—¿Podemos acurrucarnos? Porque te extrañé mucho y no he dormido bien desde anoche —hizo un tierno puchero.

—¡Aww! Mi bebé —chillé y ataqué sus adorables mejillas regordetas antes de hacer nuestro camino hacia la habitación de arriba, para ver que Toby había tomado el puesto de Justin. Él rio entre dientes antes de mover al perro que dormía y colocarlo en su puesto. Abrió sus brazos para mí, para así poder recostarme en mi cómoda posición.

Suspiré contentamente mientras frotaba mi espalda tranquilizadoramente. Enterré mi nariz en su cuello, y arrugué la nariz cuando olía una esencia extraña.

La esencia de una mujer para ser exactos.

Me alejé y lo miré con odio.

—¡¿Te importaría decirme por qué hueles como una jodida mujer, Justin?! —Le escupí. Sus ojos se abrieron mucho ante mi repentino ataque.

—¿Yo estaba en el club? —Lo dijo como si fuera la cosa más obvia en el mundo—. Por supuesto que me topé con algunas chicas —dijo—. ¿Y quién se resistiría a este sexy hombre? —Movió sus cejas.

—Juro por Dios que si me mientes respecto a esto, cortaré tus bolas y se las daré de comer a Toby y Esther —estreché mis ojos hacia él. Él rio entre dientes y me haló hacia él, frotando mi espalda tranquilizadoramente. Hmmm, extrañé mucho esto.

—¿Nos vamos a quedar aquí todo el día? —Le pregunté después de un par de minutos de silencio.

—Si eso es lo que quieres —respondió. Y una vez más nos quedamos en silencio.

Es como si no supiera qué decirle, y además, no quiero hacer mucho, considerando que mi pie duele mucho cuando camino demasiado.

—¿Te has divertido con Kylie y Shay? —Preguntó Justin.

—No realmente, han estado ocupadas —le dije, y él no dijo nada después de eso. No pude evitar sentirme intranquila.

Quizás solo eran cosas del embarazo.

Intenté cerrar los ojos para disfrutar nuestro momento de relajación sin que nadie más nos molestara, pero no pude hacerlo. Tenía esta sensación de intranquilidad en mi estómago que no se iba. Me quejé y tomé la camisa blanca de Justin en mi puño.

—¿Estás bien? —Preguntó Justin.

—Sí, es realmente incómodo —le respondí antes de sentarme en la cama y bajar la mirada hacia él—. Todo este asunto del embarazo está comenzando a volverme loca, tengo esta sensación de intranquilidad ahora mismo y todos los malestares matutinos, cambios de humor y todo eso me hace querer arrancarme el cabello —me quejé. Justin frunció el ceño y se sentó junto a mí, envolviendo una mano alrededor de mi hombro y halándome hacia él.

—Lo siento mucho bebé —se disculpó.

—Nah, no es tu culpa —me encogí de hombros.

—Te amo —dijo. Mi corazón se encogió por el modo en que dijo esas dos palabras. No sabía por qué.

—Yo también te amo —suspiré.

JUSTIN

Culpable...

Eso era todo en lo que podía pensar. Me sentía culpable.

¿Cómo no iba a sentirme así? Engañé a mi esposa, quien había esperado pacientemente que regresara a casa y había pasado por mucho durante su embarazo. Dios, soy un imbécil.

Nunca debí haber ido al club en primer lugar.

Jesucristo, Justin, cálmate, joder. No es como si ella se fuera a enterar.

Sí, lo que no sabe no la puede herir, ¿verdad?

Me cacheteé mentalmente una y otra vez desde que desperté junto a esa chica. Apenas podía recordar lo que pasó anoche, joder, ni siquiera sabía el nombre de la chica.

—Jay... —la voz suave y angelical de Ella finalmente me regresó a la realidad.

—¿Sí, bebé? —Le sonreí. Mientras más sonreía para ella, más culpable me sentía. Le había dicho tantas mentiras en menos de una hora. Dios sabe lo que pasará después.

—He estado pensando... —divagó. Fruncí las cejas, instándola a continuar lo que sea que iba a decir—. Sobre el nombre de nuestro bebé —sonrió inocentemente.

Joder.

Nuestro bebé.

¿Qué clase de padre soy?

Y lo que me hace sentir incluso más culpable es que ella ha estado pensando en nuestro bebé y en mí durante estas dos semanas mientras yo estaba ocupado con el trabajo, y ni me hagan hablar sobre la zorra que me follé anoche.

Estoy seguro de que todos son geniales.

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