Un pequeño salto me despierta, abro mis ojos y ya estamos en camino al aeropuerto.
- Eres experta en dormirte en menos de 2 minutos -comenta riéndose.
- No has visto nada.
- Ya estamos llegando.
Me acomodo en el asiento y le escribo a mi mamá preguntándole en donde está.
"Esperándote, te veo afuera"
Vuelvo a cerrar mis ojos color caca, como dice David.
- Si te vuelves a quedar dormida, te dejo aquí en el auto. No quiero que me muerdas si intento despertarte -Dice mientras gira el volante en una curva.
- Tampoco soy Fiona cuando me despierto.
- Eso no me consta.
Intento no dormirme, porque sino me tendrán que sacar de aquí con una grúa. Llegamos y veo a mamá en la entrada del aeropuerto, nos estacionados un poco más allá de la puerta y bajamos las maletas.
- Como hombre, pensé que mínimo, traerías sólo una maleta -trajo dos bolsos.
- Nunca se sabe que ocasiones pueden presentarse -se excusa.
- Eso, o eres una diva.
- Nuestra ropa ocupa más espacio que las de ustedes.
- Excusas. Pagarás un buen dinero en estacionamiento hasta mañana en la noche -le comento mientras caminamos de regreso a donde vimos a mamá.
- Bob vendrá más tarde a buscarlo.
- ¿No irá con nosotros?
- No -su mirada es comprometedora.
Aaron, yo, de viaje, solos, sin Bob... Mm, dejemos todo a la imaginación.
«No quiero quejas después, sobre lo que imaginare»
«Tú te armaras la novela Mexicana sobre Guadalupe»
- Este es tu boleto, no lo pierdas -me extiende el boleto mientras llegamos a la entrada.
- ¿Y los muchachos? -pregunto cuando la veo sola.
- Adentro. Hola Aaron - mamá se acerca a abrazarlo.
- ¿Cómo está señora Foster? -le da un beso en la mejilla.
Yo no recibí beso en la mejilla, sólo una queja por tardar tanto.
- Nada de señora, Alice, mi nombre es Alice. Pero bien, estoy bien, los estaba esperando porque ya tenemos que entrar a la zona de embarque.
- Entremos para despedirme de los grandulones. ¿Nos da tiempo? -le pregunto a Aaron.
El mira su reloj y aprieta su mandíbula.
- Si.
Caminamos con la maleta y los bolsos, y ahí están en una banca sentados, ni caben los dos. Se levantan apenas llegamos.
- Le iba a hablar mal a mi hija de ti, si no llegabas a despedirte -me dice Alex.
- Y yo no te iba a hacer más desayunos - me abraza y me levanta del suelo.
- ¡Bruuuuuce! Bájame, la braga se me está metiendo por el trasero.
- Jefe cabreado a la vista.
ESTÁS LEYENDO
Dulce Infierno
RomanceAda Woods esa mujer sin filtro que dice lo primero que le pase por la cabeza, es torpe como ella sola, habla hasta por los codos y está más dormida que despierta. Pero ante todo es fiel a su familia y a sus seres queridos. A sus 23 años se traslada...