Una sorpresa diferente

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Con mucho amor para las personas que me han apoyado siempre con la escritura y que día a día me demuestran su cariño. A ti, por darle una oportunidad a mis novelas. Y a ti, que amaste tanto HCMREC como la amé yo. Los amo.

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Comer era hermoso. Comer es lo que le da sentido a todo. Comer es vida, hueón. ¿Quieres hacerme feliz? Dame comida. ¿Quieres subirme el ánimo en días de mierda? Sí, hueón, dame comida. Yo amo la comida. E imagínense el amor que le profeso cargando un monstruo de la comida en mi vientre. Mi monstruito era una comilona compulsiva. Mi Javi iba a salir peor que yo, hueón. Y mierda... la amaba tanto que tragaba como si el mundo se fuese acabar... si eso no es amor, no sé lo que es. Otzea, yo me sacrificaba por mi guagua, cachai.

Hundí la mano en mi paquete de papitas, mientras veía la serie que se supone que debía terminar con el Ale -pero no me aguante y me adelante-. Y abrí mis ojos como platos al darme cuenta que no tomé nada. Salté más que la chucha y volteé el envase en el sillón. AY NO. LAS HIJAS DE PUTA PAPA SE HABÍAN TERMINADO.

—¡Pero hueón, no! —grité, tapándome los ojos con rabia.

Era una reina para las tragonas del mundo, hueón.

—¡Cachetitos!

Escuché el grito del Ale desde la cocina y sentí sus pasos apresurados por la cerámica.

Un lince era rápido, un puma era rápido. Pero el Alejandro escuchando mis gritos era una huea atómicamente veloz. Conchetumare. En menos de un nanosegundo estaba al lado mío. Su pelo negro despeinado. Sus labios separados al jadear. Quise reírme con fuerza, pero el luto hacía mis papitas era mayor.

—¿Qué mierda paso, amor? ¿Estás bien? ¿La Javi esta bien? Háblame —dijo, desesperado. Agachándose frente a mí con sus lindos ojos negros abiertos como platos.

Hice puchero como la antipática culia en la que me había convertido y enrollé mis brazos en su cuello, dejándome caer de rodillas en la alfombra para quedar en igualdad de posiciones. Mi Ale no dudo en envolverme en su calor, presionando sus palmas en mis caderas anchas.

Síp. Yo era una dramática empedernida. El embarazo me tenía así. Yo no creía que el embarazo podía ponerte tan hueona, pero si pasaba. No a todas las mujeres, pero sí a la mayoría. Y desgraciadamente, fui una premiada. Con doble bingo. Pasaba por mis etapas. De la culia llorona insoportable, a la enojona histérica, a la cachonda amorosa. Si es huea de preguntarle al Alejandro, no más. De hecho, el Tomy a menudo me huebiaba por eso. Era un blanco de sus burlas.

Suspire. Mi estomago abultado nos impedía poder pegarnos como solíamos hacerlo hace menos de ocho meses, pero ahora con casi nueve, simplemente no podíamos. Tengo que ponerme de lado para encajar con su cuerpo duro y viril, ah.

¡Hueón culiao, me rompiste el choro! #HCMREC 1Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin