Juego

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El despertar después de esa noche fue raro. Tony abrió los ojos sólo para descubrir que Steve no estaba ahí y, aunque al principio no le suscitó ningún problema, puesto que su esposo solía levantarse temprano para ir a correr; el recuerdo de las horas de angustia fue más fuerte que la cotidianidad. Se asustó, pensó que quizás la reconciliación no había sido más que un producto de su imaginación y, que por el contrario, Steve seguía molesto y ni siquiera había llegado a dormir esa noche. Su mente comenzó a elucubrar absurdas teorías. 

Se incorporó de golpe, tan así que cuando puso un pie sobre la alfombra, se sintió mareado. Se sostuvo de la mesita de noche y tragó saliva. Tenía sed, al parecer llorar deshidrataba. Se miró brevemente en el espejo del tocador y dio cuenta de lo hinchado de sus ojos. Pero aquello no le importaba, salió de la habitación en busca de Steve o en su defecto de Pepper o Nat.

—¡Steve!—llamó al tiempo que bajaba las escaleras, lo más rápido que su adormilamiento le permitía.

Steve lo escuchó desde de la cocina, donde compartía un café con Pepper y Natasha. Los tres voltearon en dirección a la voz.

—La bella durmiente ya despertó—bromeó Nat, poco antes de darle un sorbo a su café.

—Será mejor que aparezcas, Steve, o entrará en crisis—canturreó Pepper.

Steve rió, dejó su taza sobre la mesa y se levantó del banco. Tony estaba a pocos escalones del final de la escalera cuando llegó.

—Tony, ¿qué sucede?

Tony levantó la vista, se detuvo y estiró los brazos como un niño pequeño. Steve se acercó y al tenerlo cerca, Tony dio un salto, y se aferró a él como un koala.

—Pensé que no estabas—dijo Tony hundiendo el rostro en el cuello de Steve—, que te habías ido.

—No, cariño, hoy no fui a correr—Steve le sostuvo mientras reía suavemente.

—¿Entonces por qué no estabas en la cama?

—Vamos, Tony, no seas infantil—dijo Pepper unos pasos atrás, disfrutando del espectáculo y su taza de café.

Tony levantó la vista y miró a su amiga, o más bien, amigas; Natasha también estaba ahí, sonriendo suavemente.

—Tenemos visitas—se explicó Steve—, pero no quise despertarte.

—Hablamos con él—dijo Natasha—, te dije que no tenías de que preocuparte.

—Eres tan drama queen, Tony—se burló Pepper.

Tony les miró entre dormido aún, perplejo y divertido. Le gustaba que la dinámica de todos volviera a ser la misma, incluyendo los intentos bastante eficaces de Pepper de molestarlo.

—¿Todo bien?—Preguntó sin bajar de Steve.

—Perfecto—dijeron ellas.

—¿Quieres desayunar, Tony?—preguntó Steve, cargándole sin problemas ni objeciones.

Tony se incorporó un poco y le miró. También las atenciones de Steve para con él habían vuelto, más bien, nunca se habían ido. Se vio en las pupilas de Steve, el mar en ellas estaba calmo, brillaba el sol en esa playa particular, y ver eso lo tranquilizó aún más, le hizo sonreír.

—Sí, quiero.

—Entonces, te bajaré.

—Está bien.

El inesperado despertar a tu ladoDove le storie prendono vita. Scoprilo ora