5- Compras y olvido.

104 14 0
                                    

Valentina

En la mañana Octavio llegó a la casa, pero primero me llamó y me preguntó si podía llegar, me dijo que fuéramos a comprar ropa y cosas para el bebé, aunque aún no sabíamos si era niño o niña. Llamé a Karen y le pedí que se quedara con los niños, pues no quería tener el problema de andar cargándolos a los tres o de detenerme cada vez que lloran para darles de comer y a parte no quería que se cansaran.

Cuando llegamos a la tienda fuimos directo a la ropa, Octavio al ver todo estaba muy emocionado, para ser sincera, desde el principio había estado emocionado, esperaba con ansias que naciera. Él soñaba con ser padre.

—Mira esto —tomó un traje de marinero—, apuesto a que Octavito se vería hermoso con esto —sonrió.

—Ni siquiera sabemos si es niño —tomé unas camisas blancas con algunos dibujos en celeste, otra tenía los dibujos en amarillo y otra en verde—. Hasta la próxima semana quizás podamos hacerlo, por el momento necesitamos cosas como estas —señalé las camisas.

—Pero es que este está bonito —vio el trajecito—. De todas formas me lo voy a llevar.

—Bien —rodeé los ojos—. Ya falta muy poco para que nazca, ¿estás listo?

—Para conocerlo sí, pero para poder cambiar pañales y esas cosas, no.

—¿Osea que tendré que enseñarte eso? —levanté una ceja.

—¿Cómo hiciste con Rafael? —otra vez con los celos y las comparaciones.

—Él me enseñó a mí —frunció el ceño—. Para cuando las niñas nacieron, Rafael ya tenía experiencia con Benjamín.

—Con razón. Pero aunque yo tuve otro hijo, no pude tener esa experiencia —bajó la mirada al traje—. Valentina, yo no soy una buena persona, lo acepto, los golpes que me ha dado la vida me han hecho así y no es para justificarme; pero te juro que yo amo a mi hijo y a ti. Yo quiero cuidarlos y estar con ustedes, de verdad te amo.

—Octavio, ya hablamos de esto, yo ya te dije que puedes estar con nuestro hijo, pero yo no puedo olvidar lo que hiciste —sus ojos se tornaron llorosos.

—¿Será que algún día puedas hacerlo?

—¿El qué?

—Perdonarme de verdad y amarme —suspiré.

—Yo te amé, pero después de darme cuenta de toda la verdad, ese amor se fue desapareciendo poco a poco, a pesar de que estabas conmigo aún estabas buscando la manera de lastimar a Rafael, mira que casi lo dejas en silla de ruedas.

—De todas formas se murió —se encogió de hombros y yo mordí mi labio inferior.

—Las cosas habrían sido diferentes si tú nunca hubieras aparecido en nuestras vidas; Lorenzo habría estado vivo y él habría ido a Colombia, por lo tanto Rafael no estaría muerto, él y yo estaríamos juntos con nuestros hijos —mi vista ya estaba turbia por las lágrimas—. La solución a todos nuestros problemas, era que tú desaparecieras —bajó la mirada y dejó caer sus hombros. Fui a otro pasillo y aún entre lágrimas seguí viendo la ropa.

Sé que lo que le dije fue muy duro, pero él le hizo cosas peores a Rafael y él no se merecía eso, nada de lo que le hizo, ni nada de lo que yo le hice.

—¿Me odias? —levanté la mirada. Octavio estaba parado a mi lado y tenía los ojos llenos de lágrimas.

—Octavio, hagamos lo que vinimos a hacer, porque debo volver con mis hijos —asintió.
Entre los dos empezamos a escoger ropa.

Por ti TodoWhere stories live. Discover now