Odio

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Tony enmudeció por un momento, no esperaba ser increpado así. Mucho menos que otro malentendido se formara de la nada, ya bastante tenía con Steve celoso de él (de Tony Stark).

—Pues, médico-paciente—respondió y no era mentira. Strange era una especie de médico espiritual... aunque de nada habían servido sus tratamientos y palabrería, excepto para asegurarle que estaría en ese cuerpo por un tiempo indefinido.

Natasha bufó y se cruzó de brazos.

—¿Crees que me voy a tragar eso?

Tony se encogió de hombros, no había más que pudiera decir; y si había más, era tan increíble, que poco sería tomado en serio.

—¿Un médico hace vistas a domicilio por horas? ¿Un médico invita a su paciente a tomar un café y le toma las manos? ¿Un médico se cuchichea con su paciente por los rincones del hospital?

—Eso se oye peor de lo que...

—¡No lo hace! A menos que tenga una relación cercana con su paciente. Lo suficientemente cercana.

—¿Qué insinúas?

—¿Tú qué crees?

Ambas mujeres intercambiaron una mirada, que cualquier otra persona habría interpretado de hostil. Natasha se acodó lentamente sobre la mesa, y acercó su rostro a Tony.

—Podrás engañar a Steve con tu cara de mustia y tus disque "buenas intenciones", pero yo no confió en ti.

Tony frunció el ceño, nunca jamás, nadie, se había atrevido siquiera a intentar hablarle de esa manera.

—Me importa un carajo que confíes en mí o no. Ya te dije que no soy Sharon, si no tienes compresión auditiva no es mi jodido problema. Y no tengo nada con Strange, nada de lo que estás insinuando... además, ¿qué demonios? ¿Me has estado espiando o qué?

—Eso es lo de menos—Nat siguió mirándole gélidamente desde su lado de la mesa—. Hablas mucho, pero no demuestras lo dicho. Según tú te quedarías con Steve, pero como está en casa, supongo que necesitabas cambiar de nido de amor ¿no?

—¡No seas absurda! ¡Strange me estaba ayudando, nada más!

—¿A qué?

—A... pues a... volver... es... difícil de explicar... y no me vas a creer...

—En eso tienes razón.

Natasha tomó su cappuccino y bolsa de bagles, y se puso de pie.

—Nat, espera...

Tony, también, se puso de pie, en cuanto la pelirroja dio media vuelta; y pidió la cuenta, pero la mesera le informó que Strange ya había pagado. Una maldición escapó de sus labios y escuchó la risa sarcástica de Natasha alejándose. La dio alcance corriendo y caminó a su lado siguiendo su paso.

—Nat, ¿qué es lo que vas a hacer? ¿Le dirás...?

—Sí.

—No, Nat, espera, deja que te explique... puede que no me creas pero... no le digas a Steve.

Cruzaron la puerta del vestíbulo del hospital.

—No es lo que piensas en primer lugar.

—Entonces, ¿qué es?—Nat no se detuvo, siguió avanzando directo a la habitación de Bucky.

—Sólo me estaba ayudando.

—¿A qué? ¿Otro regalito de cumpleaños para Steve? ¿De esos que acostumbras?

El inesperado despertar a tu ladoWhere stories live. Discover now