Capítulo 7: La obra

988 114 46
                                    

Un gruñido cansado brota desde lo más profundo del pecho de Inuidiota. Su cabeza está agachada mirando con aburrimiento los barrotes que nos impiden nuestra libertad. Han pasado aproximadamente cinco horas desde que estamos aquí y ya tengo tanta hambre que podría comenzar a cocinar barrotes. Muero por comer algo cocinado por mamá, ella es excelente en la cocina, todo lo contrario a mi.

En momentos como esto agradezco el que mi familia posea dinero y gracias a eso yo posea dinero, porque el futuro de mi pobre esposo sería trágico, pero todo esto se me pasa al recordar que mi tragedia es mayor al tener que casarme con Inubaka.

¡Yo no quiero casarme con un traidor! A ver, si me traicionó siendo solamente su amiga ahora seré la mayor cornuda del mundo entero, este tipo no sabe lo que es la lealtad y fidelidad. Él es un idiota sin remedio.

—¿Por qué te hice caso?—pregunta cansado levantando la cabeza.

Por lo menos ahora viste ropa decente que muy "amablemente" los oficiales le prestaron.

—Porque soy genial, dah—hago mi cara de mayor aburrimiento al él preguntar algo con una respuesta tan obvia.

—Claro, y tu estás buena—murmura.

—Gracias por el halago—él rueda los ojos a la vez que se pone de pie.

—Tenemos que salir de aquí—dice y asiento.

—Creo que empezamos a estar de acuerdo, no puedo pasar mis últimos días de libertad encerrada contigo—murmuro horrorizada.

—Kagome—lo miro.

—¿Qué?—pregunto acomodando mi ropa.

—Actuemos, cariño—no se a qué se refiere hasta que mis piernas se encuentran enredadas en sus caderas.

—¿Qué cojo...?

—Shhh—pone su mano en mi boca—¿has visto porno cierto?—asiento confundida—gime, eso alertará a algún oficial, ellos vendrán, entrarán para cambiarnos de celda y espero que tus malditas clases de autodefensa nos ayuden—trago en seco.

—Bájame, no pienso hacer eso—digo intentado bajarme.

—No, es nuestra única salida. Si nuestros padres saben esto nos sacan de aquí y te aseguró que nos veremos la cara hasta durmiendo, sabes como son—aunque no lo quiero aceptar, tiene razón. Esos dos seres portadores de espermatozoides potentes que hicieron a Inuyasha y a mi estar aquí están dementes. Y lo último que quiero es a Inuestúpido cerca de mi todo este tiempo. De solo pensarlo mi cabeza duele, no, no quiero a ese traidor más cerca de lo establecido. Definitivamente no.

—Bien—mis mejillas se tiñen—esto es tan vergonzoso—murmuro con cierto malestar en mi estómago.

—No eres la única avergonzada, recuerda que no te soporto tampoco—dice y ruedo los ojos.

Despacio tomo aire y cierro los ojos. Si no veo a Inuyasha es más fácil hacer esto. Si, he visto innumerables películas porno. De hecho, mi primer porno fue con este idiota y fue súper vergonzoso. Casi muero de un infarto al ver a Inuyasha concentrado en el porno y diciendo lo que a los hombres les gusta. Si, él llegó a darme consejos muy útiles hoy en día.

Gimo alto y claro, tan real que abro los ojos y esos pozos dorados me miran gratamente sorprendidos. ¿Qué? Puedo ser muy realista cuando me propongo las cosas, por lo mismo gimo de nuevo.

—Ah, Kagome—gruñe Inuyasha divertido con la situación. Maldito, apuesto a que debe estar burlándose de mi en su maldita mente, ese bastardo.

—¡Oh Dios si!—luego Inuyasha me impacta contra la pared de manera violenta robándose un jadeo de mi parte, este no es fingido ya que la sorpresa me hizo soltarlo. Escucho pasos cerca.

Alocado Matrimonio Where stories live. Discover now