Capítulo 108.

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Parada: Marta.

Tal cual como lo imagine. Aaron casi que ordena a fabricar otro cinturón de seguridad a la camioneta y a cada auto, está a un paso de no dejarme ni caminar y solo tenerme en brazos.

Cada vez que me ve sonríe y va directo a hacerme cariño en la barriga que me está notando más, a pesar de que solo hayan pasado unas semanas de haberle contado, es como si el bebé estuviese orgulloso de hacerse notar, por lo que hoy le daremos la noticia a Marta.

- Marta. —Aaron entra a la habitación donde ella descansa.

- Diga mi niño.

- Ada y yo te esperamos abajo en la cocina, tenemos que hablar sobre algo serio.

A la pobre se le nota la cara de preocupación, no la culpo, Aaron nunca le ha hablado así con ese tono, pero es solo actuación.

Rio bajito al salir e ir a la cocina para esperarla. Nos sentamos en la isla y la vemos bajando las escaleras alisándose su pantalón color crema que lleva hoy, me da pesar.

- Ustedes me dirán para que soy buena. —Aaron tiene el rostro más serio.

- Queremos hablar sobre tu trabajo.

- ¿Algo va mal?

- La verdad sí. —ni pestañea.

- Eh...eh. ¿Qué está mal?

- El sueldo.

- Siempre he dicho que me paga mucho para lo que hago, no tengo ningún problema si hay un corte de sueldo. —lo que más me conmociona es que lo dice con toda la sinceridad, se me arruga el corazón.

- Bueno mi idea era otra. —habla Aaron.

- ¿Despedirme? —veo como comienza un leve brillo en sus ojos a causa de las lágrimas que amenazan con salir.

- Marta. —la tomo de la mano. —la idea es aumentarte el sueldo.

- ¿Por qué? —pregunta sorprendida y se limpia una lagrimilla.

- Porque nos mudaremos y te queremos con nosotros.

- Ademassss. —le dice Aaron. —ya no seremos dos tus consentidos, alguien va con nosotros y necesitaremos tu ayuda.

- ¿London? —reímos.

- No. —respondemos al mismo tiempo.

Saco de mi bolso la ecografía colocándola boca abajo y la deslizo hasta ella.

- Mi niña no me digas que otra mascota, el tuyo y el de London ya me están volviendo loca.

- Alza la fotografía, te encantara.

- Que habrás hecho aho... —deja la palabra a la mitad cuando logra ver el eco. —no...

- Sííííí. —le respondemos al unísono alzando los brazos celebrando.

- Solo pido que no lo malcríes. —le advierto divertida.

- No me digas que... oh Dios mío mis niños lo lograron. —cubre su boca con ambas manos. —con todo el gusto del mundo lo cuidare. —se levanta y nos abraza dando pequeños salticos.

- Lo logramos. —escucho decir a Aaron bajito, como si aún no se lo creyera.

- Yo lo sabía, esa barriga tuya no era normal y esas bajadas en la madrugada tampoco, tu que duermes como una roca, y Coco, ay Coco no ha querido despegarse de ti.

- Si, supongo que ya siente que hay alguien aquí. —acaricio mi panza.

- Por amor a cristo tendremos a un pequeñín subiendo y bajando por ahí.

- ¿Qué crees que sea Marta? —me muerdo el labio.

- En unos meses lo adivinare, sin eco ni nada.

- Cosas de viejas. —Aaron encoje sus hombros.

- Yo no tengo ninguna inclinación, solo quiero que sea el bebé más sano.

- Y así será mi niña. ¿London ya lo sabe?

- Todavía no es su turno. —reímos.

Con London se me ha costado más su sorpresa, sé que se derretirá cuando se entere por eso quiero que sea algo bonito.

Siguiente parada: ¡David!

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