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—¿Por qué estai con care raja?
—preguntó el Tomás, jadeando a mi lado mientras trotábamos por la cancha. El profe de Ed. Física nos había ordenado trotar quince minutos para calentar y después comenzar con la unidad de básquet.

Carraspee porque tenía un pollo atoraoh.

—El Ale se fue —respondí, sin detenerme.

El Tomy lanzo un gritito, tapándose la boca y ralentizando su trote.

—¿Qué? ¿Por qué, hueón?

Me encogí de hombros, tratando de disimular que la huea me afectaba.

—Su viejo lo mando a buscar, pero vuelve el sábado.

Él se puso la mano en el corazón, entornando los ojos.
Culiao drama…

—Ay, culia… me había asustado. ¿Por qué chucha ya no me contai esas hueas? —me reclamo —Soy tu mejor amigo, hueona.

Suspire, pasando a mis compañeras que trotaban a paso de tortuga, puteando al profe y enchuecándose todas pa dar un paso.
Seguro que pa montarse en el pico no alegan… ah.

—Si sé, Tomy… es que solo no tuve tiempo. Y, además hueón, voh tampoco me hay contado que onda con el Bastián
—dije.

—Ay, amiga. Si no es nada tan relevante tampoco. Nos dimos una oportunidad no más y estamos viendo si funciona… —me explico, corriendo a mi lado y negando con la cabeza —que madura sonó esa huea —agregó riéndose.

—Me alegro, hueón… pero que onda… ¿voh lo queri o solo te gusta?

Ahí mi amigo se detuvo por completo… miro hacia abajo suspirando y luego, me miro. Yo me detuve en medio de la cancha, esperándolo.

—No sé, hueona… yo creo que sí. Lo conozco hace rato ya… y el “me gusta mucho” paso al “me importas mucho y quiero que esti bien siempre” Supongo que lo quiero…

Me quede en silencio, espere que no me preguntara lo mismo porque no hay respuesta. Ah.

—¿Hay pasao a otro nivel con él?
—continúe con mi corrida, él me siguió.

—Casi, hueón. Es que igual no hemos estado mucho solos —explico, después abrió sus ojos entero de grandes, como si comprendiera algo —Maraca culia, ¿Ya le chupaste el helao al culiao? ¿Me estai huebiando? Tamaraca, te amo.

—Relaja la pichula —le susurre.
—Ayer… pero solo fue… con la manuela. —murmure entredientes.

El Tomás abrió los ojos como platos soperos y sonrío como la lunita de WhatsApp.

—¿Qué huea? ¿Dejaste que te tocara la chascona?

Me trapique con mi saliva. Me reí.

—Ay, hueón culiao con voh no se puede hablar —y me fui corriendo.

El Tomy me siguió, gritando:

—¡Ya po, hueona! ¡Cuéntame toda la huea!

—¡Sujeta la boca, Tomás! —le reclamo el profe, tocando su pito.

(…)

El Ale no me había mandado ningún mensaje y ya me estaba preocupando. ¿Cuánto se demoraba esa caga de viaje? Se supone que debería haber llegado en la mañana… y ya eran como las siete de la tarde.

Estaba en la mesa tomando once con mis papás, los escuchaba hablar mientras comían y veían tele, pero yo solo podía lanzarle miradas hueonas a mi celu en espera de que la huea sonara.

¡Hueón culiao, me rompiste el choro! #HCMREC 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora