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Mi pie no dejaba de moverse. Estaba demasiado nerviosa y no sabía por qué chucha.

—Pase, señorita Cifuentes —llamó la ginecóloga, que me controlaba mensualmente.

Con paso decidido entré a la sala azul y me senté frente a la mujer de pelo cobrizo con bata blanca. Ella tenía unos papeles en la mano. Hace unos instantes atrás, me había hecho unos exámenes de orina y no entendía la razón. Exámenes de rutina, supongo. ¿Pero los ginecólogos igual hacían exámenes de rutina? ¿Qué huea?

—Tamara, los exámenes que te hice son de rutina. —explicó, de acuerdo a mis pensamientos —Vamos hacer uno de orina todos los controles para descartar cualquier cosa —continuo, mientras hojeaba sus papeles. Yo asentía como hueona. —Acá veo todo absolutamente normal y... —su ceño se frunció profundamente.

Me tensé en la silla, porque se quedó callada de repente.

—¿Qué pasa? ¿Tengo algo mal?
—tartamudee, más blanca que el papel.

¿Qué podía tener mal, hueón? Me estaba cuidando, no tenía nada en la cuca -al menos visible, ah- el Ale no tenía nada en el picaflor, así que no entendía su cara.

Un suspiro abandono sus labios.

—Como te lo dije la primera vez que nos vimos, los métodos anticonceptivos no son 100% efectivos y en este caso, para ti no fueron positivos —comenzó, estirándose sobre la mesa y dándome una mirada cargada de tristeza —Estás embarazada, Tamara.

¿Ah? ¿Cómo dice que dijo? ¿Qué, qué?

Mis labios se separaron como un pez. Mis mejillas se calentaron. Las ganas de vomitar fueron grandes.

—¿Q-qué? ¿Cómo? ¿Pero...?

Ella parpadeo rápidamente. Me miro tipo: Culiando ¿Cómo más?

—Estás embarazada, Tamara —repitió, con voz segura.

¿Qué? ¿Qué, hueón? ¿Embarazada? ¡Conchetumare!

No, no, no. Yo no podía ser mamá. Al menos no ahora. No tan joven. Re contra mierda.

—¡Conchetumare! —grité tan fuerte, que la doctora se echo hacía atrás y su cara comenzó hacerse borrosa.

¿What huea?

—¡¿Qué huea te pasa, cabra loca?!
—exclamó una voz, haciéndose cada vez más potente.

¡Santa cachucha! ¡Mi vieja! ¿Cómo apareció en la clínica si vine sola? ¿Se teletransporto? ¿Eri un Sayayin, mami?

—¡Tamara, hija! Estai soñando, cabra —habló, la misma voz.

Sentí mis hombros siendo zarandeados y mis ojos se abrieron. Mi mamá estaba delante de mí, aguantándose una sonrisa. Estaba en mi pieza, mi casa, mi cama. Ufa.

—¡Mierda! ¿Estaba soñando? ¡Estuve embarazada toda la noche! —grité desesperada, incorporándome en el colchón.

Mi mamá se sentó frente a mí, dejando un poco de ropa doblada a su lado. Sus cejas se fruncieron.

—¿Qué mierda estai hablando, hija? Subiste y te quedaste dormida encima de la cama —aseguró, mirándome sin entender nada —¿Embarazada del Jarri Estains, de nuevo? —se refirió a un sueño que tuve como a las doce, cuando leía fanfics de one direction y tú.

Ni siquiera le corregí el nombre, porque estaba ahogada.

¡Oh, Yisus Craist! Fue un sueño. Fiu. Que chuto, mamita santa.

¿Por qué chucha había soñado eso? No huebes, señor de los sueños.

—Me puse a soñar puras leseras, oh. No me embarazó ni del espíritu santo
—gemí, pasándome las manos por la cara.

¡Hueón culiao, me rompiste el choro! #HCMREC 1Where stories live. Discover now