Capítulo 9

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Las clases terminaron una hora antes de lo previsto, ya que a nuestro profesor le surgió algo. La gente empezó a marcharse encantada de haber perdido clase, en cambio yo, me senté en las escaleras de la universidad mirando a la gente que se marchaba en coche, en moto o simplemente andando con sus amigos. Poco a poco el exterior de la facultad se fue quedando vacía. Me levanté y me dirigí a la parte trasera donde no me encontraría con nadie cuando las clases finalizaran, esperando a Luzbel tranquilamente a los pies de un árbol, relajándome con la espalda apoyada en el tronco. Observé durante un buen rato el cielo, que se encontraba con alguna que otra nube ocultando de vez en cuando el sol.

-Sé que es inútil intentar hablar contigo y, aún más, en mi posición actual - ​suspiré cerrando los ojos -, ​pero quisiera saber el motivo de mi Juicio, porque no entiendo la necesidad de mandar a tus hijos para matar a una simple humana - sentí un nudo en la garganta -. ​No sé realmente que he hecho para que me odies tanto, de verdad que no tengo ni idea...- ​se me quebró la voz, varias lágrimas resbalaron por mis mejillas sin ningún control -. ​Si de verdad estás ahí arriba, háblame... - ​supliqué -. Quiero solucionar esto, pero tú silencio es tan ensordecedor que me produce más miedo que saber que voy a morir - ​me llevé las manos temblorosas al rostro, apartándome los mechones castaños claro que me molestaban -. ​¿De verdad he echado toda mi vida por la borda por un error que ni sé? - ​rompí en llanto.

Me di cuenta de que alguien estaba parado a unos metros de mí y, aunque con las lágrimas lo veía borroso, sabía perfectamente quien era. Su rostro mostraba algo de sorpresa, mezclada con una pizca de curiosidad.

Se acercó con paso lento y apoyó el lateral de su cuerpo en el árbol con los brazos cruzados.

-¿Cuánto llevas ahí? - ​me limpié las lágrimas con la manga de mi sudadera gris con rapidez.

-Desde que has empezado a hablar con mi padre - ​apoyé la cabeza en el tronco y sonreí tristemente, sintiéndome tonta.

-Solo puedo vivir mis últimos días en una plegaria...

-A la cual nunca va a responder - cerré los ojos.

-Lo sé - sentí de nuevo el nudo en mi garganta -. ​Por más que entrene durante años, nunca podría vencer a tus hermanos. Es absurdo luchar por algo en lo que estás en una clara desventaja. Mi vida empezó siendo una desgracia y terminará de la misma forma - ​calvé mi mirada a lo lejos, quedándonos unos segundos en completo silencio -. Gracias... - ​arqueó una ceja -. ​Me ofreciste tú ayuda cuando realmente la necesitaba, pero toda mi fe se acaba de esfumar por completo - ​me incorporé con la atenta mirada de Luzbel.

-​El miedo en los humanos es muy interesante - sonrió un poco -. ​Se apodera de vuestro cuerpo y mente a la mínima.

-¿Es que tú no tienes miedo a nada? - me mostró una sonrisa dulce y sincera.

-Soy inmortal...

-Todo el mundo teme a algo... - ​lo desafié, provocando que frunciera el ceño y se alejara unos pasos, dándome la espalda.

-¿Piensas luchar por tu vida o no? - ​dijo con frialdad.

-​Si me ayudas a sobrevivir - ​me miró por encima del hombro.

-¿Eso es lo que quieres? -asentí -. ¿Quieres hacer un pacto con el Diablo? - ​me miró de frente, metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón con una media sonrisa.

-No, lo que quiero es hacer un pacto con el Arcángel Luzbel, no con Lucifer - su mirada grisácea se oscureció un par de tonos.

-Si estás tratando de agradarme estás yendo por mal camino.

Lucifer (1° Parte) || En Físico ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora