Capítulo 32.

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—Tengo una resaca de muerte — Romee murmuró mientras se deslizaba por la caminadora

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—Tengo una resaca de muerte — Romee murmuró mientras se deslizaba por la caminadora.

—Bueno, supongo que alguien la pasó genial después de todo. — sonrió.

La rubia frunció su ceño y observó en dirección a su amiga confundida, detectó unas grandes ojeras y unos ojos realmente hinchados lo que parecía ser qué...

—¿Estuviste llorando? — frunció su ceño.

—¿Qué? No — Emily trató de disimularlo pero se sentía fatal haciéndolo, no estaba bien después de lo que había ocurrido en la madrugada en su apartamento — También tengo algo de resaca, recuerda que tomé tres copas de alcohol anoche.

—Que recuerde eso no significa que al día siguiente tengas un rostro espantoso. — arrugó su nariz.

—Bien, pero a mí si me sucedió así — asintió.

Romee negó y siguió concentrada caminando en la máquina, por otro lado, Emily salió de esta y caminó hasta la zona delantera para comenzar a hacer sus sentadillas correspondientes. El show en París estaba cada vez más cerca y los nervios comenzaban a perseguirla, todos las noches soñaba en que se caería delante de todos ocasionando que Edward y Mark se sintieran completamente decepcionados por ella. Estaba tan sumida en sus pensamientos que no sintió cuándo Justin entró tomado de la mano con Sofia, al momento en que la vio quiso que la tierra se lo tragara pero debía de ser todo un hombre y afrontar lo que estaba haciendo.

—¿Viste quién llegó? — Romee preguntó una vez que llegó a su lado.

—Estoy concentrada en mis ejercicios, Strijd— rodó sus ojos.

—Bueno, el chico al que besaste en su mansión acaba de entrar con nada menos que su nueva novia — rodó igual sus ojos, imitando la acción anterior de su amiga —¿En realidad te dejaste besar por el? — bromeó.

—Ya te dije que fue un accidente — suspiró y se compuso para comenzar a divisar hasta encontrarlo, no lo vio. — Creo que estas algo medio dormida o tal vez alucinando con la fiesta de anoche.

—Ja, ja, ja — rió sin ganas— Están aquí, mis hermosos ojos azules lo vieron entrar con ella.

—Estás mintiéndome...— observó a su amiga seriamente.

—Sabes que yo nunca me voy a parecer a tú ex amiga... — fue interrumpida por un chillido.

—¡Justin, cielo! — y otra vez la voz que Emily tanto detestaba estaba aquí, en el mismo lugar que ella —¿Estas bien?

—¿Ves? Te dije que estaban aquí — sonrió.

—Quiero irme — susurró.

—¿Qué? No, apenas llevamos media hora y sabes que como mucho debemos completar más de dos horas — soltó el aire después de dar ese casi largo discurso.

—No la soporto — apretó sus dientes.

—Y ¿quién la soporta? En especial, yo no.

Emily sonrió y caminó hasta dónde estaba su botella de agua para dar un sorbo, entonces fue ahí cuando sus globos oculares grises se conectaron con esos globos oculares mieles y sintió esa corriente eléctrica que tanto los caracterizaba, quería dejar de mirarlo pero le era imposible, todo se había vuelto diferente después de que Justin le confesara sus sentimientos en la madrugada de hoy. Pero, ¿a quién quería engañar? Después de que ella lo había rechazado había corrido a los brazos de Sofia y aquí estaban, luciendo como la pareja perfecta de todo Hollywood.

—Hola, Justin –Romee saludo detrás de ella.

Emily volteó a mirarla y la fulminó con la mirada, tomó agua de su botella y quiso seguir para continuar con sus ejercicios pero esa voz ronca le habló como sí anoche no hubiera pasado nada.

—¿No vas a saludar a tú amigo, Em? — preguntó con frialdad en ella.

—Oh, disculpa... — fingió su sonrisa — Hola, Justin. No sabía que también entrenabas aquí.

—No, él no lo hacía... — Sofia interrumpió el momento incómodo que estaban teniendo los dos — Quise traerlo aquí, después de todo hay buenos entrenadores ¿o no?

—Sí, tienes razón. — espetó.

—¿Llevas mucho entrenando aquí? — preguntó Justin observándola, Emily miró esos ojos mieles y sabía que estaba tratando de fingir que nada había pasado y le dolía, pero también en sí era culpa de ella por haberlo rechazado.

—Hace más de una semana... — suspiró — Es el gimnasio en dónde todas nosotras venimos, sólo que esta vez Romee y yo decidimos madrugar... Tenemos cosas que hacer luego.

—Oh, entiendo — Justin sonrió y Emily sintió derretirse delante de él. ¡Joder, no podía sonreírle de esa manera! — Dejaré que hagan sus ejercicios tranquila. Sof y yo también haremos los de nosotros.

—De acuerdo — Romee sonrió.

—Suerte, Emily — Sofia murmuró con recelo en su voz y la castaña lo notó.

—Espero y aproveches el gimnasio — le sonrió pero todos a excepción de la cita de Justin entendieron a que se refería Emily.

Se alejó de allí y volvió a centrarse en hacer sus sentadillas, Romee le propinó un codazo divertido y Emily sonrió.

—Creo que odias a esa chica más que a Zoe... — suspiró — Y eso que fue ella la que te estaba jugando una muy mala.

—No la soporto, su voz es muy chillona...— suspiró — Y algo muy creída.

—Bueno, esas son las consecuencias de ser toda una hijita de papi.

Emily asintió y comenzaron a reírse fuertemente, Sofia las miró y sintió náuseas.

—Creo que alguien nos está mirando mal — murmuró Romee.

—No debería de importarnos... —arrugó su nariz y en ese momento sintió su teléfono vibrar en el suelo, se agachó un poco y lo tomó entre sus manos. —Mierda...

—¿Qué ha pasado? — Romee preguntó confundida.

Emily volvió a observar el mensaje y leyó nuevamente sus palabras que decía:

«Justin B: Te ves tan preciosa con ese conjunto deportivo. Mierda, Em no sabes cuánto estoy sufriendo por tú rechazo.»

—No, nada — sonrió incómoda — Es mi madre, hace rato no hablamos.

—Entiendo, no deberías de ser tan alejada de tus padres.

—No intento pero estar en la otra punta del mundo me resulta imposible — sonrió y su teléfono volvió a vibrar.

«Justin B: ¿podrías dejar de ignorarme? Me duele el corazón.»

Beautiful Angel; Justin BieberWhere stories live. Discover now