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¿Cómo chucha el Ale se había enterado que estaba en la casa de un amigo del Armando?

¡El hueón de su equipo, po! -me grito, mi subconsciente.

¿Pero y ese hueón que hacia aquí?

¿A quien chucha le importa? Teni hueas más importantes -me recordé.

Dejé mi pelea mental y me concentré en la voz del Ale a través del celular.

—¿Qué? ¿Quién te dijo eso? —me hice la hueona, mirando como la Natalie se ponía de pie. El Armando seguía en el pasillo casi fulminándola con la mirada. Ella me dio una mirada que no supe interpretar y antes de poder procesar bien lo que estaba haciendo ella paso por al lado del Armando, y esté la siguió dejando al Gonzalo en plan: ¿Qué chucha?

Me mordí una uña. Me había puesto nerviosa y en modo estúpida.

—Un hueón del equipo es hermano del amigo del Armando. Y te vio. Pero eso no importa. ¿Tú que haces allá? —exclamó, enfurecido.

Mi vientre dolió de los puros nervios. ¿Por qué chucha me ponía así? Además... ¿No le estaba dando mucho color? Solo vine a una casa donde se supone que hay un compartir... y bueno, la casa es del amigo de su hermano. Un hermano con el que no se lleva bien, pero ¿y?

—¿No le estai dando mucho color, Ale? Baja el tonito. Estoy aquí por algo importante. Después te explico —dije, malhumorada. Me había picado porque no sabía donde chucha se fue la Natalie y el Ale se enojaba conmigo. ¡Fue una pésima idea venir, hueón!

Suspire, sentándome en el brazo de un sillón. Cerca de unos hueones que hablaban con la papa en la boca.

—¿Qué le estoy dando color? Tú no conoces a ninguno de ellos. Sé que son puros amigos del Armando. Puros culiaos cuicos y pesaos. Me estai escondiendo algo y eso no me gusta, Tamara —respondió. Juraría que estaba apretando su mandíbula.

—¡No te estoy escondiendo ninguna huea! Solo paso algo y te iba a contar después. ¡Es algo de la Natalie! Y ahora tengo que ir a buscarla. Hablamos después —le dije, a gritos. Los murmullos y risas no me dejaban escuchar ninguna huea.

—Tamara... —empezó. Pero orgullosa de mí misma, corté.

Salí rápidamente de la casa, buscando a la pelirroja que desencadeno mis problemas, ah. Y no la ubicaba por ninguna parte. Me frustre. Empecé a caminar por el patio, hasta que vislumbré su pelo rojizo y a la figura alta del Armando frente a ella, dándome la espalda a mí.

Como la sapa que era, me quedé a solo centímetros ocultándome detrás de una pared de la casa y escuché:

—...planeando nada. Solo volví. —le escuché decir a ella.

—¿Solo volviste? ¿Qué mierda pretendes con venir aquí? ¿Sabias que yo iba a estar?

Vi a la Natalie bajar sus ojos. Como el Armando me daba la espalda no podía ver sus reacciones, pero por su postura podría jura que estaba enojado y... dolido.

—Sí... Yo... solo quería verte una vez
—respondió la Natalie.

—Tres años, hueón. Han pasado tres años. ¿Y tú vienes a un compartir aquí como si nada? No tienes lazos con estos hueones, Natalie —habló él, apuntando hacia la casa —¿Por qué querías verme si me hiciste sentir como la mierda la ultima vez?

Ella se aproximó. El Armando bajo su cabeza para mirarla. Los ojos de ella eran suplicantes.

—Yo... no sé, hueón. Me siento como el hoyo. Todos estos años me he sentido como la mierda. Llegué a un punto en que no sé que es lo que quiero realmente. Solo volví porque aquí es mi casa y estoy bien —dijo ella, apresurada mirando al Armando —Y lo sé, sé que te sentiste horrible, pero juro que todo tiene una explicación.

¡Hueón culiao, me rompiste el choro! #HCMREC 1Where stories live. Discover now