Universo para dos

Beginne am Anfang
                                    

—Te miraría si no pusieras tanto empeño en ponerme nerviosa —me atreví a decirle y pude ver de reojo el asomo de su sonrisa, claro, eso no fue tan grave como sentir su mano helada reposar sobre mi estómago.

¿Sabían que la sensación de las mariposas significa una huida de sangre de nuestro intestino y nuestro estómago? Al parecer no era la única que necesitaba huir de ella. Esa sangre que corre va a los músculos de las piernas y también de los brazos, preparando al cuerpo para salir corriendo. Esa sensación de hormigueo existe porque al perder sangre, perdemos oxígeno, y los nervios sensoriales —a modo de queja— lanzan esa sensación que puede compararse al aleteo de una mariposa. Sophia Pierce lograba alterar a mi organismo más anárquico, y por eso, sentía tantos aleteos.

—No sé si va a funcionar lo que quieres, pero necesito decirte algo —Sophia comenzó a hablar y olvidé mi nerviosismo para mirarla, porque sabía que no estaba coqueteándome. Al contrario, estaba muy seria—. Si permití que entraras a la habitación fue porque necesitaba un motivo. Cuando te veía entendía las cosas que habías querido mostrarme y eras más que un motivo.

—¿Qué cosas? —me volteé y ambas quedamos de lado mirándonos.

Y las estrellas pasaron a tercer plano, porque había algo más importante frente a mí.

—Que tal vez exijo demasiado del mundo en el que vivo —contestó—: Que quizás he estado frustrada porque quiero algo que no va a lograrse. Cuando te veía tranquila, sin exigirme que te hablara, sin tratar de sacar algo de mí para sentirte satisfecha de haberme "ayudado", me di cuenta de que eres medicina sin querer serlo. Eres como una droga extraña...

—Ok... podrías llamarme de otro modo, entendiendo que tienes serios problemas con las adicciones.

—¿No te gustaría que en vez de la heroína sea adicta a ti? —sonrió.

—No —contesté—. La adicción te hace creer que necesitas de algo externo para que tu vida sea feliz. Yo no quiero estar en tu vida para hacerte débil, para que cuando no me tengas no consigas un sentido y ese sentido que te está faltando yo creo que está aquí —puse mi mano en su sweater en el lado del corazón.

—Lo dices porque tienes miedo —el semblante de Sophia cambió y todavía mirándome fijamente me dijo lo que pensaba—: Tienes miedo de ayudarme y que me encariñe tanto contigo, que cuando te vayas a la universidad no sepa qué hacer con mi vida y terminé perdiéndome.

No podía estar más equivocada. No tenía miedo a que no supiera cómo continuar sin mí. Tenía miedo de no tenerla cerca porque es más fácil hablar a seguir tus propios consejos. Y ella, se estaba convirtiendo en la dosis de vida que yo necesitaba.

—Tengo miedo de no saber qué hacer sin ti —sí, yo, que guardaba todo, decidí decirle lo que pasaba por mi mente—. Creo que ahora mismo eres la persona más importante de mi vida y...  no voy a cancelar mis planes por ti.

—No te lo he pedido.

—Lo sé y sé que no lo harías, así como me conozco lo suficiente para saber que no voy a dejar la medicina por la persona que amo —no pensé mis palabras, no entendí por qué le estaba diciendo que la amaba indirectamente y comencé a sudar, creo que notó en mi rostro que quería desaparecerme, sentí mis mejillas súper calientes, pero ya no podía quedarme callada así que me expliqué—: Voy a estar a tu lado mientras luchas porque así lo quiero y porque yo también estoy aprendiendo cada vez que estoy contigo —proseguí—: Pero si quieres que volvamos a vernos, tendrás que meditar tus opciones, salir de las drogas y superarte. Si de verdad quieres ayudar a otros y hacer ese sueño del que me hablabas hace apenas un rato, tienes que comenzar a exigirte más —completé con más carácter de que pensaba que tenía.

El capricho de amarteWo Geschichten leben. Entdecke jetzt