35

5.9K 320 48
                                    

¿Alguna vez sintieron que el corazón les iba a explotar? ¿Qué ese músculo en su pecho iba a reventar? Bueno, pues en este momento culiao sentía que mi puto corazón iba a reventar.

El Ale tomo al Armando del cuello de la camisa, pero su papá fue rápido, logro llegar a ellos y apartarlos con fuerza, mientras mi suegra se tapaba la boca con las lágrimas nublándole la vista. Yo estaba impactada, en mi lugar. No podía reaccionar. Me sentía una hueona sobrenatural. Una hueona excepcional.

—¡Eri un sapo culiao! ¡Resentido de mierda! —gritó el Ale, intentando llegar a su hermano.

El Armando no habló, se mantuvo en silencio, pero con una mueca satisfecha en el rostro.

Cabro culiao…

—No tienes derecho, Armando
—habló la mamá del Ale, con la voz quebrada —Siempre has querido perjudicar a tu hermano. Siempre lleno de rencor…

—¡Ese hueón no es mi hermano! ¡No es mi familia! ¡Tú no eres mi familia! ¡Mi familia es mi mamá, la mujer que el Eduardo dejó por ti! Si estamos así de cagaos es por su culpa. Por la culpa de ustedes.

De pronto, el Armando estaba sin aliento.

—Armando… hijo —murmuró su papá, poniéndose cien por ciento alerta.

—¡No! ¡Tú hijo una mierda!
—gritó, tirando algunos vasos de la mesa.

En un dos por tres el Ale estaba detrás de mí, tiró mi brazo con suavidad. Mientras don Eduardo se acercó al Armando.

—Sube a mi pieza —pidió, mi pololo.

Negué, caga de miedo. No quería dejarlo aquí.

—Anda, Tamara por favor —insistió.

El Armando estaba descontrolado. Trataban de tomarlo, pero él decía hueas y reclamaba sobre cosas que ya ni siquiera estaba comprendiendo. Escuchaba vidrios rompiéndose, madera siendo golpeada, y gritos descontrolados, cargados de rabia, pena, y decepción. Los empleados comenzaron a llegar, me alejaron, y en el aire se oían palabras de "es tu culpa", "soy un enfermo por tu culpa", "te odio", "no te necesito"...

—¡Llamen a su médico! —alguien gritó.

—¡Es una crisis! ¡Hay que hacer algo!
—respondieron.

Entre el jaleo, divisé a don Eduardo sujetándolo, logro retenerlo entre sus brazos y con rapidez se arrodillaron. Insto al Armando a poner su cabeza sobre sus propias rodillas, y le hablaba al oído. Poco a poco los gritos cesaron, y note como su respiración se normalizaba. Ya que su espalda no subía y bajaba de manera errática.

Finalmente, y tras las insistencias del Ale, subí las escaleras a punto de un ataque nervioso, y me interné en la pieza.

¿Tenía que irme? ¿Volver y buscar al Ale?

Un choque de realidad me dejó hueona.

El Alejandro es bipolar”. Las palabras del Armando volvieron a mí y quede marcando ocupado. El Ale era bipolar… yo sabía que eso era una enfermedad. La gente suele huebiar con aquel concepto, pero es algo sumamente serio.

Ay mierda.

El pulso se me había disparado como nunca. Me senté sobre la cama y me tape la boca.

Mi Ale… El Ale quizás estuvo pasando por momentos complejos respecto a la enfermedad, y yo no tenía ni idea. No estuve al tanto.

Antes de procesar la huea, saqué mi celular y conectándome a mi internet busque “bipolaridad”. Enseguida se desplegaron las páginas que hablaban sobre el tema, pinche Wikipedia y leí:

¡Hueón culiao, me rompiste el choro! #HCMREC 1जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें