Capítulo 15

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-Viva... ¿cómo no? - ​sonrió con su mirada clavada en la mía.

Todo mi cuerpo se tensó al verlo a menos de un metro de mí, sentado y con los brazos cruzados sobre la isleta de mi cocina con suma tranquilidad. Sus ojos dorados me repasaban sin ningún pudor de arriba abajo con una mezcla de interés y curiosidad.

Fruncí levemente el ceño al verlo tan tranquilo y actuando como si fuéramos amigos de toda la vida.

-¿Qué quieres, Gabriel? - ​inquirí, evitando que notara mi molestia y mi miedo.

-Estaba comprobando si era cierto que habías matado a un Ángel del ejército de Mikael. Y, para mí sorpresa, sí es así - ​sonrió ampliamente -. ​Fascinante - ​murmuró, saboreando la palabra.

-¿Qué pretendes? - ​indagué, mirándolo con los ojos entornados y apoyándome sobre la encimera de atrás con los brazos cruzados.

-Solo soy...

-Un mero espectador. Blah, blah, blah... - lo corté -. ​Te repito la pregunta. ¿Qué pretendes viniendo a mi casa? - ​se quedó observándome durante unos segundos completamente serio y con la mirada fija en la mía.

-Si tienes miedo de que te vaya a matar... - ​se cruzó aún más de brazos sobre la isleta y se inclinó hacia delante sin dejar de mirarme -, ​no lo haré. Lo podría haber hecho desde que os puse las esposas - ​explicó.

-¿Fuiste tú? - no pude evitar mi sorpresa, provocando que sonriera.

-Así es. Soy el único que puede quitártelas cuando quiera, salvo en el Juicio Final que se quitarán solas - ​arqueé una ceja.

-¿Entonces tus hermanos no pueden? - ​negó con la cabeza.

-Así que puedes estar tranquila. Si no te he matado ya, no lo haré. Ya dije que estaba solo observando - lo miré durante unos segundos y algo en mí hizo que confiara en su palabra. La tensión de mi cuerpo desapareció, relajándome un poco -. ​Tan solo hago lo que me mandó mi padre - ​se encogió de hombros.

-¿Entonces sabes el motivo por el que tu padre me quiere ver muerta?

Lo más probable es que no tuviera ninguna solución. Pero, al menos, saber el motivo. Qué hice mal o en qué me equivoqué para que tuviera tanto rencor hacia mí, era una curiosidad que quería cubrir.

Estaba desesperada, aterrada y con odio hacia mí misma por no saber la estúpida razón.

-No - ​respondió al final, haciendo que lo mirara con inquietud -. ​¿Qué te preocupa?

-Tengo miedo de no salir viva - ​susurré sinceramente -. ​Al menos, espero que Luzbel no vuelva al infierno... - elevó una ceja.

-Realmente no tenéis ninguno escapatoria. Él nunca va a lograr escapar de su destino - ​estableció con severidad -.​ Su sitio es el infierno. Ese es su castigo por todas las mentiras y por el intento de traición hacia nuestro propio padre - ​apreté los labios con fuerza, evitando decir algo de lo que me arrepentiría -. ​Es solo un juego de espera para mis hermanos, concretamente para Mikael, que es el que más ganas tiene de llevarlo de vuelta al infierno de nuevo - se encogió de hombros y suspiró.

-Si el Altísimo castigó a Luzbel por "traición y mentiras" como dices tú... - ​ahí iba de nuevo a cabrearlo -, ​¿entonces qué castigo debe imponerse él mismo tras intentar matarme, hacer que sus hijos luchen entre ellos y el peor pecado... - ​me acerqué a él hasta que solo la isleta nos separaba -, no creer a su propio hijo o, simplemente, pararse un segundo a escucharlo antes de desterrarlo a sangre fría? Eso es el verdadero mal que debería corregir antes de castigar a los demás - ​la mirada dorada de Gabriel se volvió unos tonos más oscura, aunque percibí la perplejidad en ellos.

Lucifer (1° Parte) || En Físico ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora