Capítulo 31

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—Deja de saborear el bollo de chocolate y vamos — ​se rio Azael empujándome hacia las colchonetas.

—Ya voy, ya voy — ​levanté las manos después de meterme el último trozo en la boca —. ​Que estrés.

—Vale... Yo no utilizaré las espadas por si te corto un brazo o una pierna sin querer — ​dejé de masticar, horrorizada.

Los tres se rieron al unísono por mi cara.

—Un acto muy bonito por tu parte — ​saqué mi espada de la funda de mi espalda y agarré la empuñadura con ambas manos.

—Empecemos... — ​Turel tomó una posición relajada.

Fruncí el ceño al ver que hacía lo mismo que Luzbel cuando practicaba con él; sabía perfectamente qué hacer, pero antes de ponerlo en práctica, ella ya se había acercado. Agarró mi brazo con demasiada fuerza, lo giró y me impulsó, estrellándome contra el suelo con nada de delicadeza.

Por un segundo, noté como se me cortaba la respiración y como el dolor de la espalda y brazo se hacían presentes, haciéndome un ovillo en el suelo, intentando aliviar el dolor de alguna manera.

—Madre mía — ​dijo Turel asustada, arrodillándose junto a mí —. ​Lo siento, lo siento muchísimo — se disculpó varias veces.

—¡Turel! — llamó Tamiel cabreado, acercándose a nosotras —. ​Contrólate que es una humana, el otro día hiciste lo mismo — agachó la cabeza y asintió arrepentida.

—Estoy... bien — ​me costó decir, cerrando los ojos por un segundo mientras me sentaba recta hasta que noté dos manos haciendo pequeñas presiones en mi espalda.

—¿Te duele? — ​preguntó Tamiel presionando en la columna vertebral.

—No me he roto nada... — aseguré —. Estoy bien Turel, no te preocupes — me apresuré a tranquilizarla, ya que el otro día se puso a llorar cuando me hizo otra llave que casi me deja inconsciente.

Moscardón — ​la voz grave de Luzbel me sobresaltó —, al final me vas hacer cabrear en serio y será muy tarde para arrepentirte — se acercó a nosotros con paso lento, con las manos ocultas en los bolsillos de su pantalón militar, evitando caer en la tentación de agarrar a Tamiel del cuello, y este último lo notó, porque se incorporó con desgana para apartarse de mí, sin mediar palabra —. ​¿Qué ha sucedido? — ​interrogó al cerciorarse que Tamiel se alejaba lo suficiente antes de centrar su mirada en mí.

—Fue culpa mía — ​aclaró Turel bajando la cabeza, incapaz de enfrentar la mirada de Luzbel —. ​No controlo mi fuerza con los humanos, lo siento mucho — ​se volvió a disculpar conmigo, entristecida.

—Que estoy bien — ​aseguré, aunque la mueca de dolor me delató al intentar ponerme en pie.

—Quieta... — ​ordenó Luzbel, posicionándose de cuclillas detrás de mí y posando sus manos en mis hombros; comenzó a presionar en mi espalda con sus pulgares, provocando que sonaran mis huesos, pero no me dolió en ningún momento, al contrario, alivió mi espalda —. ​¿Mejor? — ​moví los hombros de atrás adelante un par de veces, asegurándome.

El dolor del golpe era casi imperceptible.

—¿Qué has hecho? — ​pregunté, incorporándome.

—Quitarte la contractura que te había ocasionado con el golpe.

—Eso me lo suele hacer a mí intervino Azael, sonriente —. ​Funciona bastante bien, me lo tienes que enseñar — ​Luzbel asintió con una sonrisa.

Lucifer (1° Parte) || En Físico ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora