Me enamoré de alguien que parecía muy dañada, pero todos lo estamos. En mi caso, culpé a los que me hacían bullying. Pensé que el hecho de que mi mente me dijera «no te pierdes de nada», «no naciste para eso», «¿para qué una fiesta?», «no es necesario relacionarse», «esta etapa pasará» lo hacía real, pero eran mis inseguridades las que me impedían querer ser parte de aquellos que viven lastimando para llenar el vaso de «superioridad». Y eso era Julie defendiéndose. Es triste, pero preferí no pasar vergüenza delante de mis amigos. No quería que ellos se sintieran apenados de estar en público conmigo, y omití mi vida dándole poder a aquellos que me hicieron sentir invisible. Ya no. Sophia me enseñó que el mundo puede ser un asco, pero no todas las personas lo son. Ella comenzó a amarme y cada vez que me amaba, me hacía sentir segura.

Antes, me daba mucha pena admitir que me sentía nadie, que quería ser nadie. Que me temblaba el cuerpo cuando me preguntaban algo, o cada vez que Jéssica se dirigía a mí. Que fingía ser fuerte e indiferente hasta que un día me creí esa indiferencia y me curé del dolor, pero la herida hace poco comenzó a cicatrizar.

Mi vida era sencilla y me conformé con lo sencillo por no indagar en el problema.

Casi nunca creemos que nos pasa algo, hasta que sucede y nos damos cuenta de cómo habíamos llevado el curso de nuestros días. En mi caso era muy fácil: instituto, casa, estudios, horas de soledad. Intervenciones de Paula. Claudia poniendo la música a todo volumen tratando de animarme. Benjamin hablando conmigo sobre el futuro. Yo, diciéndoles que tenía que estudiar y encerrándome en mi cuarto. Instituto, las personas molestándome, empujones, Belén preguntándome en clase, Paula copiándose de mis exámenes, Benjamín diciéndome que todo estaría bien. Yo, llegando a mi casa para escuchar a Sergio decirme que mis padres me querían, aunque no estuvieran presentes.

De nuevo, se repetía la rutina. Mi habitación, mis libros, la satisfacción por demostrarme que el futuro sería bueno. Ver cientos de videos de Harvard para sentirme más cerca de la vida perfecta que un día iba a llegar. Ir a la piscina cuando necesitaba un espacio. Hundirme en el agua intentando parar lo que me afligía. Jéssica haciéndome quedar en ridículo en clases, Paula insultándola, citas en dirección. Yo, sin querer decir nada, mintiéndoles con el miedo del que no sabe que, si habla, las cosas van a cambiar. Y todo lo que recuerdo tiene el mismo semblante. Mi pasado fue monótono hasta que alguien vino a desordenar mi existencia y a decirme: ¡Aprende del caos y déjate llevar!

Sophia llegó molesta con la vida, pero sin dejar de sonreír. Los abusivos querían estar cerca de ella, pero ella quería estar conmigo. Me sonreía y el instituto dejaba de ser una pesadilla. Se sentaba a mi lado y valía la pena disfrutar del presente. Tenerla cerca se convirtió en un incentivo porque aunque se estaba muriendo por dentro, ella me retó a vivir.

Sophia me enseñó que el futuro por más hermoso que parezca, todavía no llega. Que cualquier cosa puede cambiar. Que lo único que existe es lo que hacemos y por eso escribí esta historia. Ella me mostró que podía ser lo que quisiera. Se convirtió en mi verdad y conquistamos un sueño que le dio sentido al bache emocional del que no me percataba.

No quise perder más tiempo, volví a la carpa para observarla dormir. Parecía desbordante de esa felicidad que siempre quise que consiguiera. Tenía las mejillas de color carmesí y la boca (hinchada por mis besos) formaba una sonrisa.

Me motivé a escribirle y la primera carta que hice, también fue a ella.

«Lo que pensé que era un capricho, terminó siendo amor. Y no soy tan buena con las palabras, pero no necesito ser poeta para decirte que estoy enamorada de ti. No tengo miedo de lo que siento, pero sí de perderte. Jamás pensaría en quitarte la libertad, pero me gustaría que fuéramos libres juntas. Sé que le tienes miedo a los patrones sociales, así que no te pediré que seas mi novia. Dices que no es necesario darle un nombre, pero mis sueños están marcados con tu identidad. Por ahora, quiero que cuando te preguntes qué significas para mí y creas que otra persona puede quitarte tu lugar, o que no eres suficiente, recuerdes esta carta y te descubras siendo mi TODO».

El capricho de amarteWhere stories live. Discover now