No me llames Alana

7.7K 602 22
                                    

En verdad, esto no podía estar pasándome.

NO PODIA TENER TAN MALA SUERTE.

―¿Por qué me odias cosmos? ―grito apoyando mi cabeza en la bocina, haciendo un estruendo del que nadie se quejaría puesto que ni una maldita alma pasaba por este lugar.

Esto ciertamente mataba el encuentro amoroso que imagine en mi cabeza. Maldito Dawson como me hace pasar por esto.

Y estúpido Joshep por lanzarme esta maldición.

―¿Por qué? ―como podía estar pasándome esto, justo cuando estaba tan decidida, justo cuando tomaba cartas en el asunto. ¿Era una señal acaso?, por qué tenia que pasarme esto ahora―, PINCHE CARRO DE PORQUERIA, LA FRUTA MADRE CON TODOS

Golpeo a diestra y siniestra todo lo que encuentro mientras saco mi celular de la cartera.

―Genial, ahora debo llamar a una grúa para que me rescate y el… ¿EL PUTO TELEFONO NO TIENE BATERIA?

¡ES ENSERIO!

Lo arrojo al asiento del pasajero. Tonto auto, tonta llanta, tonta pista. Ya no quiero nada.

Ay… ahora qué

Estaba jodida.

―Estoy jodida.

Argg… me bajo del carro y tiro la puerta, si mi memoria no me falla son unos ocho kilómetros de carretera y luego cuatro de trocha, si camino toda la noche…

―No quiero ―golpeo mis pies en el suelo en señal de un gran berrinche, esto no era justo.

Suspiro.

Miro el horizonte, miro mi auto.

¿Qué me queda?

De la maletera saco una linterna y comienzo a caminar. Rogando que mi entrenador haya hecho un buen trabajo con mi resistencia.

Cuatro supuestos kilómetros después.

-MUEROoo

Iba a matar a mi entrenador, los tacos me estaban matando así que sacrifique mis medias, justo hoy me tenía que vestir bien.

Pues claro que te vestiste bien.

Se supone que estarías con Dawson y no en medio de algún lugar persiguiéndolo.

Dios tenía calambres en las piernas, tenía sed, no veía nada, el sol de alguna manera ya estaba saliendo, así que me imagino que debían de ser las tres de la mañana más o menos.

Maldición iba a estar en problemas al regreso.

Aish…

Tenia sueño, estaba despeinada, cansada, mis piernas dolían como el infierno, pero no me iba a dar por vencida.

Tardé 26 años en darme cuenta de lo que quería, no lo demoraría más tiempo, ya había sido lo suficiente cabezota, terca y miedosa para perder lo que quería incontables veces.

Ahora iba a ser yo quien lo persiguiera.

La felicidad no llega por si sola después de todo.

Sentí mis pies rasparse por la tierra y me di cuenta que estaba llegando al camino de grava.

La cabaña donde me dirigía, era un lugar que encontré hace mucho tiempo. La primera vez que quise escapar de mi familia. Fue suficiente, y era lo suficientemente mayor como para tomar mi carro y simplemente alejarme. De alguna manera paso lo mismo. Mi auto se malogro en medio de un camino de brecha, así que me quede en la carretera haciendo señales, fue cuando un convertible paró en seco.

Príncipe 7 tonos de azul (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora