Capítulo 20.

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"Aaron Cromwell"

Estamos a miércoles, mitad de semana y nunca me había sentido tan agotado como en esta, creo que m enfermaré gracias a London que llego ayer con peste. Mi alarma suena, para ser exactos a las 4:30am. Hoy no quiero una ducha quiero recostarme en la bañera a ver si se me pasa esta molestia en el cuerpo.

Entro a mi vestidor y me paseo observando que usare hoy.

Cuando bajo esta Marta sirviéndome el desayuno, me siento y me da el periódico.

- Veo que alguien se contagió también.

- Si ayer dormí un rato con London en la noche cuando nos quedamos viendo película y creo que me pego su virus.

- Tomate esto ­—me desliza el desayuno con un jugo de naranja y una pastilla.

- Gracias.

Manejo a la empresa pensando en que hoy es el día en que Ada empieza a trabajar para mí, espero que no piense que la tratare diferente por conocernos y menos después de haberme dicho que nos mantuviéramos de manera profesional. En la entrada esta Ethan, Evan o como sea que se llame el maldito ese que quería llamar porque si, la atención de Ada. Subo en mi ascensor privado hacia mi piso. Paso por recepción y Amanda no ha llegado, si mi secretaria no está antes de que yo llegue, ¿quién se supone que atenderá mis llamadas?, no soy el único empresario que empieza a hacer negocios desde muy temprano. Entro a mi oficina y la llamo.

- ¿Amanda donde se supone que estas?

- Oh Aaron, disculpa ya voy llegando.

- Señor Cromwell para la próxima, apresúrate —y le cuelgo.

A los minutos Amanda me llama diciendo que ya llegó y comienzo con mi trabajo. A las 8 en punto suena el teléfono y contesto.

- Señor Cromwell —es Amanda, ahora si entiende que soy señor Cromwell — aquí se encuentra la señorita Ada Woods, dice que trabajara con usted.

- Dile que pase —no digo gracias, ese es su trabajo de igual manera.

Un minuto después se escucha que tocan la puerta y vocalizo un simple "pase", sé que es Ada. Veo que asoma solo su rostro angelical, me causa gracia su gesto, si supiera lo hermosa que se ve solo así.

Creo que debería dejar de pensar así sobre ella. Le hago una seña para que termine de pasar a la oficina y demonios, sí que es una mujer bien dotada, lleva un vestido rojo que resalta su piel bronceada natural, no puedo creer como lucen sus curvas en ese vestido, la repaso de pies a cabeza mientras camina a mi escritorio, creo que es imposible no tener pensamientos indecentes mientras ella luce así, y creo que mi compañero de abajo piensa lo mismo, cuando desvío la vista de su cuerpo a su rostro, me doy cuenta que me está mirando fijo, dándose cuenta que la estaba comiendo con la mirada, sigo lo que estaba haciendo en la laptop porque me avergüenza que me haya pillado.

La gente piensa que por ser apuesto y adinerado me la paso conquistando a cualquier mujer, pues no es así, soy muy selectivo, no tolero hablar con una mujer hueca y sin aspiraciones, ni tampoco suelo ser lanzado con las mujeres, soy más de ser caballero que don juan. Por eso desde un principio me ha encantado hablar con ella, puede fluir una conversación de manera fácil.

Se sienta en la silla al otro lado del escritorio y mientras deja su bolso en el piso aprecio cada una de las pecas que tiene en sus senos, eso la hace más sensual aun.

Creo que me quedo en el limbo, porque es ella quien da la primera palabra, eso es lo que me gustó de ella desde un principio, a diferencia de otras mujeres que siempre esperan que uno el hombre tenga la iniciativa, Ada lo hace por si sola.

Dulce Infierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora