Capítulo 67 Compras

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El camino no cuentes fuera de lo normal, no estuvimos callados, pero tampoco había mucho de lo que pudiéramos hablar sin temor de decir algo equivocado.
Cualquier tema de una u otra forma nos llevaba de regreso a nuestros problemas. Cuando nos dábamos cuenta teníamos que cambiar de tema y seguía un pequeño intermedio de silencio.

Miraba su mano sobre la palanca de cambios y pensaba en tomarla, pero luego recordaba que ya no éramos pareja y me daban ganas de suspirar profundamente por aquellos días en los que no eran complicadas las cosas e tres nosotros.

Cuando nos estacionamos él bajó primero y puso contra la puerta trasera mis muletas para luego abrirme la puerta. Lo miré expectante.

—¿Qué?— se rió. —Oye, yo sé que ahora eres como Miss Independent pero por lo menos déjame abrirte la puerta y ayudarte a bajar.

Sonreí y luego de unos segundos me apoye en su hombro para que me cargara y me pusiera en el suelo.

—Eso de Miss Independent suena interesante, deberían hacer un concurso...

—¿Si ser independientes se hace moda entre las mujeres qué se supone que haremos los hombres?.

—No nos necesitan para poder vivir— tomé las muletas y me las puse bajo los brazos. —Ingenieros, doctores, maestros, músicos...

—Yo no soy nada sin tí, bombón.

Sus ojos estaban en el suelo cuando lo dijo, pero luego me miró y no había una pizca de duda, lo dijo con toda la seguridad del mundo para hacerme pensar.

Me saqué ese pensamiento de la cabeza y apunté una tienda del centro comercial a lo lejos.

—Ahí tengo que comprar los zapatos— dije.

Miró a dónde apuntaba y asintió.

—Bien, Miss Independent, ¿quieres que vaya enfrente, detrás, a un lado o que solo te espere aquí?— lo golpee en el brazo y comenzó a carcajearse. — ¡Lo siento! ¡Solo bromeo!.

Maldito Kasaquir River, mil veces maldito.
Él sabe que esa risa suya me mata y lo está usando para torturarme.

En el camino a la zapatería se aseguró de ir de vez en cuando unos pasos al frente para que pudiera verlo prensando que no se daría cuenta. Me estaba provocando, me estaba coqueteando.
Conozco bien sus malditos trucos, no va a poder conmigo, ya soy inmune.

—Bombón— me llamó cauando estábamos dentro de la tienda, hasta ese momento había estado viendolo de los pies a la cabeza recordado. Quizá en la parte que menos me detuve fue en la cabeza y los pies.

—¿Si?— pregunté mirándolo ahora sí a los ojos.

—La señorita quiere saber que estás buscando.

Apenas en ese momento me di cuenta de que había alguien más con nosotros.

—Oh— me aclare la garganta. —Tacones, dorados, por favor.

—Por aquí— señaló el camino y Kas me dió el paso para que fuera primero.

Gracias al cielo. Ya no quiero que me de la espalda. Mejor dicho que me miré de frente.
Bueno, yo no quiero verlo. Bueno, si, pero no debo...

Llegamos a un lugar en la boutique que tenía un sillón redondo y varias vitrinas con modelos de diferentes estilos de zapatos como los que quería comprar. La trabajadora del lugar me dijo cuales eran de mi talla y me dió una caja de todos los modelos diferentes para después volver a dejarme sola con Kas.

Me senté en el pequeño sillón y él se puso en cuclillas frente a mí.

—Muy bien, ¿cuál te gusta?— puso una mano en mi pantorrilla y yo la quité rápidamente. —Tranqula, solo voy a ayudarte a provartelos. No puedes doblarte tanto.

Eso era verdad, pero su mano en mi pierna era demasiado para mi.
Me volvió a tomar con cuidado la pierna y lentamente la puso sobre su rodilla.

—Y...¿ya tienes cita para el baile?— preguntó mientras me quitaba el zapato y el calcetín.

—Nadie querrá bailar con la chica del yeso— bromeé. —Iré sola con mis hermanos.

—Con todas las llamadas y desesperados mensajes de esta semana pensé que le habías hablado de la baile al Doctor Imbécil— metió mi pie en el primer modelo que vió. —Este es muy alto.

—Me partiré el cuello.

—Y no necesitas tanto para destacar— me lo quitó. —Siguiente.

Me reí y esta vez no me tomó por sorpresa que me tocara y cambiara mi zapato.

—¿Por qué le dices así a Marcus? Es muy amable.

—Tanto que dan ganas de matarlo— fingió sonreír. —Solo bromeo, bombón. Mientras que sus manos y sus labios se mantengan a varios metros de ti yo prometo dejar su corazón latiendo dentro de su pecho...

—Kas.

—Te digo que solo bromeo. ¿Qué te parece este?— levantó mi pierna hasta poner mi pie casi en su hombro para que lo viera.

Estaba comenzando a preocuparme el tema de Kas y Marcus.
No pensaba casarme con el enfermero, pero de verdad quería no tener que ocultar le lo que ocurriera con el a Kas. Pasamos de estar juntos todos los días y hablar de prácticamente cualquier cosa a que yo desconfíe de contarle sobre lo que ocurre con Marcus.

—El tema de Marcus te molesta— dije seria. —Creo que lo mejor es que evitemos hablar de eso. No quisiera que nos alejaramos más de lo que ya lo hicimos, ¿sabes?.

—Entiendo lo que quieres decir, y tienes razón— me miró directamente a  los ojos. —Saber que otro idiota te pretende me hace querer matarlo, bombón, pero puedo tragarme los celos solo porque lo único que quiero más que a ti es que estés segura.

Le creía. Podía meter las manos al fuego por defender que lo que ese chico hacia siempre era porque pensaba que era lo mejor para mí. Su instinto era protegerme y su razón el amarme.

—¿Por qué me miras así?— sonrió dulcemente y dejó mi pierna en el suelo para luego acercarse un poco más.

Debo haberlo estado mirando como una mira a una verdadera maravilla.

—No lo sé— traté de sonreír pero había algo que momento dejaba alegrarme. —No quiero perderte.

—Traquila, preciosa— me acarició la mejilla. — Todo va a salir bien, solo estás algo confundida ahora. Si quieres salir con ese chico yo prometo mantener mi distancia y no decir en voz alta lo mucho que lo odio, incluso pudo sonreírle y ser su amigo si eso te hace feliz. También voy a estar ahí si me dices qué te rompió el corazón y me cenaré el suyo, no hay problema. Hope, puedo ser lo que tú quieras que sea, te lo mereces. Te mereces la seguridad de algo incondicional y eso es lo que yo voy a darte. Si me quieres como amigo solamente entonces seré el mejor amigo que jamás hayas tenido. Así de grande es mi amor por ti, bombón. Prefiero que seas feliz muchos años con un enfermero aburrido que un par de años arriesgando tu vida sin tener la seguridad de lo que pueda pasarte el día de mañana que subas a una moto conmigo— tomó mi mano y besó el dorso. —No temas perderme. Tienes el amor de alguien que todo lo ha perdido y no hay manera de que a ti te deje ir.


¿Soy mala ahora?Where stories live. Discover now