16; Mil emociones

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Después de que le pasará sus prendas a Camila, salió del baño ya cambiada con sus pómulos ruborizados por causa de lo que acababa de pasar, su cabello largo mojado y sin una pizca de maquillaje

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Después de que le pasará sus prendas a Camila, salió del baño ya cambiada con sus pómulos ruborizados por causa de lo que acababa de pasar, su cabello largo mojado y sin una pizca de maquillaje. Se veía... hermosa.

—¿Iremos al cine?.— pregunto haciendo que saliera de mis pensamientos.

—Asi es.— me recosté en su enorme cama.— Mickey y Alexandra nos invitaron.

—A mi también.— dejó de peinar su cabello.

Me volví a poner en forma sobre la cama.

—Si Camila, a ti también.— dije.— así que apúrate ya compraron la entradas.

Camila esbozo una sonrisa y volvió a desenredar su cabello el cual olía a cereza, yo la mira desde el reflejo del espejo. Nunca antes le había puesto atención a cada facción que hacia, tomo un instrumento que lo llevo hacia sus pestañas que darían presión en ellas para hacerlas más largas, ella hacía unos gestos demasiados chistosos. Gestos que me hicieron soltar un suspiro.

—¿Que tanto me ves?.— pregunto aguantando la risa.

Mierda se dio cuenta que la estaba observando, sacudí mi cabeza.

—Es que traes un moco.— conteste

—¿Un moco?.— volteó su cabeza hacia el espejo de nuevo.— eres un mentiroso, no traigo nada.

Comenzé a reír y ella me miraba enojada, en un dos por tres Camila estaba encima de mi dándome golpes con su almohada aterciopelada color vino.

—Basta.—  le di un empujón que la hizo que ella se cayera de la cama.—¿Camila estás bien?.

Me asome preocupado para asegurarme de que no le haya pasado nada, Camila estaba tirada en el piso atacada de la risa

—si estoy bien.— ayude a que se levantará del piso.— ya vamonos.

Asentí y salimos de su habitación, nos despedimos de su familia y salimos con dirección al cine.

Llegamos y visualice a mis amigos que estaban sentados en una de las mesas comiendo palomitas y riendo.

—Hasta que por fin se dignan en venir.— hablo Alexandra cuando captó nuestras presencias— Hola Camí

—Compramos Palomitas, refrescos y hot-dogs.— añadió Mickey.— la función ya va a empezar vamos.

Alexandra le dio los boletos al trabajador y entramos a la sala sentandonos en nuestros respectivos lugares. Mickey optó para que viéramos una película de terror, Camila era fan de este tipo de películas.
En cambio yo, soy una gallina para ver películas de terror, solo salen escenas sangrientas que me dan ganas de revólver el estómago.

La película comenzó y cada quien comía de su hot-dog.

—Ben.— Camila me llamo.— dicen que está película está muy sangrienta, así que si tienes ganas de vomitar solo dilo ok.

Asentí. La película iba a la mitad, había varias escenas que hacían que brincara de mi asiento, lo cual hiciera que Camila riera.

—Toma mi mano.— susurro, obedecí y tome la mano de mi mejor amiga.

Los dos nos volteamos a ver y ella me regaló una sonrrisa tierna, se recostó en mi hombro mientras que nuestras manos estaba entrelazadas. Volteó a ver a mis amigos los cuales nos miraban con cierta emoción  a Camila y a mi, rodé mis ojos y seguí viendo la película.

—Estuvo muy buena.— dijo alexandra.— ¿Cierto Camila?

—Si, solo que el final no tuvo nada que ver.— encogió sus hombros.— pero de ahí en fuera estuvo muy buena.

—Ben no mojaste tus pantalones.— Mickey pregunto atacado de la risa.

—Que gracioso Miguel.— le di un leve empujón.— Bueno nos tenemos que ir chicos, gracias por esta noche de cine.

—Quieren que los llevemos, Alexandra trajo su auto.

—No es necesario.— hablo camila.— mi casa queda a 5 minutos de aquí.

—Si amigos, ustedes vayan a descansar.— mis amigos asintieron y se despidieron de Camila y de mí.

—Nos vemos mañana en la escuela.— añadió Mickey para después seguir con su camino.

Camila y yo caminábamos por las calles que aún estaban llenas de gente que regresaba de trabajar. Hablamos de algún tema no tan importante, volteó a ver a Camila que abrazaba su cuerpo con sus brazos para darse calor, rápidamente me quite mi chamarra y se la coloqué sobre sus hombros.

—¡Oh qué caballeroso!.— dijo.

—No quiero que te enfermes Camila.— añadí y ella río.

Al llegar a su casa ella me devolvió mi chamarra impregnada de su olor a frutas tropicales, me despedí de ella y espere a que entrara a su hogar. Después llegué a mi casa y fui a la recámara de mi madre para checar si todo estaba bien y así fue.

De camino a mi recámara, pase por la de mi pequeña Addison y ahí estaba ella junto con mi tía leyendo el libro de Cenicienta, esboce una sonrrisa y me dirigí a mi recámara.

Me recosté en mi cama y muchas emociones revoloteaban en mi, y la causante de estas emociones era Camila, cerraba mis párpados y un sin fin de imágenes de ella aparecían en mi mente, hasta que por fin me quedé totalmente dormido.

JUST FRIENDS? | ben hardy Where stories live. Discover now