Nombre

16.7K 1.4K 1.1K
                                    

Lentamente, Steve reptó por la cama hasta alcanzar la almohada prometida, que no era más que el vientre de Tony. Suavemente, apoyó la cabeza en éste y cerró los ojos esperando, así, lograr concentrarse. Quería escuchar y sentir a sus hijos.

Tony sonrió y le entreveró el cabello con los dedos.

—¿Qué te dicen? —le preguntó e hizo que su esposo riera por lo bajo—Seguramente que tienen hambre, ¿verdad?

Steve rió de nuevo y levantó el rostro para mirarle.

—¿No te dijeron que quieren algo así como, no sé, donas? —continuó Tony.

—¿Donas? —Steve no pudo apartar la sonrisa de su rostro, y a pesar de entender lo que Tony quería, prefería hacerle sufrir un poquito.

—Sí. De esas que están en una caja verde menta, en la alacena, tercera puerta, junto a las galletas de chocolate.

—Mmmh, no. No me dijeron nada de eso.

—¿No?

Steve negó.

—Dicen que quieren ir a dormir ya.

—Mentira—dijo Tony, quien adivinó las intenciones de Steve de quitarle la Tablet y meterlo entre las sábanas—. Siempre que me estoy durmiendo comienzan a moverse los condenados.

Steve rió y se incorporó de la cama.

—Está bien, te traeré donas, pero después...

—Sí, sí, a dormir—terminó Tony.

Steve volvió con un plato en una mano, en el cual reposaba una única dona glaseada y con chispas de chocolate; y en la otra, con sumo cuidado, dos tazas con leche tibia. Tony sonrió, seguramente, eso último era para ayudarle a dormir.

Tony puso el plato sobre la curva de su vientre y le dio un sorbo a la leche en su taza, en tanto que, Steve, rodeaba la cama y se sentaba a su lado despacio para no moverle demasiado y el plato con la preciada dona no se volteara.

—¿Qué haces? —le dijo Steve cuando Tony dejó la taza sobre la mesa de noche y sujetó la dona con una mano, y la Tablet con la otra.

—Mi lista de nombres—respondió y mordió el panecillo.

—¿Ya la estás haciendo? Pero, Tony, faltan tres meses.

—Oh, vamos, beloved, a mí no me engañas. Tú la hiciste al tercer día de saber la noticia—respondió Tony con la boca llena; y ante la mirada incrédula de Steve sonrió—Recuerda que tengo ojos por todos lados.

—Ah, vaya. Gracias, Jarvis—dijo Steve.

De nada, señor—respondió la IA con su clásico tono irónico.

Tony dejó escapar una risita y le dio otra mordida a la dona.

—¿Intercambiamos? —preguntó.

Steve asintió y del cajón de su mesa de noche, sacó un libro y de éste dos hojas de papel dobladas en cuatro. Se la tendió a Tony y éste le pasó su Tablet.

—Veamos—dijo el castaño chupándose la punta de los dedos, para después hacer a un lado el plato con las migajas, reacomodarse en el colchón y finalmente, desdoblar las hojas—. Si tenemos nombres que coinciden les damos prioridad.

—De acuerdo. ¿Cuáles revisamos primero?

—Niños.

Steve asintió y con él dedo subió en busca de las opciones de nombres para niños.

El inesperado despertar a tu ladoWhere stories live. Discover now