Que levante una mano...

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Al finalizar no pude evitar que mi conciencia regresara. Por ese motivo, cuando mi conciencia regreso, mire a Dawn con completo horror y lágrimas cayendo de mis ojos. Él iba a decir algo pero gracias a que era una cobarde me levante del escritorio, tenía que salir, no quería enfrentar esto.

Lo dije soy una cobarde.

Dawn me sujeto del brazo, aún desnudo. Me sentí asqueada, no de él. De mí misma.

―¡Suéltame! ―gruño.

No sé qué cara tendré, o como estaré pero él hace lo que le digo. Camino directamente al baño y me encerré allí. De alguna manera siempre terminaba escondiéndome de todo que enfrentándolo, por eso Dayanne siempre ganaba, nunca aclaraba nada.

Prendí la ducha y me metí bajo el chorro, intentando que limpie mi cuerpo, mis lágrimas. No paso mucho tiempo hasta que oí las pisadas de Dawn al otro lado de la puerta. Creí que me iba a decir que lo sentía, que esto no debió pasar, que... de alguna manera estuviera tan arrepentido como yo.

Así era el Dawn que conocí, un chico bueno... debí saber que nunca lo llegue a conocer de verdad.

-Lo sabes, no puedes tenerlo todo.

Y eso me dolió, me dolió y no entendí por qué.

-No quería todo -susurré tras la puerta-. Solo quería ser por una vez moderadamente feliz

-No lo serás con él.

Me muerdo el labio, aprieto mi puño. Cuanto quisiera que no tuviera razón, que una parte de mí no sintiera que tiene razón. Pero sé que puedo responder.

-Sé que tampoco contigo. -Baje la mirada a mi cuerpo desnudo, me levanto y me arropo con una toalla caminando hasta estar frente a la puerta-. Dawn nunca confiaste en mí. Te di todo pero una palabra desbarató cualquier cosa que sintieras por mí.

-Dame una oportunidad.

Tomo aliento, cierro los ojos.

-Esta fue nuestra despedida.

Apreté los puños en la toalla, si hubiera sabido eso antes, mucho habría cambiado, quizá todo, pero no podía hacer eso ahora. La forma en que se desarrollaron los hechos, conocía ese sentimiento de traición, sabía lo que había hecho. Por eso me eché a llorar.

-Alana...

-Solo vete.

Lloré apoyada en la puerta por lo que había hecho, porque... de alguna manera. Le hice a Michael lo mismo que ellos me habían hecho a mí, no era mejor que Dayanne, no era mejor que ninguno de ellos.

Y esa verdad dolía demasiado.

***

El lugar era sencillo, cómodo y simple, de esos que con solo vender cerveza ganan una millonada, un lugar donde nadie te conoce o te juzga. Esa era la clase de lugar me gustaba.

Entramos sentándonos en una mesa cerca de la pista de baile, Ivanna me arrastró todo el camino, luego que me encontrase llorando en el baño. No quería estar aquí, quería hundirme en mi miseria.

Eso pensé hasta la tercera botella.

El bar estaba repleto y rápidamente nos llegaba el sagrado líquido a nuestra mesa. Tome una botella. Y luego otra y otra y otra, conforme le contaba, lloraba y gritaba a Ivanne lo que paso, maldiciendo mucho, llorando mucho, para finalmente reír con mi miseria como buena borracha, no es que estuviera borracha claro.

-Eres una perra con suerte.

Asentí tomando otra botella. Era la sexta... octava, en este momento no importaba, quería sacarme estos cochinos recuerdos de la cabeza.

Príncipe 7 tonos de azul (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora