Capítulo 41: Lo que quiero, lo tengo

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Hago una mueca de asco al ver a Inuyasha comer como cerdo. Aun no puedo creer que la pasta nada agradable al paladar que hice la esté engullendo con tanto desespero, hasta Alegría huyó de la escena del crimen al verme en la cocina intentando ser una buena esposa que le prepara la cena a su marido. Tengo que aceptar que esta vez por lo menos no destrocé la cocina por completo y que Inuyasha parece amar la comida, aunque sé que solo lo hace para no herir mis sentimientos, esta asquerosa esa cosa que come.

La cocina nunca ha sido mi fuente, de hecho, lo máximo que se preparar son sopas instantáneas, y es solo porque hay que echarle agua caliente, porque luego de eso todo resulta como esos pobres espaguetis que acabo de cocinar; trágico.

Inuyasha se esfuerza por no devolver todo, pero su cara demuestra que quiere vomitar. Haciendo mi obra de caridad del día alejo el plato de él antes de lanzar lo que tiene en el basurero. Le tiendo una copa de vino que Inuyasha traga como si fuese agua.

—¿Muy malo?—pregunto sonriendo. Inuyasha suspira y me mira.

—Esa cosa estaba horrible, ya estaba planeando hacerme el muerto a ver si te apiadas y no me haces comerlo—ruedo los ojos y tamborileo mis dedos en el mesón.

—No exageres tampoco—Inuyasha suspira.

—No lo hago Kag, enserio que estaba horrible—me rio sin poder evitarlo—¿Por qué mejor no salimos a comer algo?—mis ojos brillan entusiasmada.

—Deja que me cambie y bajo—subo corriendo con Alegría ladrando y siguiéndome. Enserio que me he encariñado con esa perrita hermosa.

Me visto rápido con un ajustado vestido rojo vino que me llega a las rodillas y se ciñe de manera sensual y rescatada a mi cuerpo. Me subo en unas trampas mortales color negro y son cerrados. Dejo mi pelo suelto y suspiro dejando sus ondas correr por mi espalda. Me maquillo suave con una música puesta y Alegría parece contenta porque no deja de dar vueltas a mi alrededor.

Cuando estoy lista le sonrío a la hermosa mujer de maquillaje suave y sonrisa resplandeciente, de ojos brillantes y que emana un aura que hace mucho no veía en ella. Me veo feliz frente al espejo y me gusta lo que veo, realmente me gusta.

—Te ves realmente hermosa, Kagome—murmuro guiñándole un ojo a mi reflejo.

Bajo y veo a mi guapo e indudablemente idiota esposo. Inuyasha parece sorprendido al verme y me regala esa mirada que me encanta. Es como si viese algo demasiado hermoso para ser cierto, admiración, veneración. Siempre que sus ojos me observan me siento la mujer más hermosa, él con una mirada hace que sienta que el mundo está a mis pies, solo una mirada de Inuyasha logra eso.

—Kagome, eres hermosa, pero justo hoy podría volverme un tonto poeta que te componga los versos más románticos y sensuales del mundo—me rio antes de besarlo—creo que solo de esa manera lograría describir lo hermosa que estas—niego con una sonrisa.

—No necesito versos, solo tu aliento fundido en el mío—murmuro y él roza sus labios con los míos.

—Los poetas se quedan pendejos frente a nosotros—murmura antes de besarme como quiero.

Inuyasha me hace dejar de pensar, todo a mi alrededor desaparece dando paso a un mundo estruendoso lleno de colores donde solo estamos él y yo, lo siento como si miles de luces explotaran a nuestro alrededor dándole paso a un momento tan único junto a él. De esa manera me siento con cada beso.

—¿Nos vamos?—pregunta separándose de mí.

—Encargaré a Alegría a Eri—él niega.

—Yo lo hago cariño, tú arregla tu labial—lo veo alejarse y sonrío mientras cumplo su pedido.

Alocado Matrimonio Where stories live. Discover now