediar palabras con el, yo mismo se lo haré saber.
-No, ya en un momento bajo a verlo, debo aclarar puntos básicos y esenciales con el sobre su estadía en Arendelle, pero… No quiero ir yo sola, alguien debe acompañarme. ¿Podrías?
-Claro Majestad, seria un gusto.

Los dos salieron del despacho rumbo a los calabozos del castillo, pasando por un montón de guardias que al ver a la reina hacían una reverencia, para finalmente llegar donde estaba el ex príncipe esperando pacientemente su destino el cual estaba en manos de Elsa.

-Uhmm Buenas tardes.
-¡Elsa!
-Reina Elsa para usted. O su majestad, no le eh dado la confianza ni el consentimiento de llamarme por mi nombre y menos después de sus acciones en contra de la vida de mi hermana menor y mía.
-Lo lamento su majestad.
-Como sea… Vengo a decirle que ya que no tengo opción, por que en realidad no la tengo. Eh decidido que le daré asilo en Arendelle, usted no es digno de habitar en mi reino… Pero no quiero cargar con una muerte en mi conciencia, bien podría devolverlo por donde llegó pero al leer la carta de su padre el cual manifiesta que tampoco será recibido en su hogar y quedando a la deriva en el mar, en donde muy posiblemente muera tomé la determinación de que se quedará aquí, se que ya no tiene un titulo real, ya no es un príncipe y mucho menos un monarca. De ahora en adelante estará ayudando en la cocina, limpiando los baños, ayudando a mi servidumbre. Limpiando todos y cada uno de los rincones tanto del palacio como de la villa, estará pendiente de mi caballo y el de mi hermana, tendrá que recoger los desechos de ellos, limpiar las cabellerizas y mantenerlas aseadas. No podrá acercarse a mi hermana menor y mucho menos a mí. De ahora en adelante usted será uno más de mis empleados a todos los trato con respeto por que se lo han ganado, espero que usted se gane mi respeto… El titulo de príncipe no me siento con la potestad de dárselo yo, eh decidido periódicamente enviarle una carta a su padre dándole información suya para que el vea que estoy cumpliendo con lo que me pidió. Y para que el mismo decida si debe devolverle su titulo, es algo de lo que no me quiero encargar. ¿Alguna objeción?
-No majestad.
-Bien, también dormirá aquí. No hay habitaciones disponibles para usted, en este palacio tan grande, son pocos los empleados los que viven aquí.
Kai solo podía mirar a la reina, quien aseguraba hace un momento no saber que hacer y afirmaba no saber reprender a nadie, para no saberlo había sido implacable con el muchacho.
-¿AQUÍ? ¿Me quedaré en el calabozo?
-SI. (Dijo la rubia decidida y con firmeza)- ¿Esperaba una habitación cómoda?
-Uhmmm no, pero tampoco esperaba dormir en el calabozo.
-Lo lamento mucho, no tengo mas habitaciones… Haré que le permitan bañarse, ponerse ropa cómoda y comer algo, ordenaré que le entreguen un par de mantas y una almohada para que pueda descansar. Es lo único que puedo hacer por usted. 
-Esta bien majestad…
-Ahora creo que debe ir a asearse.
La reina sin retirarse dio la orden de que lo dejaran salir para irse a bañar. Cuando uno de los guardias abrió la puerta y el joven paso junto a la reina.
-Uyyy (Dijo la rubia tapándose la nariz)
-Por Dios… (Dijo el guardia)
-Uff Hans ¿cuantos días llevaba en el mar?
El joven se sintió apenado por el terrible olor que emanaba.
-Muchos días su majestad.
- Ufff Ok, emmm solo… Tome un baño y ordenare que le entreguen ropa limpia. (Decía la rubia asqueada por el olor tan fuerte, tapándose la nariz y tratando de no vomitar) –Después de eso pasará y comerá algo, le pediré a Gerda que le sirva comida antes de que todos cenen, comerá usted primero y luego regresará a su… Habitación para descansar antes que los demás. Mañana será un día pesado y tendrá que empezar desde temprano.
-Si majestad.
-Por favor acompáñenlo y vigílenlo. (Evitaba mirarlo)
Cuando el joven se alejó de ella, Elsa estaba a punto de vomitar por el fuerte olor del hombre.
-¿Quién sabe cuantos días llevaba en el mar? Tiene un olor horrible.
-Olía bastante mal su alteza… No pensé que llegara en esas condiciones.
-Dios… me dolió la nariz. ¿Te puedo pedir que por favor te encargues de la ropa limpia, las mantas y la almohada?
-Con gusto su alteza.
La rubia se dirigio a la cocina para pedirle a Gerda que le preparara algo al joven ya que no al parecer no había comido en días, le pidió que también la cena de ella, de su hermana y de Olaf se la llevaran a el cuarto de la princesa pues no quería que Anna supiera que Hans estaba en el castillo quería evitar a toda costa que su hermana supiera antes de que ella le diera esa delicada información. Al terminar de hablar con ella se dirigió a donde su hermana menor.
-Anna, soy yo. Abre la puerta por favor.
-…
-¿Anna?
Al no ver respuesta de su hermana, la primogénita entró en pánico y empezó a golpear con fuerza y desesperación, hasta que por fin abrió.
-Awwwww ¿Qué ocurre? (Dijo desperezándose)
-Aajjjj ¿Por qué no abrías la puerta? Pensé lo peor.
-Lo siento… Me quedé dormida. ¿Todo esta bien? ¿Tu estas bien?
-Si… ¿Me permites pasar?
-Claro, sigue.
Al entrar en el cuarto de su hermana, se sentó en la cama y se quedo pensativa… No sabia que decirle o como decirle.
-Dormiré esta noche aquí contigo.
-Emmm esta bien, pero… ¿Por qué?
-No es seguro que estemos solas.
-Elsa, me estas asustando. ¿Qué ocurre?
-Solo confía en mí…
De un momento a otro se escucho una vocecita que salía del baño…
-¿Hoola Elsa!! ¿Todo esta bien?
-¡Olaf! Holaa. Si, solo le decía a Anna que… Que tendremos una Pijamada esta noche. Y tú estás invitado.
-¿Una pijamada? ¿Tendré que usar una pijama como las de ustedes? El rojo es mi color y resaltaría mis ojos.
-Jajaja si… Pero no tendrás que usar una, te vez cómodo con tus botones.
-Esta bien, pero no quiero ser el único que no participe en la pijamada por no llevar pijama.
-Eso no pasará.
Anna miraba desconcertada a su hermana por la actitud que tenía pero tenia que hacer como si nada pasara aunque estuviera preocupada. No quería alterarla al insistir con el tema.
-Anna ayúdame a cepillar mi cabello. (Pidió la rubia de forma dulce a su hermana menor)
Anna obedeció y soltó la trenza de su hermana, tomo su cepillo y empezó a cepillar el rubio cabello. Pasado un rato Gerda Tocó la Puerta para entregar la cena de ambas monarcas en la habitación, tal como lo había pedido con anterioridad la reina, cenaron juntos y mientras Elsa evitaba el tema para evitar reocupar a Anna, finalmente las dos hermanas se acostaron en la cama de la menor.
-¿Elsa?
-Uhmm? (Contesto casi dormida)
-Te quiero mucho.
La rubia abrió un ojo y con ternura le respondió a su hermana.
-Yo te quiero más, ahora duérmete.
Se dio la vuelta hacia su hermana y le acarició la mejilla tal y como lo hacia su madre cuando eran niñas. Ambas cayendo en un profundo sueño.

Gracias a todos por leer, trataré de subir el siguiente capítulo mañana.

FROZEN EVER AFTER Where stories live. Discover now