Vueltas y Revueltas

9.3K 666 18
                                    

Estaba claro, que no sabía cómo sentirme en este momento, era un revuelto de emociones que si era posible seguía revolviéndose más. Divagaba mucho entre cinco sentimientos. Debería estar:

a) Enojada: porque mi hermano me hizo tutora de su hijo, sin claramente mencionarme ni una palabra.

b) Asustada: ya que no tenía idea de cómo cuidar un bebe, además que esta situación con Michael me tenía con los nervios de punta.

c) Frustrada: porque no tenía más elección que hacerlo.

d) Confundida: Por todo lo dicho anteriormente

e) ¿Feliz?: Por tener el poder de darle a alguien de mi familia su libertad.

Estos pensamientos me tienen en una montaña rusa emocional y no sé porque presiento que me olvidé de ponerme el cinturón que me mantendrá sujeta, así que estoy girando, subiendo y bajando, por eso no me sorprendería saber que estoy verde en el momento en que tomo la pluma y llevo mi mano al papel.

¿Cómo es posible que ese pedazo de hoja pueda tener tanto poder?

Levanto la vista y me estremezco, viendo la fría mirada negra de la mueca de desaprobación que me da la señora a mi frente, en verdad en este tipo de situaciones no ayuda mucho que la jueza de familia me esté degollando con la mirada por hacerla trabajar horas extras un viernes.

En algún momento de la noche, Antoine, un tierno señor mayor y vale decir, el abogado de Michael, se nos une dándome una cálida sonrisa antes de volverse frio y ponerse en modo negocios, aun así me responde todo lo que quiero saber, lo que al parecer estresa a la jueza a mi delante, sé que debo de parecer una tonta por tantas preguntas que hago antes de firmar.

Y quizá esto se deba al sentimiento b, estaba asustada. Puesto que sé, que adoptar al hijo de mi hermano a esta edad será un daño menor, una insignificancia comparada a lo que mi madre podría hacerle una vez que tenga en sus manos a otro hijo que cambiar por acciones o por dinero. Ese es el sentimiento que me mueve a firmar el papel, mi nombre sella el contrato de protección de ese pequeño.

Solo que la voz de la jueza me detiene.

―Me imagino que el niño vivirá en casa del señor Grey.

No sé por qué... pero tenía el leve presentimiento que esa señora me odiaba. O bien no quería que me hiciera cargo del pequeño.

―Yo... este... ―balbuceo intentando pensar una respuesta que pueda satisfacerla pero la señora me corta.

―Usted sabe, es difícil que un niño que ha perdido ya la costumbre de su entorno se vea forzado a vivir en más cambios. Lo que necesita ahora es un ambiente constante, estable.

―Él no... ―comienzo a decir, pensando detenidamente en mis palabras, estaba en la cuerda floja y cada vez más perdía el equilibrio―... él vivirá conmigo y...

―Tengo entendido que usted vive en un departamento ―dice como si fuera un verdadero delito, niega la cabeza y yo cada vez me estoy hundiendo más―. El ambiente más confortable es el del señor Grey.

Estoy perdiendo, fija e imparablemente esta mujer me está hundiendo. E inmediatamente entiendo que ella no me quiere dar el niño a mí, selo quiere dar a Michael. Lo miro de reojo y el parece impasible.

―El niño...

―Señorita Bates, entiende que este proceso es complicado, el niño necesita las mayores facilidades para desarrollarse ahora, aunque sea pequeño sentirá el cambio en las maneras que fue tratado―caigo, libremente para estrellarme contra el suelo.

Príncipe 7 tonos de azul (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora