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Por primera vez Tamaraca Cifuentes no se quedó dormida. Estaba más orgullosa que la chucha. De hecho, me había levantado a las 6:40, siendo que entraba a las 8.

Se ganan una Scooby galleta si adivinan el motivo, ah. 

Me duché con calma, refregándome bien las partes más olorosas, disfrutando de poder ocupar la ducha sin los gritos de mi mamá para que me apurara. Seguramente ellos aún seguían durmiendo.

Me puse mi blusa, los calzones rosados que elegí ayer, unos shores, porque desde el incidente con el susodicho nunca se me olvidan y mis calcetas. La falda me la ponía antes de irme no más.

Me encaminé hacia la cocina, prendí la luz y puse el hervidor. A lo lejos sentí a mi mamá golpeando las hueas en su pieza, seguramente buscando su ropa y más tarde una risa de mi papá.

Estaba de lo más relax desenredando unos pocos nudos en mi pelo mojado con los dedos, cuando mi celular empezó a sonar. El nombre del Ale brilló en mi pantalla, en respuesta todos los músculos en mi vientre se tensaron. CONCHETUMADRE.

—¿Alo? —murmure.

—Wenos días, cachetitos. En cinco llegó a tu house.

Mis pepas se abrieron enormes. ¿Tan rápido? Si recién eran como las 7 y algo. Pa comprobarlo, miré mi cel y eran las 7:09 CHUCHA.

—Chucha… ya, pínchame cuando estés afuera.

No le deje responder, porque corté y me fui como cuete a mi pieza. Me puse la falda a la velocidad de la luz, me paré frente al espejo arreglándome un poco más el pelo (parecía hueona) y me eché casi toda la botella de colonia.
Cuando sali de mi pieza con la mochila colgándome del hombro mi mamá estaba sonriendo mientras se disponía a freír huevos.

—Hola, negrita.

Vaaa… se había levantado de buen humor. ¿Papá que hiciste?
Le sonreí.

—Hola, mami. ¿Y mi papá?

Ella señalo el pasillo.

—Se entró a bañar. Siéntate, al tiro te doy desayuno —respondió.

Mi celular comenzó a sonar.

—No, mami… es que yo me tengo que ir más temprano.

Ella dejó la cuchara encima de la cocina y me miró. Aquí viene Chucky…

—Voh no te vai a ir con la panza vacía, Tamara. Después te desmayai en clases.

Entorne los ojos. Que era dramática esta mujer…

—Ay mamá, no le meta color oh.

—¡¡¡Alooo!!!

La cabeza de mi mamá se giró instantáneamente hacia la ventana. Entonces, cuando sus ojos fueron capaces de visualizar al Ale, cerró la cortina y me miró con los ojos entrecerrados.

—Te caché, cabra culia.

ALEJANDRO Y LA CONCHATUMARE.

—Es un amigo, mamá. Me tengo que ir con él porque… —empecé a explicar.

—Hacelo pasar —me interrumpió, con voz dura.

Yo abrí los ojos entero de grandes. Con mi mamá nunca se sabía…

—Pero mamá…

—Tamara, hacelo pasar. No te lo voy a repetir de nuevo.

Caga de miedo, asentí. Dejé mi mochila encima de una silla del comedor y arrastré mis patas hasta la puerta.

¡Hueón culiao, me rompiste el choro! #HCMREC 1Where stories live. Discover now