Bendita Joyería

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―Podemos arreglarlo ―me dice Ivanna apretando los cabellos, escurriendo el agua.

―No, no podemos.

Se arruinó, se arruinó completamente, que haré, qué hare...

―Ya, ya... mira no tenemos más tiempo. Yo buscaré otra peluca y tu oculta las fotos de la sala.

Muerdo mi labio, estoy ansiosa muy ansiosa. Maldición, estaba segura que Dawn me reconocería, es un cerebrito después de todo, más analítico, más... solo más inteligente que todos esos idiotas.

―Te-tengo otra peluca que...

―De hecho...

Ivanna se muerde el labio. ¡Señor que he hecho para que me la des tan hueca!

―Corre a comprarme una puta peluca ahora y yo entraré en pánico.

Ivanna corre, y yo me apresuro a la sala, comienzo a tomar todos los cuadros y meterlos a mi habitación, uno tras otro hasta dejar completamente vacía la sala de alguna presencia de vida.

Una vez listo, me meto a mi habitación poniéndome un vestido amarillo de verano y un leggin negro, entro al baño y oculto mi color morado tras unas lentillas negras y me pongo los grandes lentes. Listo, fuera del cabello, me parezco a Angel.

Oigo la puerta abrirse y corro para encontrarme a Ivanna quien me tira rápidamente la peluca y sale corriendo, la persigo.

―¡Está a menos de una cuadra y yo me voy! Saldré por la escalera de incendios.

No puedo hablar, porque ella ya salió por la ventana, miro la peluca en mis manos.

―LA VOY A MATAR ―chillo pero corro al baño para ponérmela.

Gran diferencia no hace. El timbre suena y me despreocupo completamente de eso. Genial, hora de entregarte a tu verdugo. Quien pensaría que los nerds podrían ser peligrosos.

***

—Entonces... no tienes el cabello rosa.

—Creo que eso era obvio desde un principio.

Me removí en el asiento, lo más alejada posible de él, mi pierna temblando ansiosa, nerviosa ante la mirada de Dawn, la única peluca disponible era color chocolate, y eso se asemejaba mucho a mi color real.

—¿Cuál es tu verdadero color?

—Rubio —dije encogiéndome de hombros. Gran mentira.

Desde el momento que Dawn cruzo por mi puerta mis piernas comenzaron a temblar, nerviosa describía muy poco mi estado, él... se podía decir que era el más perspicaz de los cinco, ser nerd es como montar bicicleta, nunca se olvida.

Sabía que estaba sospechando.

No dejaba de mirarme, no dejaba de recorrer el departamento con su mirada en busca de lo que me imagino que serían fotografías, Dawn sabía que estaba ocultando algo.

Eso...

O me estaba volviendo paranoica.

Tenía que sacarlo de aquí, lo más rápido que podía, Dawn era un peligro para esta operación y por lo sagrado juro que sus ojos están comenzando a remover algo dentro de mí.

Entonces plan alerta roja

—No quiero ser mal educada —dije parándome—, pero tengo cosas que hacer y...

—Está bien, solo una pregunta más.

Asentí, una pregunta y estaría libre.

—¿Cuándo dejaras de mentir Alana?

Príncipe 7 tonos de azul (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora