Capítulo 31 "Humanidades"

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Cuando las clases terminaron, fui a cambiarme a los vestidores y después fui corriendo al aparcamiento esperando que nadie de mis clases extra me viera.
No podría inventarles algo para safarme de sus preguntas y era mejor correr antes que verlos sorprendidos porque no asistiría.

Cuando llegue a la camioneta subí rápidamente empujando un poco a los chicos que me esperaban sobre sus motos.

Soltaron risas cuando salté dentro de la camioneta y me escondí detras del volante.

—Listo, vamonos.

—Te faltan cuatro horas para acabar tu horario— dijo Hurley.

—¿De verdad te sabes su horario?— preguntó Kas burlesco.

Aun estaba algo molesto con Hurley y este no podía entender la razón.
Como siempre Kas se limitaba a poner su sonrisa sarcástica y no hacer comentarios de doble sentido.

Supe que si no quería que esto empeorara tenía que decir algo.

—¿Podemos irnos antes de que alguno de mis colegas me vea?.

Los chicos me miraron y después volvieron a reír.
Subieron a sus motocicletas sin decir nada más.

Cuando ibamos en la carretera de camino al River's, mi padre me llamó.
Entré en pánico con la posibilidad de que la escuela lo hubiera llamado para alertarlo de que había faltado a mis clases extra.

Me orillé y contesté la llamada.

—Hola, papi— traté de sonar sin nerviosismo.

—Hope, ¿dónde estas?.

Mis manos sudaron repentinamente.
No era bueno mentirle al oficial Julian.

—Estoy fuera, ¿pasa algo?.

—Eso lo se, amor. Me llamaron de la escuela.

—No entiendo porqué.

—Dime donde estás.

—Eh...ya dije que fuera, papá.

—Lo sé. Pero dime donde.

—Llegaré temprano...

—Esperanza Julian Porter, ¿dónde estás y a dónde vas?.

—Adiós, papi.

Colgué la llamada antes de que me atacara con otra pregunta que no podría contestar sin hacerlo enfadar.

Por un segundo pensé en darle vuelta al volante y regresar a la escuela para no tener problemas, pero después levanté la vista un poco a la carretera y vi una nube de polvo en el lugar de la autopista por donde las motos acababan de pasar.

Pasé tanto tiempo reprimiendo mis deseos de hacer cosas nuevas que ahora mi vieja rutina me hace querer escapar.

Aceleré de nuevo y volví a estar entre los chicos después de un minuto.

Cuando llegamos al River's, las motos estaban aparcadas como siempre solían hacerlo.
El orden de esta mañana se había esfumado.

—¿Qué pasó con respetar el lugar de mi Jeep?— pregunté al entrar.

—Oh, ya no estas enfadada. Ya no necesitamos quedar bien— respondió Tanner al mismo tiempo que metía una bola de billar en la tronera.

Di un salto para poder sentarme en uno de los bancos de la barra y tomar la botella de agua que Fred me ofreció.

Mi celular volvió a sonar en el interior de mi bolso y al ver que eran los chicos del club de humanidad decidí ignorarlo.

—¿Y bien?— me giré hacia los demás en el bar —¿Qué haremos hoy?.

—Nada.

—¿Qué quieren decir con eso?.

—Dijiste que debíamos mantener perfil bajo, así que hoy simplemente jugaremos billar.

—Cuando le dije a mi esposa que no saldría del bar esta noche se emocionó tanto que me dejó a los niños a cuidar— Bob señaló a sus dos hijos de dos años en el fondo del bar jugando a lanzarse latas vacías de cerveza. —¡Linda, no trates de alcoholizar a tu hermano de nuevo!.

—¡Alizar!— dijo emocionado el varón chupando la lata.

—Diblos, debí llevarlos con su abuela...¡No chupes eso!.

Me reí del pobre hombre tratando de que sus hijos no siguieran sus pasos, pero cuando quería proponer que iniciaramos otro juego de billar, mi celular volvió a interrumpirme.

Esta vez contesté.

—No pude ir, lo lamento.

—¿Ir a dónde? ¡Estamos esperando que digas a dónde llevaremos a los niños del orfanato!.

Me cubrí la boca antes de soltar una blasfemia.

—¡Los niños!.

—Si, estos niños están esperando a que la capitana del club de humanidades responda el teléfono para decir donde van a cuidar de ellos hoy.

Este mes los del club y yo organizamos un día libre para el personal del orfanato.
El plan era hacerles una fiesta a las cuidadoras mientras llevabamos a los niños a jugar a algún lado, pero lo había olvidado por completo.

Dicen que las mejores ideas surgen de imprevisto, y esta vez lo comprobé.
Después de pensarlo un segundo supe como arreglar todo.

—Quedense en el orfanato. Llegaré en un segundo.

—De acuerdo, pero hay otro problema...

—¿Ahora qué?.

—Mery tenía varicela y se contagió todo el club de humanidades. Sólo somos tres aquí.

—Mierda...

—¿Qué dijiste?.

—Que yo me encargo. Nos vemos en diez minutos.

Colgué y me guardé el celular.
Todos los chicos me miraban atentos, probablemente porque lo que fuera que me habían dicho, me había provocado decir "mierda".

—¿Qué pasa?— Kas estaba preocupado a mi lado.

—Era de mi club de humanidades. Necesito su ayuda— los muchachos se cruzaron de brazos expectantes. —No hay personal para cuidar a los niños de un orfanato y tampoco hice la reservación en el restaurante para las cuidadoras. Lo olvidé por completo...

—Solo diles que se cancela, bombón.

—No puedo hacer eso, ¿¡qué clase de capitana de humanidades sería si no cumplo mi palabra con esos niños!?.

—Okay, okay. Entiendo— me puso las manos en los hombros. —¿Cómo quieres arreglarlo?.

Mire a los demás y me mordí el interior de la boca pensando si esta idea iba a funcionar.

—Creo que harán una de las buenas obras que les mencioné que les convenían— sonreí.

Fred dio un aplauso para llamar la atención de todos y salió de detras de la barra.

—De cualquier manera no iban a salir esta noche.

—Hablas como si fueras nuestra niñera— se burló Tanner.

—Así es como me ven las esposas de quienes están casados del club, así que no me molesta— soltó una risa igual de agradable y hermosa que la de su hijo. —Tienes la batuta, jovencita educada. Dinos que hacer.

¿Soy mala ahora?Where stories live. Discover now