Capítulo 12: Acalorados.

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Estuvimos viajando por casi una hora, como era de noche no lograba distinguir mucho de lo que había fuera, la carretera tenía bastante relieve y cada dos por tres dábamos tumbos teniendo que sostenernos con fuerza.

"Me pregunto ¿A dónde diablos nos están llevando?"

Hacía frío y a pesar de traerme una chaqueta no era lo suficientemente abrigada así que tuve que abrazarme a mí misma mientras veía las pocas luces que iluminaban levemente el camino. De pronto sentí la calidez de una chaqueta sobre mis hombros, observé a mi lado y me encontré con Caleb dejando su atuendo sobre mí, ni siquiera sonreía, mantenía aquel semblante serio pero no molesto, era un gesto inusual en él pero amigable, supongo que de a poco intentaba cambiar algo de él mismo y yo era como el conejillo de indias con quién hacia pruebas de este tipo.

-Gracias -susurré y él asintió para volver a lo suyo. Los vampiros sentían frío como cualquier otra criatura sin embargo su resistencia era mayor y supongo que por ello me dió su chaqueta, la cual aún se sentía cálida por su cuerpo.

"Y huele a él. Realmente huele bien"

Recosté mi cabeza contra la ventanilla y cerré los ojos para dormir un poco, a diferencia de los vampiros yo no me sentía activa durante la noche, mis horarios no se adaptaron del todo a ellos y como cualquier otro humano tenía sueño.

"Estaba recostada en mi cama cuando de pronto oí la puerta abrirse, creí que tenía seguro pero no y al incorporarme en el colchón me encontré con Ciro frente a mí, se cruzó de brazos y esbozó una sonrisa de lado, arrogante y encantadora a su vez.

-¿Qué haces aquí? -pregunté confundida.

-Vine a darte lo que deseas.

-¿Qué?

De pronto dió un par de pasos hacia mí, me tomó por los hombros y antes de que pudiera decir algo me recostó contra la cama de golpe, me sentí asombrada y mis mejillas tomaron color cuando se puso sobre mí haciéndome sentir su pierna derecha entre las mías.

-Quieres que te muerda -afirmó muy cerca de mi rostro -No quieres descontaminar tu mente de mí, soy como una droga para ti; mientras más mordidas, más deseo. Tú, Thaily, me deseas.., deseas ser mordida ¿No es así?

Mi corazón corría con fuerza e iba a decir que sí, anhelaba decir que sí pero algo más me detuvo.

-¿Tú me quieres, Ciro?

Él no respondió.

Recordé lo que dijo Carter aquella vez, sobre el falso enamoramiento, recordé cada mordida de este vampiro rubio, recordé el dolor y el extraño placer que empecé a sentir poco tiempo después, sentía como si de a poco fuese a enamorarme de él, pero ahora debía alejarlo de mí porque si no me quería ¿Quién le daba derecho a hacerme daño?

-Una vez alguien dijo que si un humano le entregaba su sangre voluntariamente a un vampiro era símbolo de amor puro, una especie de pacto que ningún otro ser podía romper y que significaba muchísimo ante los moradores de la noche, no obstante yo jamás te he dado mi sangre por gusto propio.

«Nunca tendrás eso de mí, todas esas veces fuiste tú quien me mordió, yo jamás lo pedí y no lo haré... porque no te amo Ciro, así como tú no me amas.

Desvíe la mirada a un lado y solté un suspiro, él estaba a centímetros de mí pero no se movía.

-El día que yo entregué mi sangre voluntariamente a un vampiro, ese día será porque sentiré amor puro, pero algo me dice que tú no eres ese vampiro y nunca lo serás.

Ciro rió y volví mi vista a él, era lindo y peligroso a su vez.

-Y dime Thaily -se acercó tanto a mí que una pequeña línea de aire separaba sus labios de los míos -¿Quién es el vampiro que podría robar tu corazón?"

Decadencia. [En Curso] Where stories live. Discover now