Capítulo 28: Aquel atardecer

803 98 21
                                    

Son pasadas de las 3:00am, pero Inuyasha no llega. Estoy en el salón principal sentada en el mueble a oscuras. Miro mi celular buscando una llamada de su parte, pero como es obvio no tengo una sola. Muerdo mis uñas confundida por las palabras que me dijo. No puede ser que Inuyasha haya estado enamorado de mi, suspiro agotada. Creo que Sesshomaru si tenía razón, ambos nos merecemos una charla con urgencia. Hay cabos que están sueltos y no comprendo. Hay piezas que faltan en el tablero. Mi cabeza es un caos total e Inuyasha no termina por llegar, aunque puede que ni venga a dormir. Se fue muy molesto. Y se fue molesto conmigo.

Dios, ¿será cierto lo que dijo? Es que no recuerdo haberlo rechazado. ¡Yo estaba enamorada de él! Inuyasha era mi sol, mi mundo entero. No puede ser que él también sintiera lo mismo, no es posible.

¿Cómo es posible que yo quisiera rechazarlo? Si mantuve mis sentimientos escondidos principalmente por miedo a un rechazo o que nuestra amistad termine. Estuve tantas veces con las palabras en mis labios gritando por pronunciarlas, cuantas veces estuve a punto de decirle que lo amo con toda mi alma. O lo amaba.

Me acomodo en el mueble, pero Inuyasha no llega. Miro el reloj. Son las 4:20am. Lamo mis labios y cierro los ojos, ya me duelen y deben descansar. Sin darme cuenta me quedo dormida.

Despierto cuando mi cuerpo me grita: ¡Ya es hora de que levantes tu culo! Frunzo el ceño porque yo me quedé dormirda en el mueble, pero ahora estoy em la cama que comparto con Inuyasha. Voy al baño y hago mis necesidades matutinas cepillando mis dientes de paso. Bajo a la cocina donde Eri se encuentra sirviendo mi desayuno.

—¿Inuyasha llegó anoche?—pregunto sentándome y sintiendo un poco de dolor de cabeza.

—Si, de hecho el señp fue quien la subió a la recámara—comenta dejando el plato frente a mi—pero no se quedó, se marchó sin desayunar o comer algo—asiento y acaricio un poco mi cabeza—¿se siente bien señorita?—suspiro levantando la mirada.

—Si, solo un pequeño dolor de cabeza, nada grave—le sonrío un poco y desayuno.

En silencio veo que ella quiere indagar más de lo que debe por lo que termino rápido y me voy a la habitación. Le marco a Inuyasha y no responde. Que bonito, ya hasta parezco una verdadera esposa llamando a su marido.

Como no responde me baño y cambio para ir a la empresa. Tengo que distraer mi mente porque siento que hoy esta mente mía trabaja a millón. Subida en unas plataformas bajo arreglada y me subo al auto. Conduzco en silencio porque hoy no me apetece poner música. Solo necesito hablar con Inuyasha. Dios, ¿y si es cierto y él no quiere volver a hablar conmigo?

Al llegar a empresa no saludo a nadie y entro al ascensor. Muerdo mis labios esperando que Inuyasha aprezca por aquí hoy. Al llegar avanzo hasta la oficina de mi padre y entro sin llamar. Inu No y mi padre están riendo de algo y se callan al verme entrar. Los ojos marrones de mi padre me miran y eleva una ceja.

—Al menos saluda a tu padre Kagome, no te eduqué así—camino hasta besar de manera distraída la mejilla de ambos. Acaricio mi cuello nerviosa y ellos me miran a la espera de que hable.

—¿Saben dónde está Inuyasha?—voy directa al punto. Mi padre se mira con Inu No.

—¿Pasa algo?—muerdo mis labios.

—No exactamente—mi padre va a decir algo y la puerta se abre. Esa risa de Yura la conozco a la perfección. Cuando me giro me encuentro con Inuyasha y Yura, quien tiene un brazo amarrado al de mi marido.

Los ojos dorados de Inuyasha me obervan con algo de confusión, pero luego pasan a ser aquellos ojos que hielan todo. Estoy nerviosa ¿por qué? No lo sé, solo siento unos nervios terribles.

Alocado Matrimonio Where stories live. Discover now