Capítulo 12

109K 10.6K 2.1K
                                    

|| Agradecería si educadamente me avisarais si veis algún fallo comentando en el párrafo que esté la falta ortográfica ||

Me desperté al notar que Luzbel ya no se encontraba a mi lado, me erguí, repasando el departamento con la mirada. Me encontraba completamente sola. Me levanté del sofá y busqué el móvil en mi mochila, viendo que eran... ¡las cinco de la tarde!

Me puse la sudadera y los zapatos para poder marcharme a mi casa y, así, poder ducharme y cambiarme de ropa.

No tenía el número de teléfono de Luzbel para avisarlo de que me marchaba, por lo que arranqué un cacho de hoja de mi cuaderno y le puse que era por si necesitaba contactar conmigo-junto a mi número de teléfono-, seguido de un gracias por dejar que me quedara.

Dejé la nota sobre la isleta, e iba a dejar el libro que me leí ayer a su lado, pero me di cuenta de que ya no estaba.

Luzbel habría ido a devolverlo al bar de Azael.

Me marché del departamento al asegurarme de que la puerta estaba bien cerrada, viendo a lo lejos como mi autobús se marchaba. Me senté con un suspiro pesado en la parada para esperar al siguiente mientras abrazaba mi mochila, cuando me di cuenta de un chico alto y rubio en la acera de enfrente que me observaba fijamente. Me lo quedé mirando extrañada, esperando a que apartara la mirada, pero no lo hizo, al contrario, sonrió ligeramente, provocando que un escalofrío recorriera mi cuerpo.

Sentí una muy mala sensación de confort; me incorporé del asiento de metal y empecé a caminar hasta la siguiente parada de bus. De vez en cuando, miraba de reojo. Por suerte no me seguía nadie, lo que me relajó al cabo de unos minutos.

A lo lejos, vi el bar de Azael, me detuve en la esquina por si veía a Luzbel o su coche deportivo, pero no.

Toda la calle estaba desértica, lo que me incomodó bastante.

Me acerqué unos metros al bar, cuando un chico de pelo negro rizado, salió del local. Según nos íbamos acercando me fui fijando en su perfecto rostro y como sus ojos azul verdoso conectaban con los míos. Iba vestido con una sudadera gris, unos pantalones vaqueros azul oscuro junto con unas botas militares marrones. Cuando pasó por mi lado, me dio en el hombro con su brazo, ya que era más alto.

En vez de disculparse, continuó andando despreocupadamente.

Cuando estaba a unos veinte pasos de la puerta del bar, el chico rubio apareció frente a mí con una sonrisa ladeada. En su mano izquierda sujetaba una espada plateada con símbolos en Ennoquiano de color dorado y dos alas blancas adornaban su amplia espalda. El terror inundó mi cuerpo y salí corriendo, como un acto reflejo, mientras el Ángel me pisaba los talones.

Pasé junto al chico del bar, dándole sin querer en el brazo, haciendo que mi mochila cayera al suelo; no me detuve y seguí corriendo calle abajo. Giré en una esquina, intentando visualizar gente, sin embargo, no había absolutamente nadie.

¿Por qué no hay nadie? ¡Estamos en Nueva York!

Recordé el poder de hacer invisible a los humanos, lo que no sabía es que me podía afectar a mí también.

Miré por encima de mi hombro, viendo al Ángel andar tranquilamente hacia mí, notando la diversión en sus ojos castaños.

Estaba jugando conmigo.

Corrí por medio de la carretera intentando localizar algún coche o algo que me sirviera de ayuda. No había absolutamente nada ni nadie.

El chico apareció frente a mí, haciéndome parar en seco.

Lucifer (1° Parte) || En Físico ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora