Intrusos

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8:00 am || Latveria

Tony abrió los ojos. Víctor lo vio desde su asiento, un sillón al lado de la cama en la que el castaño yacía. No dijo nada, lo observó por un momento. Sin lugar a dudas, Tony estaba confuso. Respiraba fuerte y cortamente, con desesperación, sus movimientos, también eran torpes, pesados. Aún no podía articular palabras, toda su voz se reducía a sonidos guturales.

—No te esfuerces—le dijo y Tony dejó de forcejear consigo mismo, para buscar la fuente de esa voz—. Aún estás bajo los efectos del narcótico; y tardarán un poco más en desaparecer. Pero puedes tranquilizarte, no tendrás secuelas.

Tony tragó saliva, no necesitaba hablar, bastaba su mirada, para que Víctor comprendiera que lo estaba maldiciendo mentalmente con lo más florido de su repertorio de insultos.

—Por cierto —dijo—, bienvenido a Latveria.

Tony gruñó.

Víctor le sonrió y se levantó para mirar por la ventana detrás de él, se podría decir que había un bonito día del otro lado del vidrio.

—Te enamorarás de esta tierra—continuó—, después de todo, será tu hogar de ahora en adelante.

Tony frunció el ceño, su vista seguía un poco borrosa, pero, al menos, ya no se movían las cosas. Así que podía ver la silueta de su captor un poco más allá.

—En fin—Víctor suspiró—. Sé que te estarás preguntando qué demonios estoy haciendo, y considero justo que lo sepas.

Después de decir aquello, el rey de Latveria se acercó a la cama y se sentó a un lado de Tony. Le acarició el cabello con los dedos y, al hacerlo, Tony bufó, estaba molesto y asustado al mismo tiempo e hizo por moverse.

—Tranquilo, no luches, no servirá de mucho—Víctor sonrió mientras sus dedos seguían entreverando el pelo de Tony—. Siempre quise tenerte aquí, ¿sabes? Siempre estuve enamorado de ti, pero tú nunca lo notaste, o quizás, nunca quisiste aceptarlo.

Tony movió un poco la cabeza, en un intento de librarse de aquel toque que le desagradaba, pero no fue suficiente. Víctor le dirigió una mirada condescendiente.

—Creí que podía vivir con ello, seguir mi camino dejando de lado mi amor no correspondido—continuó éste como si nada— Y ¿sabes? Por un instante creí haberlo logrado, incluso tuve una relación que parecía dejar atrás estos sentimientos. Algo pasó, y volviste, siempre vuelves. Te quería de vuelta o más bien, te quería conmigo.

"No lo sabía entonces, hasta que esa mujer me lo dijo. Sí, Tony, yo sabía todo eso del cambio de cuerpos. Sharon me lo dijo, ella buscó mi ayuda, pero terminó arruinándolo todo al empujarte por esas escaleras. Déjame decirte que no sabía exactamente que había pasado, pero esa llamada, con tu voz, sí sucedió. Jugué con la suerte, y el vídeo, por un instante, pareció favorecerme.

Pero hay algo que nunca se va. Siempre está ahí, estorbando: Steven Rogers. No puedes imaginar la furia que me causó saberte con él, en cuerpo de mujer o no, lo escogiste a él, incluso, pariste a sus hijos. Me pregunté: ¿por qué él? ¿Qué tiene de especial? Había pensado que no tenía oportunidad contigo porque no te gustaban los hombres, y en un parpadeo tienes todo con uno. No sabes qué decepción, qué enojo. Creo que eso lo detonó. Al principio sólo quería volver a ser cercano a ti, pero eso, me hizo querer tenerte.

Busqué una solución rápida, contundente e hice un trato con un Dios."

Víctor se levantó y corrió las cortinas oscureciendo un poco la habitación. Tony lo observó. Sentía su cuerpo entumido, sin fuerza. La indefensión era, probablemente, la sensación más horrible de todas. Si estuviera bien, pelearía, correría, cualquier cosa, con tal de volver a casa, de ver a Steve, a sus hijos. Si tan sólo...

El inesperado despertar a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora