Capítulo 10

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—Le acabas de partir el brazo — ​lo miré horrorizada.

—En unas horas lo tendrá como nuevo... — ​se encogió de hombros.

—¿Qué quieres decir?

—Es un Caído, no te preocupes por él — ​miró por su ventanilla durante un segundo y volvió su atención al frente.

—¿Un Caído? — ​susurré, fijándome en mis manos que se aferraban al libro que me había dado Luzbel —. ​¿Todos te odian de esa forma? — ​no pude evitar que esa pregunta se escapara de mis labios.

—Sí. No — se encogió de hombros despreocupadamente —. ​No hay un número exacto de los caídos que hay en el infierno y en el mundo, al igual que no hay un porciento concreto de probabilidades de que le deleité a más de uno — fruncí levemente el ceño, procesando aquella respuesta.

​—¿Me podrías dar un porciento del riesgo que corro a tu lado? — ​bromeé, acariciando la tapa granate oscuro del libro.

—Del cien por cien — ​me sonrió antes de aparcar el coche en su garaje privado.

Me esperaba esa respuesta, aunque si estaba de mi lado, ese porcentaje bajaría consideradamente.

Estaría más a salvo con él que con cualquier otra persona.

—¿Por qué entraste a ese local? ¿Solo a por este libro? — ​pregunté, bajando del coche a la vez que él.

—Sí, aunque me ha costado conseguirlo, ya que estaba lleno de suicidas que no aprecian su vida — rodeé el coche y lo alcancé.

—¿Lleno?

—Es un bar de Caídos, no puede entrar cualquiera ahí — sonrió al ver mi sorpresa.

Por eso me impidió entrar.

—¿Cómo es que te han dejado entrar con el odio que te tienen? — ​subimos al ascensor vacío.

—El dueño del bar es amigo mío...

—¿También lo odian a él?

Miró el techo del ascensor durante varios segundos con un suspiro profundo. Estaba intentando mantener la paciencia con todas mis preguntas. Se le escapó un murmullo llamándome "pesada", lo que me hizo sentir verdaderamente mal, ya que no era mi intención agobiarlo con tantas preguntas.

—​Lo siento, solo quería saber más de ti y de ellos — me disculpé agachando levemente la cabeza para mirar mis zapatos, avergonzada.

El ascensor se abrió en el último piso, abrió la puerta de su departamento y me quedé en el rellano hasta que me hizo un gesto con la cabeza para que entrara.

—Nadie sabe que es amigo mío — ​contestó, cerrando la puerta tras de mí —. ​Nos desterraron junto a otros dos​ — se quitó la cazadora y la dejó sobre el sofá, seguí su acto y me quité la mochila del hombro para dejarla sobre la isleta.

—¿Y te hablas con ellos? — extendió su mano hacia mí para que le diera el libro y revisarlo.

—No. Me culparon de su castigo, y uno de ellos, a día de hoy, sigue en el infierno — ​empezó a pasar las páginas mientras las revisaba por encima.

—¿Qué castigo? — ​se quedó completamente quieto antes de mirarme sin ninguna expresión, pero enseguida suspiró pesadamente y apartó la mirada.

—Les arrancaron las alas como al resto de Caídos, aunque a ellos tres los castigaron con otra cosa a parte hice una mueca de disgusto.

Lucifer (1° Parte) || En Físico ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora