9. Besos inesperados ⅓

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Sam se había ofrecido a llevarme al partido, sabía que la única razón por la que lo hacia era Patrick, solo era necesario ver su mirada cada vez que él estaba con Olivia para darte cuenta que ella estaba enamorada de él. Algo que no admitiría fácilmente.

El estacionamiento del estadio Levi's, en Santa Clara, estaba repleto de autos que nos fue imposible conseguir un lugar hasta dar más de dos vueltas.

Mire mi reloj, el partido comenzaría en una hora, pero eso no evita que las personas estuvieran ya en sus asientos.

El bus que había rentado la universidad había llegado hace quince minutos, con todo el equipo en el interior. La banda estaba viniendo en otro bus junto con las porristas y algunos profesores. El entrenador estaba tan sonriente como jamás lo había visto, sabía que significaba mucho para él, el poder llegar hasta aquí, sobretodo al pensar en que alguno de sus chicos -como solía llamar a cada integrante del equipo- pudiera ser tomado por un equipo profesional.

Me había cambiado mi gorro rosa, por uno gris con una letra A en el centro, Sam había conseguido el jersey de uno de sus primos, que años atrás había estudiado en la universidad. Habíamos conseguido por suerte unos asientos de última hora, no eran los mejores, pero eran lo suficiente cerca para ver bien el partido.

Una vez en nuestros asientos mire hacia todos lados, el estadio estaba repleto de personas con jersey de cada  una de las universidades. Me senté junto a Sam, quien miraba hacia donde se encontraba la banda y las porristas, no sabía sí la razón por la cual miraba en esa dirección era porque quería ver a Patrick o solo se quería cerciorar de que su hermana estubiera lejos de él.

Busque con la mirada a Kirk, era demasiado difícil cuando demasiados enormes cuerpos se movían en el campo de un lugar a otro. Pero fue inevitable no verlo, estaba hablando con su entrenador, quien señalaba sus lentes y negaba. Kirk se los quitó y los lanzó a las bancas con notorio enfado, tomo un casco y lo colocó sobre su cabeza para así después correr en dirección a dónde se encontraban sus demás compañeros.

Se veía tan poderoso ahí, con el uniforme de la universidad. Sus brazos y músculos se tensaban cada vez que se movía o hacia un ejercicio que les indicaba el entrenador. No podía apartar mi vista de él y cada cosa que hacía. Era como si fuera la única persona que se encontraba ahí.

Saque un pedazo de papel de la chaqueta y limpie mi nariz. El sol cubría a todas las personas y nos daba calor, yo tuve que mantenerme cubierta para no enfermar más.

Sam sacó su cámara de su bolso y comenzó a tomar fotos de cada uno de los integrantes de cada equipo. Yo coloque los codos en mis rodillas y mi barbilla sobre la palma de mi mano.

Una pequeña niña de no más de cuatro años estaba sentado junto a mi lado con un jersey de nuestra universidad, su cabello rubio era sostenido por dos coletas a cada lado de su cabeza, un gorro morado sobre su cabeza. Alzó su rostro y me miró con duda, sus ojos grises me miraron detenidamente, cuando miró el gorro con la letra A sonrió. Extendió su pequeña mano regordeta, sonriendo ante su saludo, estreché su mano con la mía.

—Me llamó Ava— me sonrió mostrando sus perfectos y pequeños dientes blancos.

—Soy Lily— respondí de vuelta.

—Ava, cariño. No molestes a las personas.

Una señora de alrededor de cuarenta años regaño a la niña, quien asintió y miro hacia adelante. Comenzó a moverse sus pies en un vaivén mientras veía hacia el césped.

—No se preocupe, no me está molestando.

La señora asintió y miro hacia enfrenté. Ava me miró y me sonrió de nuevo.

En mi pielWhere stories live. Discover now