Capítulo 8: Mujer fuerte.

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A la mañana siguiente el sol se sentía cálido y toda huella de agua desapareció como si ayer no hubiese llovido una gota, sin embargo aún el celeste sobre nosotros estaba cubierto por capas de nubes y era motivo de festejo para los vampiros ya que podían salir de día sin miedo a debilitarse.

A pesar de lo sucedido ayer y de todo lo que descubrí decidí junto con Carel que actuariamos con normalidad por un tiempo para poder encontrar al culpable sin levantar sospechas, aún que la idea de que por cada minuto que pasaba Chris era sometido a algún tipo de tortura me perturba el sueño y cualquier cosa que haga.

Cerré la ventana de mi pequeña oficina y salí fuera a ver qué estaba haciendo mi compañero de guardia, Cyrus; el cual obviamente encontraría en la misma posición que lo encontré cuando llegue, sentado en una silla de escritorio, con los pies subidos a una mesa y los brazos cruzados detrás de la cabeza mientras veía en la televisión una vieja película.

–¿Acaso no piensas hacer nada? Hay que barrer el suelo y de afuera puedes limpiar los cristales.

–No soy tu sirvienta.

Solté un gruñido y apreté los puños, era como lidiar con un niño caprichoso o como pensé alguna vez, Cyrus era una mezcla de todos los chicos exasperantes con los que me crucé alguna vez y eso me sacaba de sitio ¿Cómo es posible que existiera alguien así? Era como una mezcla demoníaca y altamente insolente.

–Soy tu superior y es una orden.

Aquello formó una sonrisa en el rostro de Cyrus pero no una amigable sino burlona, y me miró de costado.

–¿Desde cuándo el ganado tiene derecho a creer que puede dar órdenes?

–Cyrus te voy a romp...

Las campanillas de la entrada hicieron ruido y me sorprendí al ver a Caleb ingresando.

"El señor frío está aquí"

Él me miró y como siempre su semblante inexpresivo no me transmitía nada. Tratar de leerlo era todo un reto e irónicamente era lo que más me agradaba de él, el hecho de que siempre estaría en constante búsqueda y descubrimiento de quién era.

–¿Caleb? –caminé hacia él –¿Qué haces aquí? ¿Pasó algo en la bodega?

Caleb negó y me mostró la palma de su mano derecha, tenía un corte profundo y la sangre seguía saliendo.

De pronto Caleb habló como si respondiera mi pregunta interna, puesto que al ver el rojo carmesí me pregunté ¿Acaso no debería haberse regenerado?

–Cuando no bebes mucha sangre tu cuerpo tarda en sanar –y había descubierto algo de él, no se alimentaba con sangre de seguido.

–Oh diablos, ven, acompañame –le dije al notar que Cyrus no movería un dedo por alguien más y llevé a Caleb a mi oficina dónde le pedí que se sentará en una de las sillas mientras me puse a buscar apresurada los utensilios necesarios para suturar la herida.

Cuando lo tuve todo y me acerqué nuevamente a Caleb, me di cuenta de que le dió una mirada a su alrededor y luego sus ojos azules estuvieron en mí, en la escala de azul podría decir que los suyos eran un punto medio, ni tan claros como los de Cyrus ni realmente oscuros como el mar nocturno, sino medio.

–Bonito lugar –dijo, trataba de oírse casual pero se me hizo extraño ya que la mayoría de las veces en las que habló conmigo siendo mi jefe era para regañarme o darme órdenes, ahora trataba de ser amigable sin perder su tono inexpresivo y era raro, pero no un raro malo sino algo que me hizo sonreír divertida.

–Intento plasmar mi estilo siempre –dije mientras examinaba la herida y la desinfectaba –¿Puedo saber qué sucedió aquí?

–Se cayeron una frascos de vidrio; los empuje cuando quise levantar mis gafas del suelo y terminé por tirarlo todo, cuando lo quise recoger un vidrio corto mi palma.

Decadencia. [En Curso] Where stories live. Discover now