Capítulo 37

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Mis ojos empezaron a desenfocar a los chicos, quienes me miraban preocupados sin saber qué hacer o decir. Miré de nuevo mis manos temblorosas, viéndolas doble; cerré los ojos, llevándome las manos a la cabeza mientras las lágrimas empapaban mis mejillas.

Nada de lo que ha pasado es un sentimiento real por parte de ellos.

Nada es real.

​-Ashley - ​dos manos se apoyaron en mis hombros, asustándome -. ​Soy yo - ​pestañeé un par de veces, enfocando el rostro de Luzbel.

-Esto está mal...

-¿El qué? - ​preguntó, confundido.

-Lo siento mucho - me rompí -. Lo siento muchísimo, no era mi intención...

-¿Ashley? - cuando fue a abrazarme, se detuvo de golpe.

De repente, extendió sus alas negras a su espalda y en un abrir y cerrar de ojos desapareció de mi vista, localizándolo a lo lejos, en el cielo, junto a algo que no logré descifrar por las lágrimas; lo envolvió con sus alas antes de impactar a unos metros de nosotros.

Me acerqué un poco para comprobar que estuviera bien.

Dejó caer sus alas negras hacia los lados, viendo a Gabriel ensangrentado e inconsciente entre sus brazos. Luzbel se incorporó rápidamente, dejándolo tumbado boca abajo para levantar su camiseta, viendo dos cortes muy profundos en su espalda.

Habían cortado sus alas.

Mis ojos volvieron a ver doble por unos segundos, mareándome.

-Gabriel - lo llamó Luzbel, preocupado -. Hey, hermano - abrió sus ojos para comprobar sus reflejos -. Joder... - susurró, quitándose su camiseta negra para cubrir la espalda, apretando sus heridas para intentar cortar la hemorragia.

-Duele... - bufó Gabriel, despertándose.

-Lo sé, hay que quemarte las heridas - indicó Luzbel buscando con la mirada a Turel -. Tus espadas, déjalas en la tienda hasta que veas las hojas rojas - Tamiel y ella se fueron hacia la tienda en llamas mientras Azael y Luzbel presionaban las heridas con fuerza.

Me quedé paralizada mientras observaba todo, sin saber cómo ayudar en esta situación, aunque parecían saber muy bien lo que hacían.

Tamiel acercó las dos espadas envueltas en su sudadera, evitando quemarse. Luzbel las agarró como si nada y las posó sobre la espalda de su hermano, provocando que gritara de dolor.

-Ya está - lo tranquilizó Luzbel antes de apartar las espadas al cabo de unos segundos, dejándolas posteriormente en el suelo. Gabriel se sentó recto con una mueca de dolor -. ¿Por qué te han desterrado? - preguntó, posicionándose de cuclillas frente a él.

-¿Por dónde empiezo? - dudó -. Ah, sí - frunció el ceño -. Me revelé ante las órdenes de Padre de tener que mataros, ayudé a Ashley, te ayudé a ti... ¿Sigo? - enumeró, arqueando una ceja antes de suspirar y cerrar los ojos, ocultando su rostro entre sus manos -. No sé qué hacer ahora, he perdido todo...

-Está bien, me tienes a mí - lo tranquilizó Luzbel, posando una mano en su cabello blanco -. No te preocupes - Gabriel lo miró con los ojos llorosos, su hermano lo abrazó antes de que se derrumbara del todo.

Retrocedí un par de pasos por el mareo, cuando sentí que alguien posaba una mano en mi espalda, sintiendo un dolor insoportable. Miré a Tamiel, quien había apartado la mano, mostrándome su palma cubierta de sangre. Mis piernas flaquearon, pero antes de que cayera al suelo me tomó ágilmente de la cintura y me ayudó a sentarme con cuidado.

Lucifer (1° Parte) || En Físico ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora