Al carajo el futuro

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No tenía amigos en esa clase. Benjamin y Paula quedaron en otro curso propedéutico. Se supone que la clase debía servir para acercarnos al futuro. Yo ya lo tenía claro. La mejor escuela de medicina del mundo. Ya había sido aceptada. Lo demás me daba igual. Era una pérdida de tiempo, pero la profesora me abarrotaba de preguntas cada semana.

—Muevan sus mesas y siéntense en el piso. —Belén era algo simpática, siempre me preguntaba o trataba de ayudarme a encajar y eso era peor. Ocasionaba que Jessica y su grupo se burlaran más de mí—: Empecemos contigo —Señaló a Sophia—: ¿Qué te gustaría ser en el futuro? —agradecí que por primera vez pasara de mí.

—Nada —contestó Sophia orgullosa de su respuesta.

—Todos quieren ser algo, apuesto a que tienes grandes sueños.

—Ese es el problema, que todos quieren ser algo. Todos sueñan con grandes ambiciones. Me preguntó qué quiero ser en el futuro y la verdad es que yo ya soy. Ya existo. En presente —respondió amargada.

—¿Y qué es? ¿Qué dice su existencia, Sophia Pierce? —insistió Belén, con su voz suave, su rostro tan dulce como su personalidad, y esa ropa que la hacía ver mayor, pero no tanto. ¿Cuánto podría tener? ¿Veinticuatro años?

—Lo opuesto a ella —me señaló Sophia—: así que es más fácil que le pregunte qué es y mi respuesta sería todo lo contrario.

No puedo creérmelo. La única vez que me dejaban en paz en una clase y Sophia no me dejó disfrutarlo.
Las risas típicas del grupo «popular» se asomaron, pero Belén, siempre en mi defensa se hizo con el control.

—¡El próximo en hablar está fuera! —advirtió antes de añadir—: Si eres lo opuesto a Julie, no deberías sentirte orgullosa. Ella es la alumna más centrada, inteligente y asombrosa que he tenido en mis años de profesora.

—Vaya... ¡tienes una admiradora! —me dijo en el oído y luego habló hacia Belén—: ¡No debe tener muchos años como docente, según mi cálculo, aunque soy pésima en cálculo! Pero sí, como le digo, soy lo opuesto a Julie. Cero inteligente, no muy ubicada y bueno, en cuanto a lo de asombrosa... creo que tengo algunos puntos.

—Muy bien —contestó la profesora y caminó al centro—: Ya que se contraponen tanto, se les hará fácil complementarse. Lo que haremos hoy es un trabajo en pareja. Quiero que escriban sobre cómo ven a su pareja. Cualidades, desventajas, puntos a mejorar y cómo las imaginan en el futuro. ¡Ustedes dos van juntas chicas! —dijo hacia nosotras—: Las entregas las espero en media hora —sentenció.

—¿Qué se siente gustarle a la profesora? —volvió a decirme Sophia, molestándome.

—Ni siquiera sé de qué hablas —contesté.

—Julie, es que no te enteras de nada. ¿No ves cómo te ve? Está tragada de ti.

—Ajá. Si no te importa haré la tarea, igual tengo que hacerla por las dos, tú nunca haces nada. —mala idea decir eso.

Me incomodó lo de la profesora y hablé por hablar.

—Entonces es tu día de suerte —Arrancó una hoja de mi cuaderno y comenzó a escribir.

En mi caso, por más que lo intenté, estaba en blanco. Apenas y conocía a Sophia. Sí. Irónico, escribía cada día de ella, pero ni loca podía escribir para la clase de Belén.

—Terminé... ¿puedo leerlo? —dijo luego de diez minutos.

—Es privado, Sophia —intervine.

—Por supuesto que puede leerlo, señorita Pierce —respondió la profesora.

El capricho de amarteWhere stories live. Discover now