Capítulo 35: Largo día

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Despierto cuando siento algo, o mejor dicho la respiración de alguien en mi cuello. Ignoro eso y me acomodo para seguir durmiendo, porque la cama justo ahora esta súper cómoda y calientita como para levantarme. Así que giro hacia el otro lado de la cama para seguir con mi profundo sueño.

Ayer estuve hasta tarde trabajando y el cansancio de hace dos días al pasar el día huyendo de seguridades, luego trabajo y más trabajo me pasaron factura. Por lo que inmediatamente al llegar a casa caí en la cama y simplemente me dormí.

Frunzo el ceño cuando siento algo en mi nariz y murmuro algo incomprensible, escucho una risa suave por lo que abro mis ojos y grito con horror al ver unos ojos dorados mirarme divertidos.

Siento los latidos rápidos de mi corazón a una velocidad impresionante mientras Inuyasha solo ríe a carcajadas por lo que me incorporo y lo empujo logrando que de esa manera caiga de la cama y su risa se apague.

—¡Imbécil!—le grito estrujando mis ojos—casi me matas de un susto—suspiro antes de bostezar con fuerza.

Inuyasha pareciendo realmente divertido se acerca y se sienta a mi lado. Antes de que pueda decir algo tengo sus labios sobre los míos moviéndose con destreza. Lo aparto para mirarlo.

—Ve y cepíllate, tienes mal aliento—abro y cierro mi boca antes de golpearlo con una almohada escuchando su risa nuevamente.

Claro que Inuyasha no recibe a su hermosa esposa con palabras dulces luego de irse de viaje. Me levanto y voy hasta el baño para cepillar mis dientes mientras él se burla de mi pantalón de pocoyo. Le muestro mi dedo del medio sin detenerme de cepillarme. Ya sin mal aliento me giro hasta él.

—¿Qué haces aquí?—pregunto confundida. Se supone que él vendría mañana, no hoy. Inuyasha se acerca y abraza mi cintura dejando un beso en mi cuello para luego mirarme a los ojos.

Su fragancia masculina llega a mi como algo glorioso mientras su cálido aliento acaricia mi rostro, una sonrisa dulce se dibuja en esos lindos labios que me encanta besar desde que tengo la oportunidad.

—Terminé el trabajo ayer, por lo que no quería seguir y le dije a mi padre que me adelantaba quería verte—susurra mordiendo mi labio inferior. Casi gimo de lo bien que se siente tenerlo devuelta—mi padre dejo que su ayudante se encargue del papeleo que quedaba y ambos abordamos antes—termina.

—Vaya—no digo más porque sus labios cubren los míos en un beso desesperado.

Mueve sus labios lenta y profundamente haciendo que mis manos se enreden en su pelo. Lo dejo marcar el ritmo porque me fascina la manera en la que me envuelve en sus besos. Casi con pereza mueve sus labios para hacer luego que mi labio inferior se pierda entre los suyos succionando y luego mordiendo. Gimo mientras una de sus manos se encuentra en mi espalda y la otra baja a mi culo. Me estrecha más cerca de él y yo muerdo sus labios. Adentro mi lengua en su boca y la suya busca la mía de inmediato.

Me pierdo en la manera en la que Inuyasha me besa. Siento que puedo tocar el cielo sin salir de este lugar. Los labios de Inuyasha a pesar de haberlos probado hace tan poco tiempo, siento como si ellos fuesen perfectos junto a los míos y los conocieran de hace tiempo. De toda la vida.

Una tos falsa hace que ambos nos separemos. Veo a Koga frente a nosotros y le sonrío. Inuyasha me abraza haciendo que oculte mi rostro en su cuello.

—Te extrañe Kag—sonrío sin decir nada y lo abrazo. Cuando me quiero separar Inuyasha no me deja.

—¿Quieres soltarme?—pregunto intentándolo una vez más.

—No, se te ven los pezones. A menos que quieras ver cómo le saco los ojos a Koga si se da cuenta—me rio y él me nalguea frente al amigo.

Alocado Matrimonio Where stories live. Discover now