Capítulo 30: Nuestra confianza

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Cuando el frío interrumpió nuestras memorables confesiones Inuyasha propuso volver a casa, ahí terminaremos de contar todo lo que nos hace falta. No puedo evitar sentir que tengo menos peso en mis hombros. Tardé años con todas esas palabras atascadas en mi garganta y cuando por fin las pude liberal me siento en paz.

Inuyasha conduce, pero una de sus manos permanece entrelazada a la mía. Ahora que ambos abrimos la caja de sentimientos no puedo evitar mirarlo no tan disimulada, eso causa que él mantenga una sonrisa alegre en sus labios. Juego con nuestras manos entrelazadas queriendo que este momento perdure mucho más.

Inucerdo, Inuperro, Inuidiota. Tengo tantos seudónimos amorosos para mi esposo, pero el indicado sería: mi primer y único amor hasta ahora. Inuyasha ha sido el único que ha hecho latir de manera loca y apresurada mi tonto corazón. Es él único al cual quise dedicarle canciones. Inuyasha es tan especial.

Al llegar a la casa evito que me abra la puerta, por lo cual la abro antes de que tenga la oportunidad de abrirla. Amo que sea un caballero, pero tengo manos baby, así que tranquilo.

En silencio caminamos hasta la casa. Inuyasha enciende las luces cuando entramos. En silencio lo veo desaparecer hacia la cocina. Me siento en el mueble y me quito las zapatillas, me duelen los pies. La luna brilla con intensidad.

—¿Vino?—giro mi rostro al escuchar su voz. Él me sonríe y mantiene las copas alzadas. Suspiro y asiento.

Llena una copa y me la pasa. Bebo un poco y él se sienta. No contengo el querer abrazarlo, besarlo o simplemente sentir su calor. Él me sonríe.

—¿Por qué esa sonrisa?—pregunto dejando la copa sobre la mesa.

—No lo sé, supongo que ya no te veo como la linda mentirosa—enarco una ceja.

—¿Linda mentirosa?—él suspira.

—A pesar de detestarte por ser una mentirosa que me tenía siendo el villano, no pude negar que los años han hecho maravillas contigo, esas hermosa Kag—murmura—por cierto, ¿Yura estuvo en el juego?—frunzo el ceño.

—No, ella estaba enferma ese día—digo—¿sospechas de ella?—pregunto.

—No puedo evitarlo—contesta.

—¿Eso por qué?—él juega con el poco vino que queda en su copa.

—Ella me declaró sus sentimientos cuando me encontró en España—lo miro con sorpresa—así mismo estuve yo, siempre pensé que era Sesshomaru quien le gustaba—yo también lo creí. Y más cuando pasaba la mayor parte del tiempo buscando información sobre él.

—Nunca me dijo que le gustabas...

—Pero ella si sabía que estaba enamorado de ti—comenta—se lo confesé un día porque mis celos estaban a punto de matarme—me río.

—Inuyasha, ¿cómo fue tu relación con Hitomi?—él hace silencio, esta es la otra parte de las confesiones. Donde tenemos que decir lo qué pasó luego de ese mal entendido entre ambos.

—No mentiré esta vez Kag. Al principio solo fuimos amigos, pero Hitomi es muy persistente—claro, llamemos persistente a ser una intensa—sé que no le agrada a ninguna de ustedes, pero es una buena chica, algo arrogante a veces y tal vez un poco cruel en ocasiones, pero nunca he dudado de sus sentimientos por mi.

>> No fue fácil para ninguno. Ella me amaba, pero yo solo pensaba en ti, día y noche. Un día decidí olvidar, creí estar listo, pero...

Él hace una pausa, si es lo que pienso que es ambos estamos jodidos.

>> Una noche, ya éramos novios, decidimos llevarlo al siguente nivel—lo veo sonrojarse y mirar a otro lugar—hice lo peor que un hombre puede hacerle a una mujer—cierro los ojos y los abro lentamente—le hice el amor pensando en ti. No fue intencional, solo sucedió, cada caricia iba dedicada a tu nombre Kagome—su mirada vuelve a la mía, una mirada intensa que me hace tragar en seco—cuando iba a mencionar tu nombre fue cuando reaccioné—me quedo en silencio un momento. Bajo la mirada a mis dedos y juego con ellos de manera distraída.

Alocado Matrimonio Where stories live. Discover now