Estudio del Caso

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¡Oh si!

—Oh por dios sigue.

Maldición esto era el cielo y el infierno al mismo tiempo, no sabía que podía doler tanto pero... dolía rico. Como uno de esos electrizantes dolores que te daba satisfacción más que el mismo dolor.

—Uggg

Tenía que calmar mis gemidos si no quería que todo el edificio se enterara. Pero...

—¡Oh dios¡ Sí, más duro, justo ahí, si... Uggg

¡Rayos! esto era tan... sus manos eran muy... y con todo su peso sobre mí y...

—¡Auch! Joder, Marco duele. —lloré

Sentí su peso alejarse de mí.

—¡No! No te detengas...

—Solo quiero un poco más de lubricante.

Lubricante, bien, eso estaba bien.

La presión volvió a mí mientras yacía boca abajo en la camilla. El dolor volvió.

—Relájate primor.

—Lo intento solo que... Uggg... duele.

Me ignoro, al contrario de todo Marco metió más presión, trasladándose específicamente a esa zona, presionando aún más duro. Comencé a sentir un cosquilleo.

—A la próxima tendremos que traer a Antonio aquí.

Mi mente divago en tener a Antonio aquí también, sus manos eran igual de grandes y fuertes que las de Marco. Juntando a ellos dos, mejor ni me lo imagina, sería mi cielo personal.

—Arggg —grité

No pude controlar nada esta vez, sentí mi cuerpo contraerse y volverse gelatina en un instante, el peso de Marco dejo mi espalda, pero yo solo me quede recostada, me sentía como una anemona en estos momentos.

Era feliz.

—Hay Primor, con eso se fueron todos tus nudos.

—Dios mío Marco, tienes las mejores manos que pude haber encontrado en esta vida.

Él solo se rio.

—Le diré a Antonio que dijiste eso ―dice con su voz cantarina.

—Tu novio me matará si se entera —reí incorporándome en la camilla—. Marco tus masajes son matadores, enserio.

—Lo sé, lo sé. ¿Qué te tiene tan estresada últimamente?

—Lo de siempre, trabajo, Michael, Ivanna, o por dios Ivanna. No entiendo cómo fue que permití que se quedara.

—Solo sácala.

—Tú no entiendes, es mi hermana. ―mi muy sexualmente activa hermana.

—No biológicamente cariño.

Bufé.

—Es como si fuera lo mismo, hermana de hermandad es hermana de verdad.

Moví el cuello lentamente, sentí mis huesos tronar.

—Y hablando de trabajo. Tengo que irme.

—¿No renunciaste? ―me cuestiona.

—¿Te lo conté?

—En los primeros dos minutos de la sesión.

No me había dado cuenta.

—Bueno, tengo un último encargo y este cuerpito quedara libre.

Príncipe 7 tonos de azul (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora