Epílogo.

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Rafael

Regresé a la habitación y Valentina estaba sólo en ropa interior, al verla sonreí, me acosté a su lado y acaricié su piel, al sentirme se giró, ella estaba sonriendo. Con eso de que los niños a veces llegaban a dormir con nosotros no habíamos podido hacer nada, pero como estaban súper cansados, estaba seguro que no lo harían.

—Te extraño —le besé el cuello.

—¿Me extrañas? Pero si aquí me tienes —sonrió.

—Sabes muy bien a que me refiero —negó—. ¿Ah sí? —asintió—. Pues extraño estar entre tus piernas y...

—¡Rafael! —reí—. Que pervertido y cochinote eres.

—¿Pa' qué te haces la que no entiendes? —rodó los ojos. Tomé su mentón y la besé—. Te deseo tanto, pero tanto —empecé a besar su cuello y bajé lentamente a sus pechos cubiertos por un sostén lila.

Ella metió sus manos en mi cabello, bajé a su abdomen y dejé varios besos y uno que otro mordisco en el, que sabía que aunque ahorita le gustaba y la hacía reír, en labmañana le iba a molestar cuando viera marcas, pero no me importaba, en ese momento íbamos a disfrutar. Me quité de encima de ella y sonrió, la dejaría tomar el control, me acosté y ella se puso a horcajadas sobre mí.

Puse mis manos detrás de su espalda y desabroche su sostén, dejando libre sus hermosos pechos, los cuales de inmediato empecé a acariciar, me fascinaban. Llevó sus labios a mi abdomen, bajó hasta llegar a elástico de mi bóxer, levantó la mirada y sonrió. Espero que hiciera lo que estaba pensando.

—Hoy no mi amor —dijo como leyendo mi mente.

Con una sonrisa triunfante en los labios subió por mi cuerpo rozando sus pechos y todo su cuerpo con el mío, hasta llegar a mis labios y besarme. Le encantaba torturarme y en momentos como ese, a veces me arrepentía de dejarla tomar el control. Se sentó a mi lado y empezó a bajar mi bóxer, liberando mi erección, ella se quitó las bragas y ambas prendas las lanzó al piso.

—Te amo —me dijo antes de besarme y meter su lengua en mi boca—. Te amo mucho —mordió mi labio superior y sonreí.

—Tú no te imaginas cuanto te amo —le dije viéndola a los ojos, olvidándome por un momento de nuestra situación—. Daría mi vida por ti.

—No digas eso —me abrazó y besó mi mejilla—. No quiero hablar de muerte, mejor sigamos con lo nuestro —me guiñó y sonreí ampliamente—.Pero antes que nada, necesitamos un... —metí la mano debajo de mi almohada y saqué un condón—. Ok.

Rompió el empaque con sus dientes y deslizó el estúpido condón por mi miembro, luego de besarme se volvió a poner a horcajadas y colocó mi miembro en su entrada para luego meterlo en ella. Ambos gemimos cuando lo hizo, ella no perdió tiempo y empezó a moverse, con cada movimiento sus pechos saltaban y me tenían idiotizado, sin contar que iba tan rápido que sabía que no duraría mucho, pero a pesar de eso no quería detenerla. Puse mis manos en sus caderas y enterré mis dedos en ella, cada vez que se movía una enorme satisfacción y deseo de más me envolvían.

—¡Rafael! —jadeó sin dejar de moverse.

—Sigue amor —hizo lo que le dije y siguió hasta que minutos después ambos terminamos.

Ella cayó sobre mi pecho que subía y bajaba rápido por mi agitada respiración, yo besé y acaricié su cabello.

—Te amo —le dije, pero no respondió, creo que se quedó dormida.

—También te amo —levantó la cabeza y me besó.

Al parecer me equivoqué.

•••

Por ti TodoWhere stories live. Discover now