Libertad

24.9K 1.8K 949
                                    

—¡Capitán!

Steve giró el rostro hacia atrás, el general Ross, aquel mismo que antes le hubiera interrogado sobre el proyecto de Industrias Stark, se acercó. Tony rodó los ojos al tiempo que ocultaba el gesto volteando hacia otro lado. Habían llegado a la recepción, justo a un paso de salir de la fiesta, y ese hombre, que nada bien le podía caer, ponía freno a su huida.

—Quisiera hablar con usted, respecto a...

—Steve—Tony adelantó un paso y deslizó su mano en la de Steve. Éste volteó a verle y abrió sus dedos para entrelazarlos con los de él. Tony no necesitó agregar nada más, la sonrisa que recibió fue suficiente.

—Será en otro momento, general—dijo—. No estoy de servicio en este momento.

Dio media vuelta y tiró de la mano de Tony; éste, antes de darle la espalda al oficial, se despidió de él con una sonrisa cínica y moviendo los dedos de su mano libre a modo de "adiós".

El general se les quedó viendo en silencio, confundido. Pepper y Rhodey, que estaban cerca de la entrada, esperando la llegada de Strange, rieron por lo bajo, intentando disimular su burla. El general volteó hacia atrás, donde Fury lo observaba con un gesto que le decía que no había nada que hacer.

—¿Pero que sucede?—dijo Ross—El capitán Rogers nunca desatiende asuntos oficiales.

Fury se encogió de hombros.

—Técnicamente no estamos en un ámbito oficial; aunque no le guste general, el capitán tiene razón, no está en servicio.

—Pero antes, incluso así...

—Dos palabras, general— Rhodey, inmiscuyéndose en la plática que sucedía a un paso de él; y ya que Pepper le había puesto al corriente de las ocurrencias de Tony, dijo—: recién casados.

Los "recién casados", efectivamente, no tenían tiempo ni ganas para nadie más que no fueran ellos mismos; tampoco les interesaban asuntos fuera de los propios. Afuera del recinto aguardaron la llegada del valet parking con su auto, juntos en la acera. Tony había encontrado acomodo abrazándose a Steve, apoyar el cuerpo contra el de él le restaba peso a sus adoloridos pies; y también lo aislaba del viento que, aunque no era fuerte ni frío, si reflejaba la caída de temperatura durante la noche. Para Steve la sensación era reconfortante, le hacía olvidar sentir como un adolescente enamorado por primera vez.

Stephen Strange llegó a la dirección que Pepper le había indicado, estacionó el auto y se estiró para tomar la invitación de la guantera. Cuando se incorporó, vio al valet acercarse a él para tomar las llaves, así que bajó del auto y se las entregó. Después, se arregló el saco en la acera y miró su reloj de pulsera; se dio cuenta que tenía unos minutos de retraso, pero esperaba ser perdonado. En el momento en el que el valet se llevó su auto, otro llegó para entregar uno. La curiosidad le hizo torcer la vista hacia quienes esperaban el auto cuando ya estaba por subir los escalones que le darían acceso al salón. Se detuvo, y dudó un poco, puesto que reconoció a la pareja que recibía las llaves, en saludar o no. Decidió abstenerse y salvó la distancia que le separaba de la entrada al salón, seguro de que unos minutos más de impuntualidad, serían catastróficos. Tal vez, exageraba, pero en su relación con Pepper la puntualidad de reloj suizo había sido piedra angular de su aparente éxito.

Efectivamente, cuando entró al salón la buscó con la mirada, pero fue ésta quien le encontró, de hecho, podía jurar que lo había estado esperando. Sintió su mano posarse en su hombro seguido del suave peso de su mentón y a continuación escuchó el tibio reclamo.

—Llega tarde, Doctor.

Pepper sonrió cuando éste se dio la vuelta y le esbozó una sonrisa propia de disculpa.

El inesperado despertar a tu ladoWhere stories live. Discover now