Capítulo 34.

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"Aaron Cromwell"

Pensé que después de lo del sábado Ada no iba a querer saber de mí y hoy en la tarde lo comprobé, desde un principio me ha gustado hablar con ella, y que gracias al maldito beso que me dio Natacha está actuando de manera cortante. Y la entiendo, si hubiese sido ella quien se besa con algún tipo delante de mí, cuando no han pasado 24 horas desde que nos besamos, le habría partido el rostro a él, y tratado con indiferencia a ella.

Por eso hoy cuando la vi, intente remediarlo, pero una vez más me dice que no le interesa lo que haga y que solo tenemos una relación formal.

Tengo que arreglarlo y que vuelva a ser la Ada que conocí, lo de Natacha fue un error, la invite a salir por la insistencia que tenía, y paso los límites al besarme.

Y el destino siempre juega a mi favor, recibo una llamada de Amanda diciéndome que a última hora el socio a quien le he estado haciendo los planos junto a Ada, nos quiere en su sede, para los últimos detalles en persona, le digo que compre dos boletos en asientos juntos, nada de separados, le informo que Bob los buscara. Tenía días pensado en viajar allá para darle un vistazo a mi cabaña, no reservare en hotel.

Veo el reloj y marca las 3 de la mañana, debo dejar de trabajar hasta tarde, siempre se lo critique a papá y hoy por hoy soy igual.

¿Qué quiero viajar con ella por primera vez? Si. ¿Qué quiero despertarla a esta hora? Está claro que no.

Me armo de valor con la posibilidad de que me insulte y marco su número, 3 tonos y contesta.

Solo se escucha un dulce y ronco gemido.

- ¿Ujum?

- Ada, disculpa que te llame a esta hora, surgió un viaje a última hora, y tienes que viajar conmigo. Volvemos el martes en la noche.

- ¿Por qué yo?

¿En serio?

- Porque estamos trabajando juntos en este proyecto.

Le explico cuál de tantos proyectos es, me acuerdo de decirle que empaque ropa para el frio, he estado ahí y se el frio que hace. Hablo y hablo y no escucho ruido alguno por parte de ella.

- ¿Escuchaste todo? — no responde — Ada dime que no te quedaste dormida.

- No, no claro que no —por supuesto.

- A las 5 paso por ti —el vuelo es mas tarde pero siempre llego horas antes, y con ella más.

- Nos vemos en el aeropuerto.

Y ahí va de nuevo.

- ¿Por qué? —me importa una mierda no tener derecho de pedirle explicaciones.

- Porque tengo que llevar a mamá al aeropuerto.

- Yo las llevo.

- A Bruce también — así como me ofrecí, me arrepiento.

- Entonces nos vemos en el aeropuerto.

- Que mal educado.

¿Mal educado? Como si a ella le gustaría verle la cara de nuevo Natacha.

- Otra cosa, Natacha ira con nosotros.

- Mmm... Mejor despídeme y no voy —lo sabía.

- Que mal educada señorita Woods. Solo bromeaba —reímos.

Lo pienso, no me causa gracia bromear sobre ese bastardo.

- Bueno, te quise llamar antes para que hicieras maletas.

- Para hacer maletas y conseguir a Coco.

- Puedes dejarlo aquí en la casa. Marta y London lo cuidara.

London me tiene hasta el culo con que quiere un perro, no veo mal la idea de que lo cuide, así se le quitan las ganas.

- ¿Te volviste a quedar dormida?

- No, solo pienso.

- No tienes nada que pensar. ¿Qué puedes resolver en dos horas? Otra cosa, la primera reunión es a las 4, así que no hay necesidad de que viajes con atuendo de oficina.

- Está bien.

- Pasas por mi casa y lo dejas. De aquí salimos al aeropuerto.

- Gracias. Ahora déjame dormir.

- Deberías estar haciendo la maleta.

- Aaron, ya es un delito haberme despertado a esta hora. Dormiré sólo 30 minutos y me despierto para hacer las maletas.

- Confío.

- Confía.

Le pido a Marta que por favor me haga la maleta mientras termino de ordenar todo lo que tengo que llevar a la reunión.

Cuando termino de vestirme ya Marta empaco en los bolsos.

- Gracias Marta, te quería pedir otro favor. Ada vendrá con su mascota, es un perro, le ofrecí que lo dejara aquí y...

- ¡Ohh! ¿Cuidare a un tesorito? Si, si, si, será mi compañía.

- Por lo visto estás de acuerdo.

- A London también le gustara —ruedo los ojos.

- No te encariñes, que no tendremos ningún jodido perro en la casa cagando por todos lados — Marta solo me mira mal.

Bob llega con los boletos, recibo un mensaje de Ada diciéndome que ya está en camino. Como no es tanta la distancia salgo a la entrada a esperarla.

10 minutos y no ha llegado, ¿es una maldita broma? El portón se abre y entra un taxi ¿No tiene idea del frio que hace a esta hora? Veo como se estremece del frio cuando baja y va hacia la parte de atrás. La ayudo a bajar su maleta, no sin antes decirle al taxista que yo tardo solo 3 minutos.

- Pensé que te llevarías, mínimo, dos maletas.

- Créeme que con el frio que está haciendo allá, no saldré de la habitación —le tengo que decir sobre donde nos quedaremos.

- En cuanto a eso...

Fui interrumpido por Marta que está en la entrada con Bob.

Escucho atentamente como Ada dicta las instrucciones sobre el perro, si es así de estricta con él no me imagino como lo será con un hijo. Cuando por fin termina con su discurso salimos a la camioneta, le abro la puerta mientras comienza a masticar un chicle, me detengo a hablar con Bob.

- Dejare la camioneta en el estacionamiento del aeropuerto.

- Dentro de un rato iré a buscarla. ¿Sabe que van solos?

- No.

- ¿Y que se quedaran en su cabaña?

- Tampoco. Ya veo que Marta se encargó de informarte.

- Es que hicimos una apuesta.

- ¿Qué clase de apuesta?

- Si gano, le diré. Que tengan buen viaje.

- Gracias —rio.

Al montarme en la camioneta lo primero que recibo es esa mezcla de olores que siempre desprende Ada, perfume dulce y menta, no sé si sabe lo increíble que huele. Tomo camino al aeropuerto y pienso que tengo que decirle a Ada donde nos quedaremos.

Dulce Infierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora